Abrió los ojos y el cielo miró,
por vez primera en tanto tiempo
que había olvidado existía.

Y vió luz,
tan brillante que lo cegaba.
Entornó los ojos para aminorar el daño,
pues deseaba seguir mirando.

Y vió un árbol,
ocupadas sus ramas por pájaros
que alegremente trinaban.

Y mariposas,
pequeñas criaturas de colores.
aguijones en la retina
a oscuro y gris acostumbrada.

Y un águila volando llamó su atención.
Planeaba majestuosa en un cielo que dominaba.

... En la rama de un árbol
muerto tiempo atrás,
pobre expresión de la naturaleza,
posado estaba un cuervo.

Buscando...
esperando impasible la posible presa,
con interminable paciencia
el momento adecuado.

... Y deseó ser cuervo.
Sereno, perseverante.
Majestuosa oscuridad.

Mejor que del águila la fastuosidad.

Su deseo se cumplió.
Al instante en cuervo transformó.
Ahora dueño es de su tronco personal.
Orgulloso señor de su parte de oscuridad.
Solo comparte en ocasiones
con un murciélago que suele pasar.

... La próxima vez quizá.

Felíz aunque no lo parezca
(los cuervos no sonríen)
esta vida piensa pasar
con esa identidad.

Después decidirá si le place cambiar.
No tiene prisa.
Volverá a reencarnar.

Sabine