Mierda, necesito sólo a unos pocos, soy lo que critico. A los que amo los domestico para que se vuelvan cuerdas que vibrarán como yo quiero. Creo en "Yo".
Sólo soy una máscara de mi pasado.
Me siento mal con "YO".
Estoy sucio, manchado, no fue culpa de nadie, nadie me domesticó, lo hice "YO".
Y "YO" domestiqué.
Estoy sucio, manchado, me debo una larga conversación ¡Perdón humanidad!
Soledad, siempre te las arreglas para estar conmigo, ahora te busco yo. Quizás tú lo planeaste, mas yo lo decido.


¡¿Qué hago aquí?! Si amo a alguien, o me quiere o me rechaza, me condiciona a su querer, no se embarca en un vuelo subterráneo, me obliga, me domestica a ser las teclas de un piano que debe satisfacerse al ritmo de sus dedos. Y yo que amo (y me aman), me domestico (y domestico), y me vuelvo las teclas del piano (y la vuelvo las cuerdas de mi garganta). Caigo, caigo de las alturas del subsuelo y me azoto contra el cielo (Cae. Cae...y se azota) ¿Oculta la humanidad entera sus carcajadas, no es cierto? (¿Las oculto yo también, o no?) ¿Es tan difícil querer lo que se tiene? ¿Siempre hay que desear lo que no ocurre? ¿Ni siquiera los más honestos pueden ser sensatos? ¿cómo estoy en medio de ustedes, en qué me transformo? (¿Cómo están al lado mío, en qué les estoy transformando?)


Cuando los muertos plasmen el cáncer en mi conciencia, cuando crea en la muerte, cuando crea que mis sueños son de noche y la vida de día, cuando piense y no sienta y ya nada sea un juego, cuando piense que sentir es dar sentido a las cosas, cuando éstas parezcan eternas y mi alma frágil, y el sol sea la única estrella, mi única vida, y el humo sea más problema que los que se lleva, cuando deposite en un papel sollozos o sabiduría, realidad asquerosa, en ese momento ya no podremos más que odiar.