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Cuando me dispuse a salir de mi casa, tome el abrigo y partí en rumbo desconocido. Salía a buscar algo que hiciera mas alegre mi vida, algo de música.
Camine en lento paso por una calle hasta llegar y encontrar la casa de mi amigo. Golpeé la puerta y salimos juntos a la casa de la cordobesa. Al llegar a su casa salió ella a atendernos y se sorprendió al vernos. Ya los tres juntos fuimos a dar a Los Morros, mas precisamente a un lugar conocido como “las sogas”. Se llamaba así por que colgaban de una gran lenga unas sogas en las que solíamos entretenernos.
Fumaron unos puchos(yo no fumo) y nos pusimos a hablar de música y demás cosas que solo se hablan para pasar el tiempo. Caminamos por varios lugares de gran belleza, yo observé que entre mi amigo y la cordobesa había onda, por sus miradas. En esa caminata surgió una charla:
- Che, viste lo verde que son esos árboles-dijo la cordobesa-
- Si, la en verdad, son tan verdes como esté verde.-dijo mi amigo al tiempo que lanzaba un garzo-
- ¡He! Loco no seas tan zafado que hay una mina. El garzo no es tan verde, es mas bien clarito, tirando a celeste-dije yo-
- ¡Que pelotudos que son! No son poetas-Dijo la “cordo” entre risas-
- ¿Quien dijo que no somos poetas? Es la imagen que vos tenés de mi porque no me conoces lo suficiente. Uno puede ser poeta de cualquier cosa, por ejemplo de la vida.-Dijo mi amigo con voz de conocérselas todas-
- Ya empezamos con boludeces...-Dijo la “cordo”
- Vos querías poetas, gente que hablara en serio, pues a acá los tenés y ahora te los bancas.-dijo mi amigo-
- Yo creo que la poesía se nutre del hombre y su entorno, de deslumbrarse al observar un amanecer o quizá una mujer. Un poeta no busca deslumbrar, busca deslumbrarse a si mismo. Tocar cosas que otras personas han ignorado con la mano del asombro, ese es el poeta.-dije yo-
- No hay poesía sin imágenes, los poetas no son nada sin ellas. ¿O acaso el desamor, el desaliento, no es una imagen fiel de su más oscuro interior?
- La poesía se nutre de los recuerdos.-dijo silenciosamente la cordobesa-
- No pienso lo mismo, porqué por empezar ¿Que son los recuerdos? Son solo vulgares gorriones que le cantan al alma. Pero yo, poeta, puedo escribirle a mi presente con una mujer, a ese incondicional amor que siento por ella.
- Bueno, loco, vamos a tu casa a tocar la viola o hacer una joda, porque la cordobesita se está embolando.
Nos fuimos por el mismo camino que llegamos, caminamos y caminamos hasta llegar a mi casa.
Una vez en mi casa, pegamos unas llamadas a todos mis amigos y en un santiamén estaban con escavio y morfi pa’ la joda. Nos metimos los 8 ó 9 que éramos a la pieza y yo de toque empecé a apretar con una mina. Como siempre un gran silencio se adueñó de la pieza, ya que todos estaban meta lengua no más. Mi “amiga” por así decirlo, me invitó a que fuéramos afuera. Una vez afuera hablamos así.
- Sos una persona re-buena leche. Me caes muy bien.-comento ella-
- Vos también. Espero que esto sea una cuestión pasajera en un 95%, porque sino lo que vivimos no existe. Es nada.
- Algo hay, pero no se qué.
- Puede que exista tu amor, como esta brisa que nos acaricia suavemente y anuncia el rumor de tu estadía en mi invierno o viceversa. Pero recordá que solo hay una única brisa en nuestro cruce, aprovechemos su paso alcanzar el crepúsculo esta noche.
Finalizado esto, besé sus labios, acaricie su pelo, y me fui evaporando lentamente, muy lentamente hacia a otro lugar, otra dimensión. De repente sus ojos me saludaban entre llorosos y risueños, yo gritaba y ella no me escuchaba. Caminé por bosques y lagos, crucé ríos y desiertos velozmente, solo para volver y marcharme para siempre...

Texto agregado el 08-04-2004, y leído por 182 visitantes. (0 votos)


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