Primer día de lluvia del año, según lo que recuerdo, una noche de marzo casi abril, los días en que sientes que se te ha ido un mes y te encuentras ansioso por saber lo que pasara el mes siguiente.
Es extraño lo que me sucede con la lluvia. Siempre que comienza a llover me pongo melancólico. Quizá sea porque el llano del cielo me transmite su pena, y de alguna forma la comparto con el cielo. Cada vez que tengo muchas cosas en la cabeza, la lluvia me ayuda a pensar, aclara mi mente, me ayuda a que las ideas fluyan, o más que ideas, me ayuda a encontrar las palabras correctas para poder expresar lo que me hace sentir.
La lluvia es extraña, me pregunto ¿Por qué lloverá? Quizá sea un acto solidario que hace el cielo por nosotros los humanos, y llora nuestras penas para que a nosotros nos pese menos, o quizá nos envíe lagrimas para que tengamos al momento de llorar nuestras penas.
Así como la lluvia despeja el cielo de nuestra contaminada ciudad, también despeja mi mente, y queda fresca y con nueva vida, fácilmente relacionable con el olor del cual queda impregnado el aire, un olor profundo, claro, fuerte pero a la vez suave, limpio, como nacer de nuevo.
Mientras escucho la lluvia me gusta fumar, contaminar mi cuerpo. Quizá sea esto lo que la lluvia nos quiere decir, que no contaminemos mas nuestros corazones, para que el cielo no tenga que llorar de pena nuevamente por nosotros, y para que la próxima vez que llore lo haga de alegría, de dicha por nosotros, por haber superado ese problema que me acongoja y por fin haya encontrado la felicidad y la paz en mi corazón, paz que muy pocos logran encontrar en su vida.
La lluvia ha cesado y vuelto a comenzar ya varias veces, quizá todavía haya una pena que no ha recibido, o ha olvidado a alguien por quien llorar, alguien al que ya no le quedan lagrimas para seguir haciéndolo por si mismo.
Quizá la lluvia quiera otra cosa para nosotros, quizá busque purificar nuestros corazones y llevarse toda la pena que sentimos consigo, y quizá el olor que sentimos después de la lluvia no sea de la lluvia, sino que emane de nuestros corazones, recién purificados, nuestras almas cobrando nuevas fuerzas y renaciendo en nosotros, listas para lo que nos depara la vida, el destino.
Puede que este sea un ciclo interminable, y que la lluvia este aquí solo para nosotros, para nuestros corazones, para que nuestra alma no se intoxique con las malas situaciones que puedan acontecer en nuestras vidas, para que no nos contaminemos y perdamos el gusto de seguir viviendo, para hacernos nacer de nuevo.
El cielo hoy ha llorado por nosotros, para nosotros, para hacernos renacer y continuar en esta ardua tarea que es vivir.

Pero ¿Quién sabe en realidad porque llora el cielo?
Yo creo que nadie lo sabe, solo lo sabe el cielo
?pero a mí me gusta pensar que lo hace porque comparte mi pena?

Para un día de lluvia?

Santiago, 30 de marzo de 2004, a 20 mins. De las 12...