En la tinieblas del abismo 
te entronizaste,  
propagando 
tu propio catecismo. 
Y asentaste 
en ardientes pergaminos, 
grabados con el fuego 
del averno, 
el exterminio 
del amor al Dios eterno 
y sus divinas enseñanzas. 
¡Tantos inmorales, congregaste!. 
en sucios gobernantes convertidos, 
que, a tu imagen y semejanza, 
adiestraste, 
usando sus escasos raciocinios. 
El poder, y la confianza 
en tus criterios, 
fueron bien usados 
en sus imperios, 
avasallando a los pueblos 
con total impunidad. 
Y devotos a tus designios, 
los apoderaste. 
Han sido marionetas,  
en tus zarpas, 
esos partidarios 
sobornados, 
por el diablo 
que insertaste  
en sus entrañas, 
mancillando lo creado, 
por el Dios que renunciaste. 
Hoy sucumbe el mundo, 
endiosando 
a las drogas y al dinero, 
y sometiendo 
a los pueblos 
inmolados por tu ego, 
al atropello 
de los hombres de tu averno. 
Te maldigo, 
señor de las tinieblas, 
del infierno centinela  
y amo de la maldad. 
Ungido 
por tus propios pecados, 
y con ellos conquistando, 
a los hombres sin piedad. 
Te maldigo 
desde el fondo de mi alma 
y desde allí a la eternidad.  
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