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Lo primero que vi, con los primeros rayos de luz que se colaban entre las cortinas, rojas, largas que caìan desde un cielo alto de mas de tres metros fàcilmente fueron los ojos de este tipo, mirando directamente en los mios, recuerdo lo desagradable de la situaciòn, nunca nadie me habìa visto follar, por lo menos no que yo supiera y esa noche nos habìan visto o por lo menos sentido las seis personas que dormìan en la pieza a parte de nosotros, juro que tratamos de ser discretos, pero vamos que tan discreto puedes ser si estas en una habitaciòn llena de camarotes separados por cincuenta centimetros, no mucho en realidad; estabamos en la cama de abajo y el camarote se movìa y el silencio de la habitaciòn se habìa convertido en constantes crujidos y jadeos tìmidos sumados a la oscuridad que lo amplifica todo. Y ahì estaba, recièn habìa acabado y estaba repartiendo todo entre su espalda y las sabanas, cansado, ebrio de mañana con la boca llena de saliva ajena y los ojos rojos, las manos con olor a mujer y entrañas, eufòrico pero atontado bajo este escenario lo primero que veo al giranme fueron los ojos de este tipo, mirando directamente en los mios y no sè que fue, la borrachera reciclada, la euforia, toda la droga, no sè quizas todo eso revuelto en la juguera de mi cuerpo me hicieron devolverle la mirada y me quede mirandolo con ojos de muerto con la boca abierta como burlandome porque me estaba incomodando bastante, pero aùn asì el no me despegaba los ojos de encima, eran grandes, inmòviles, habìa otro mundo en esos ojos, no se como mierda duramos tanto rato mirandonos. era el vacio. Despues de un rato asì me girè y una vez mas amè por la espalda y con fuerza a mi mujer quien acusaba recibo de mi con la boca cerrada y sonidos desde la nariz.

Despuès de aquel ùltimo acto dormimos unos minutos, quizas unas horas, relativos en esos estadios y nos levantamos en silencio encontrandonos en el idioma comùn de nuestros ojos, salimos de la habitaciòn ignorando el mundo en silencio (salvo pequeñas risitas).

Salimos del hostal y bajamos por Ecuador, ahí estaba todo la gente, los asados en las puertas, las banderas de Septiembre, los perros y más perros, el sol frio del puerto; caminamos hasta un ascensor perdido y subimos por el Cerroalegre, caminamos entre las callejuelas en direcciòn a su trabajo, otro hostal para turistas mas adinerados. Entramos a un café, nos tomamos uno que nos dejò la lengua amarilla, nos reímos y seguimos, besandonos entre los grafitties y los callejones.
En la pueta del hostal nos despedimos. Al comenzar el descenso extarñé mis calzoncillos a causa de cierto roce entre mis piernas y extrañe también mi calma pensando en aquel tipo de la cama del lado, que impertinente me decía, que incomodidad volverlo a ver mas tarde, pero bueno se supone que así son los hostales y seguí bajando, saltando, esquivando mierda de perro y cantando 31 minutos.
Cuando llegue al hostal habían patrullas, caravineros, periodistas, pense en mi marihuana, pero no era suficiente como para ir a la carcel así que me calmé pero que mierda había pasado?.
Al entra me detuvieron dos policías me tomaron los datos comprobaron mi identidad y me hicieron pasar al salón para mas tarde interrogarme, que pasa por la chcucha me preguntaba.
En el salón estaban mis amigos
-¿que pasó hueón?- pregunté
-¿como que pasó? hueón , donde estabai?
-dejando a esta mina, pero que pasó?...

Años mas tarde y por casualidad me enteré de lo que realmente había pasado,pero en ese momento en particularsólo supe que el tipo que me miraba fijamente a los ojos la noche anterior había muerto, había muerto en la madrugada.

Texto agregado el 15-01-2008, y leído por 121 visitantes. (0 votos)


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