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[C:334]

—¡La goma de borrar que viene! ¡La goma de borrar que viene! —gritó un hipérbaton.

—¡Gran Escribiente! —dijo una catacresis que fue la primera en entender al hipérbaton—. ¡Y nosotros indefensos en esta hoja de papel mientras el mal se ríe en nuestras barbas!

Se armó un gran revuelo y la noticia llegó hasta las cuatro esquinas del folio. Un sujeto sumiso, que hacia todo lo que su predicado le ordenaba, corrió por orden de éste entre la jungla de palabras atemorizadas, a buscar el sabio consejo de un aforismo que vivía al final del segundo párrafo.

—Sólo el que nace muere —sentenció éste con la mirada perdida en la plenitud del doble espacio.

—Eso es totalmente relativo —intervino una paradoja romántica—. ¡El amor nunca muere!

—¿No debía decir yo eso? —terció una hipérbole—. Lo cierto es que es una verdad como un templo.

El aforismo seguía en sus trece, pues no admitía discusiones, así que la hipérbole empezó a insultarlo desmesuradamente por soberbio. En medio de la trifulca, una paronomasia se subió a una tilde para que la vieran bien:

—¡Cuánto cuento sin sentido! —protestó en voz alta—. No miro un mero atisbo de sensatez en vuestras discusiones. ¡Y la goma de borrar nos va a barrer!

—¡Sí, mirad! —señaló un símil—. Sobrevuela ya sobre nuestras cabezas como buitre en pos de su alimento.

—¡Ay! —gritaron temerosas unas tontitas exclamaciones que no sabían decir más que eso.

Mientras, una mancha de tinta china se reía desde uno de los márgenes:

—¡Ja, ja, pobres hijas del grafito! ¡Mira como tiemblan!

—¡Tú, tachón tiñoso! —le amenazó una enorme aliteración—. ¡Trata de templarte o te tendré que tumbar de un tortazo! ¡¿Entendido?!

El nerviosismo se extendía por momentos de renglón en renglón, sin que nadie supiera aportar una solución a la amenaza. El pánico se apoderó de una tautología:

—¡Voy a ser yo! ¡Soy la presa! ¡Me ha elegido a mí!

—¡Plas! —le golpeó en el rostro una onomatopeya para que recuperara la calma.

De pronto, surgió la voz de un epítome:

—¡Démosle ese punto y coma en sacrificio! —dijo señalándolo—. Realmente, apenas se utiliza hoy en día y tenemos en este texto muchas comas que lo pueden sustituir. Además, es un descarado, siempre anda guiñándome el ojo el muy amoral. ¡Vamos! ¿Qué me decís? ¡Démosle el punto y coma en sacrificio!

Todos volvieron su vista con un mirar perverso hacia el pobre punto y coma, que intentaba enterrar su coma en el suelo para parecer un punto. Demasiado tarde, ya unas epímones de voces estridentes exclamaban:

—¡Ofrezcámoselo al Gran Borrador! ¡Ofrezcámoselo al Gran Borrador!

El punto y coma intentó escapar, pero una mayúscula lo asió en alto y lo lanzó por encima de las frases hasta el margen superior, quedando expuesto en el blanco del papel a la vista de la goma de borrar. Un alarido de terror salió de la garganta del punto y coma cuando aquélla inició un vertiginoso descenso hacia donde se encontraba. Pero, de repente, cuando ya el punto y coma había cerrado sus ojos (esta vez los dos) ante la evidencia de su desaparición, la goma cambió bruscamente el rumbo, planeando decidida sobre la superficie del papel mientras los demás signos se encogían y gritaban histéricos a su paso. Acabó al fin por encontrar la goma su objetivo y, de un único zarpazo, se llevo consigo a una ‘b’ que ni tiempo tuvo de enterarse.

Las palabras de las frases próximas a la letra volatilizada, se quedaron mirando a su compañera que yacía moribunda, medio desangrada por causa de la amputación. Como la mayoría no eran más que vulgarismos sin mucho entendimiento, la incertidumbre se apoderó de ellas:

—¿Iva? —se preguntaron unas a las otras—. ¿Qué es iva?

De súbito, el Lápiz Supremo bajó veloz y un nuevo símbolo apareció en el hueco dejado por la ‘b’ desdichada:

—Claaaaro... —comprendieron sus vecinas—. Ahora sí.

Y las epímones estridentes, que eran muy cotillas y se habían acercado a ver que había pasado, comenzaron a gritar:

—¡Viva! ¡Viva! ¡Está viva!

Todos cantaron y rieron dichosos por el feliz desenlace, y recitaron loas a la bondad del Gran Escribiente que enmendaba las crueldades del Gran Borrador. Momento que aprovechó el punto y coma para retornar a su sitio sin llamar la atención, no fuera que el Gran Borrador hubiera quedado con hambre.

Texto agregado el 05-08-2002, y leído por 1457 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
27-10-2008 Genial!!!!, confieso que para comprender el texto a fondo tuve que recurrir al diccionario, así que ademas de pasar un excelente momento de lectura, aprendí algo de retorica, que nunca está de más. Ahora el texto mismo, es en si excelente, se nota un trabajo minucioso en el que nada queda al azar, cada frase tiene su razón de ser. Me encantó la imagen de ese punto y coma “que intentaba enterrar su coma en el suelo para parecer un punto“, bellísima. neige
29-11-2004 Este cuento lo incluía yo en el prólogo de todos los libros de texto de literatura y lenguaje. Quién sabe la de niños que maravillados se interesarían más por la literatura. Yo el primero. hemefeo
17-08-2004 tus cuentos si entretienen, claro como varios aqui tube que buscar palabras en el diccionario y con lo malo que soy para la ortografia, bueno pues. Deckside
10-02-2004 Hermoso juego de palabras que dibujastes en este texto. Grandioso. Un abrazo Pinocho
08-01-2004 Esto es un grandioso cuento, digno de certamen ;-) Saludos de Gabrielly
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