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La Diosa del Amor, Tender Love, había dormido bien aquella era geológica. Se levantó de buen humor y con muchas ganas de trabajar. Con una taza de café en la mano se aproximó al borde del observatorio universal y contempló sus planetas preferidos. Genitales parlantes, piscinas de esperma, suicidios románticos masivos... la diosa Tender Love estaba complacida. Dio otro sorbo a su café, estiró el cuello hacia los lados para hacer crujir las cervicales y con un suspiro se decidió a abordar la fastidiosa tarea de ojear los demás planetas.

Por aquí y por allá encontraba templanza, misticismo científico, castidad como ofrenda. Anotaba correcciones en su bloc de mala gana porque sabía que el comité divino no le dejaría emprender reformas. Repasaba las gráficas de cada civilización y éstas confirmaban el mismo panorama desalentador.

Pero un dato le llamó la atención. Subrayó con fosforito rosa una línea en su listado de civilizaciones. Se detuvo a observar el planeta de los humanos clasificados como "ojolampiños" por su falta de cabello en las córneas. A simple vista, los ojolampiños se besaban borrachos, se hacían regalos para romper el hielo y disfrutaban de sus genitales moderadamente, nada brillante. Pero según constaba en los últimos archivos parecía que repuntaba ligeramente su amorosidad. Tenían cierto potencial. Quiso pedir una segunda opinión.

–¡Arcángel Erótico, manifiéstate!
–Buenas eras, Tender Love, ¿qué tal estás?
–Bien, bien... oye, estaba aquí velando por los ojolampiños y te iba a preguntar... ¿qué tal se han amado?
–¿Desde el principio de su civilización?
–Sí, bueno, en general.
–Bien, bien, sin problema. – El arcángel temió una nueva iniciativa de la diosa.
–¿Pero no ha habido cambios como con los fluoritianos o como con los... astringentes?
–No. Así lo que se dice cambios sustanciales, no.
–Pues algo va mal. Están estancados.
–Pero Tender, querida, es uno de los planetas donde la atracción feromonal ha funcionado mejor si observas el balance total.
–¿Tan bien como con los cipotenses?
–Con ellos adoptamos medidas cortoplacistas, a mi entender. Fue un éxito efímero que acabó en desastre. Ya lo pusimos sobre la mesa en la reunión con el comité.
–Bueno, pero fue un éxito digan lo que digan esos hongos. Pero en cambio... los ojolampiños llevan una cultura amorosa, como diría... monótona.
–¿Monótona?. – El Arcángel Erótico empezó a agarrarse la túnica para limpiarse el sudor de las manos.
–Sí, escasa, aburrida, tibia... no sé, hace falta un brillo, un ¡chic!, un no se qué. ¿Me entiendes?
–No sé qué decir... hay crímenes pasionales y una gran producción industrial en torno al amor... a mí me parece que llevan una dinámica...
–¡Pamplinas!, ¡nos estamos conformando con lo bueno y lo bueno es enemigo de lo excelente!
–Sí, TenderLove, eso es obvio... – El Arcángel dio la batalla por perdida. ¿Porqué el comité divino no destituye a un ente tan limitado y caprichoso y lo nombran Dios del Amor a Él que lleva cuadrando objetivos perfectamente desde hace tres eones?
–No voy a dejar que los ojolampìños se conviertan en cerebros flotantes que se dediquen a abrir agujeros espaciotemporales. Te despistas una era y te dejan el universo lleno de paradojas. ¡Qué más quisiera la cursi de Sabiduría!
–Por eso no me preocuparía, Tender, los ojolampiños están muy lejos de llegar a tal estado. – dijo el arcángel con voz monótona mientras ponía los ojos en blanco. – ¿Me puedo retirar ya o me vas a seguir necesitando?
–Ah, no, no... gracias, Erótico. Vete a desayunar – dijo Amor dándole la espalda.
–He desayunado hace dos milenios.
–Muy bien, muy bien, repuso ensoñadora la Diosa del Amor antes de dar otro sorbo a su café.

Mientras tanto, en el planeta de los ojolampiños, – llamado "Tierra" por sus habitantes porque estaba hecho de tierra – un indígena macho lloraba desesperadamente sobre una funda de colchón nórdica. Sentía una intensa atracción feromonal por una hembra de su misma edad y poder adquisitivo. A pesar de cortejarla por medio de sonidos articulados y de invitaciones a locales de ambiente íntimo, la hembra rechazaba practicar el coito con él. La razón es que pertenecía a una clase social llamada "amigo" cuyos integrantes debían eyacular en privado. En general, en el planeta Tierra no estaba bien vista la eyaculación excepto en muy contados casos.

EYACULACIÓN -> MAL CONSIDERADA. La Diosa Tender Love rodeó esta observación con un corazón para destacar su importancia.

La misma conducta de este indígena era repetida frecuentemente en cualquier área del planeta Tierra. Estaba claro que los machos padecían enormemente pero también las hembras. Ellas buscaban, a veces durante la mitad de su vida, machos que no fueran "amigos" para practicar el amor y ciertamente era difícil encontrar un individuo que no perteneciese al clan. Buscaban en lugares llamados "universidades", "hospitales" o "supermercados" y sólo unas pocas hembras identificaban machos disponibles. Para facilitar la labor, la civilización ojolampiña había construido sistemas de transporte con los que conocer nuevos machos en lugares alejados en menos tiempo. Y la novedad en ese momento es que habían diseñado un sistema informático para facilitar la identificación y localización de machos no-amigos. Sin embargo, tenía el efecto contraproducente de que los machos eyaculaban gracias a la ayuda de este sistema informático y cortejaban en menos ocasiones.

INFORMÁTICA -> Menos cortejo – se apresuró a escribir la Diosa.

Cuando una hembra encontraba por fin un no-amigo para practicar el amor, se sentía amenazada por el resto de las hembras. Para asegurarse la permanencia del macho a su lado, ese macho se declaraba como "pareja" y no tenía permitido eyacular sobre otras hembras. Al cabo del tiempo, el macho dejaba de eyacular y entonces, mediante un complejo ritual, el macho era declarado "marido". Aunque las prácticas amorosas se detenían, muchos de los machos "maridos" seguían teniendo prohibida la práctica amorosa con otras hembras a veces durante el resto de su vida.

AMIGO = MARIDO = NO COITO / PAREJA = POCO COITO, garrapateó la Diosa del Amor para volver sobre el tema más tarde.

La Diosa tiró el bolígrafo al suelo y se frotó los ojos para paliar la cefalea que empezaba a sentir. Se apartó del observatorio universal y se puso a andar alrededor del templo con los papeles en la mano y reflexionó en voz aguda. "Es una civilización completamente absurda, se empeña en practicar el amor de la forma más complicada posible. Está claro que la atracción feromónica es completamente funcional como dice Erótico. La mayoría de los ojolampiños invierten la mitad de su tiempo en acceder al amor."

"¿Entonces porqué se empeñan en obstaculizar el amor mediante un largo y enmarañado proceso administrativo?, ¿es que a ellas les duele la vagina con lo elástica que es? o es al revés, quizás ellas quisieran recibir genitales masculinos más grandes...". La Diosa rechazó rápidamente esa opción, los genitales de los machos ojolampiños tenían el máximo tamaño que el comité le permitía crear desde el colapso de los cipotianos

Tender Love miró su primera anotación rodeada de un corazón y montó en cólera. "¿Qué pasa con el sistema orgásmico con que les he dotado?, ¿es que no les gusta su esperma?, ¿es que es un sacrificio tan enorme derramarlo o recibirlo con su color suave, su textura sensual, su olor frutal?. ¡Bah!, ¡desagradecidos!, ¡necios!, ¡bestias!"

– ¡Arcángel Erótico, manifiéstate! – La Diosa esperó cinco segundos.
– ¡Eróticoooo!
– Sí, perdona, Tender.
– ¿Dónde te habías metido?, ¿no ves lo que está en juego?, ¿no ves que es urgente?
– Estaba atendiendo la sección de...
– ¡Cállate!, ¿por qué a los ojolampiños no les gusta el esperma que he creado?, ¿es que no es un obra de arte meter tantos millones de ojolampiños pequeñitos en una gota?
– Eh...
– ¡Calla!, ¿acaso el fluido amoroso no es algo apreciado por cualquier ser inteligente?
– Pues...
– ¡Déjame hablar!, ¿acaso cualquier esperma no es codiciado en la mitad de las civilizaciones como una joya preciosa?. Muchos planetas lo usan como moneda de curso legal. ¿No es así?
– Tendría que...
– ¡Espera!. ¡Ya está!. Gracias, mi Arcángel, eres maravilloso, me has ayudado un montón y te amo. ¿Lo sabías?, ¿no lo sabías?.
– Sí...
– Vete, tengo cosas que hacer.
– Histérica de mierda. – susurró el Arcángel.
– ¿Decías?
– Llámeme cuando quiera – dijo muy formal Erótico antes de desvanecerse.

Al cabo de pocas décadas, en la Tierra, un macho de la clase "amigo", rechazado por una hembra, había terminado de llorar encima de una mesa holográfica. Se disponía a conectar su equipo informático para eyacular. La Diosa del Amor lo había escogido como prototipo para comprobar el éxito de sus reformas y concentró el zoom del observatorio sobre él. Mientras el macho se afanaba en estimular sus gónadas, Tender Love no dejaba de pensar en el comité a quién no había informado de su iniciativa. Si algo salía mal podían exigir su dimisión. Tragó saliva. El macho también. Había llegado el momento de la verdad.

Cuando el macho culminó su orgasmo, el esperma que normalmente el ojolampiño controlaba en una superficie algodonosa se esparció en forma de pepitas de oro. El pequeño macho gritó de dolor. La diosa Tender se sobrecogió. Una vez el escozor pasó, el macho adolescente se agachó para recoger y observar esas cosas que habían salido, parecía confuso. La Diosa del Amor estaba expectante. El macho ojolampiño examinó su esperma experimental cerca de una fuente lumínica. Lo mordió, lo rascó con la uña, lo pisó. Respiraba como un asmático y parecía enloquecido. La Diosa entrecerró los ojos temiendo haber fracasado, el macho no parecía feliz, al contrario, presentaba un aspecto enfermizo.

Pero al cabo de un rato el macho se tendió en su cabina hipnológica y se masturbó frenéticamente, recogiendo cada dorado producto de su esfuerzo hasta que se durmió extenuado con cuarenta gramos de petróleo amarillo recogidos en una funda para gafas.

La Diosa no cabía en sí de gozo. Tal y como ella había previsto, ahora los orgasmos serían tan valorados que todo esa complicada burocracia en torno al amor se rompería. Todos los machos serían bien vistos eyaculando en público y las hembras aceptarían embolsarse cuentas más pepitas de oro fueran posibles en sus seguras y herméticas vaginas de seguridad ignorando todo lo que antes les preocupaba. El amor sería la actividad más importante de los ojolampiños, su base económica y social.

La Diosa Tender, entusiasmada, cambió el sistema gonadal de todos los machos ojolampiños a la vez. Al cabo de pocas horas, millones de ojolampiños en todo el mundo salieron a la calle casi desnudos gritando eufóricos y bendiciendo su suerte.

Las eyaculaciones públicas no se hicieron esperar. En cada puesto de trabajo los machos producían riqueza y las hembras les ayudaban reservándose una buena cantidad de pepitas de oro. Los institutos públicos fueron comprados por grandes multinacionales. Los seminarios hicieron honor a su nombre. En las fiestas importantes se eyaculaba encima de los niños para que se pudieran comprar regalos. En menos de un año todo fue alegría y jolgorio ilimitado en el planeta Tierra.

El comité divino llamó a la Diosa Tender Love para comparecer en una reunión solemne. Presidía la sesión el Dios Genérico que tenía sentado a su lado al Arcángel Erótico armado con carpetas llenas de documentos y un proyector de diapositivas que ya había cumplido su función en ausencia de la Diosa Tender Love.

– Eres un traidor – dijo apretando los dientes la Diosa.
– He hecho lo que tenía que hacer – respondió en un tono muy profesional el Arcángel.
– Señores, no están solos. – advirtió el Dios Genérico.
– Perdone, Dios Genérico. – se disculpó el Arcángel Erótico.
– Bien, bien... así que usted, Diosa del amor, ha decidido unilateralmente alterar el sistema gonadal de una civilización que llevaba milenios dando buenos resultados. Sin cambios evolutivos ni mutaciones escalonadas. ¿Se dejo llevar por una idea genial otra vez?
– Efectivamente. He mejorado sustancialmente el amor de los ojolampiños. – afirmó muy asertiva.
– Ajá... Dígame, Tender Love, ¿usted sabe porqué la civilización ojolampiña ha durado tantos milenios si cada individuo sólo vive 130 años actualmente?
– Por la fuerza del amor. – Erótico escondió su risa detrás de un folio.
– Por la reproducción, Diosa del Amor, por la reproducción. Los humanos usan su esperma para generar un nuevo ojolampiño. ¿Porqué cree que hay tantos ojolampiños pequeñitos contenidos en él?
– Ah, claro... – susurró la diosa. El Arcángel estaba tan rojo que se transparentaba a través del folio.
– ¿Y sabe qué significa eliminar la producción de esos ojolampiños pequeñitos?
– Sí...
– ¿Qué significa? – insistió Dios Genérico implacable.
– Su extinción... – musitó muy acongojada la Diosa.
– No le oigo, señorita Love...
– Significa que se extinguirán, señor Dios Genérico.
– Efectivamente. Y no sólo eso. ¿Sabe por qué los humanos codician el oro?
– Por su parecido a la luz estelar. – El Arcángel estaba escurrido en el asiento pinzándose la nariz con los dedos.
– ¡Por su escasez!.
– También... – la Diosa del Amor estaba a punto de llorar.
– Es usted una inepta, Señora Love.
– Señorita.
– ¡Cállese!. – el Dios Genérico se contuvo para no fulminarla allí mismo. – Si no fuera por la pronta advertencia del Señor Erótico habría colapsado otra civilización como pasó con los cipotianos.
– Perdóneme, señor...
– Queda usted perdonada... ¡Y dimitida!. Recoja sus efectos personales, márchese a formar una constelación y no se moleste en organizar una fiesta de despedida. No le quiero ver más por aquí.
– ¿Y quién velará por el amor ahora que yo no me preocupo por él? – Tender Love ya estaba llorando.
– Alguien mucho menos estúpido que usted. – Al decir esto, el Arcángel Erótico evadió la mirada vengadora de la ex-diosa.

Con la dirección del ex-Arcángel Erótico, ahora Dios del Amor, los genitales de los machos de la Tierra volverían a manar ojolampiños microscópicos. El Dios estaba preparado para una gran crisis mundial. Las estructuras económicas, comerciales y sociales de todo el planeta se habían adaptado al nuevo valor y la industria tenía al oro como materia prima. Los tejidos eran de oro, los edificios eran de oro, los implantes eran de oro, los componentes de alta tecnología era de noble y abundante oro. Cuántas guerras y desastres cometen las civilizaciones por poseer un material que escasea y del cual depende su supervivencia.

El equipo de Ángeles investigadores formado por el Dios Erótico remitían sesudos informes para paliar la crisis. Serían presentados en el comité dejando en ridículo a los demás jefes de departamento que se habían apoltronado en sus eternos sillones. Eran tan viejos como el universo y les faltaba reflejos. La presencia del Dios Erótico en todas las iniciativas sería imprescindible. Y el Dios Genérico estaba tan cansado...

Una vez todo estuvo bien documentado y clasificado, el Arcángel Erótico restableció la efusión de esperma tradicional de los machos ojolampiños.

Efectivamente, la actividad de la tierra se bloqueó en seco. Los líderes políticos se reunieron en cumbres mundiales y los secundarios políticos comparecieron en ruedas de prensa. El grito fue unánime: ¡Procread ya!

Los ojolampiños practicaron el amor con nuevos bríos y ejemplar civismo. Todos temían que la producción de esperma tradicional se agotase de nuevo. Derramaron dulce y tibio esperma en cualquier vagina, generando hijos y más hijos sin recordar los protocolos antiguos. Cuando la cuota de nuevos ojolampiños fue suficiente, los ojolampiños no cesaron de disfrutar del amor, en cualquier lugar y con cualquier persona, pariente, vecino, chico o anciana. El amor había procurado un nuevo orden social de armonía y plenitud vital que el departamento del Arcángel Erótico jamás hubiera logrado con sus presentaciones impecables y sus bases de datos.

A partir de entonces, en los institutos, los adolescentes se masturbaban mientras aprendían que hubo un tiempo en que el amor era visto con horror y los ojolampiños eran codiciosos y violentos. Perdían el tiempo desarrollando inventos inútiles y se evadían con actividades e ideas absurdas.

Aprendían que el mundo fue monótono y complicado hasta que la Diosa del Amor les enseñó la lección fundamental que todos deberían aprender y no olvidar nunca. Al decir esto, el profesor o profesora ojolampiño se despojaba de su ropa y procuraba amor a sus alumnos con exquisita dedicación y por orden alfabético. Y esto no varió en varias eras geológicas hasta que la civilización ojolampiña fue barrida completamente por la erupción de su estrella, llamada "Sol".

Desde su constelación, la auténtica Diosa del Amor, Tender Love, contemplaba complacida lo que más había anhelado: el despido fulminante del Arcángel Erótico.

Texto agregado el 04-02-2008, y leído por 176 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
14-02-2008 Nuevos planes... para ganar en LAs vegas. 4* tony_manero
04-02-2008 El amor... el poder iniciador de la vida... Je, muy entretenido... thehopelessromantic1
 
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