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Pedro y Simòn

El sol derramaba su ocre color sobre las aguas tranquilas; a lo lejos gaviotas trasnochadoras seguían aleteando sobre el paisaje. Sentado en el desvencijado pòrtico Pedro apretò suavemente a Simòn contra su costado y acariciò su cabeza; èste a su vez, correspondió lamiendo repetidamente la mano de su amo con alegres movimientos de su cola. Se amaban profundamente.
Mirando aquellos hermosos ojos color miel, Pedro recordó còmo Simòn, para su fortuna, llegó a su vida una tarde de invierno. Arreciaba el agua, y el fuerte temporal azotaba con furia las palmeras cercana s a su destartalada casa (apenas una habitación con un pequeño baño y cocina). Su amado hogar hasta que murió Tereza, su esposa y amiga, juntos la construyeron
poco a poco. Eran dos locos enamorados de la vida y de las cosas simples. La pequeña casa al lado de la playa tenía todo lo que ellos necesitaban para ser felices, tenìan planes para el futuro: tener hijos, quizás dos o tres, un perro, pequeños lujos, tantos sueños….. Pero ella partió antes de tiempo y Pedro se quedó de repente solo, muy solo. Intentò varias veces suicidarse ahogándose en el mar, pero cada vez que estaba a punto, se arrepentía en último momento. Quizàs tendría una misión que cumplir antes de su partida. Asì lo asumió y decidió continuar viviendo. No tenía dinero, el empleo que tenía lo había perdido por no ir a trabajar en aquellos días que la tristeza lo invadió. Tereza se había llevado con ella todos sus sueños, asì que por mucho tiempo no hizo nada. Fue asì como empezó a reciclar para conseguir algo de comida y no morir de hambre, tenía por lo menos una casa donde guarecerse del frìo y donde dormir; aunque la casa se estuviera cayendo por falta de mantenimiento.
Era de noche y la lluvia se filtraba por el techo, y entre truenos y relámpagos escuchò un gemido que se repetía una y otra vez . Su corazón dio un vuelco y se sintió muy angustiado. Algo superior a èl lo obligò a tomar una linterna y salir al encuentro de aquel gemido.
Sòlo un loco saldría a darle cara a aquel temporal. La fuerte lluvia golpeaba su rostro como si fueran pequeñas agujas. Puso una mano sobre su frente y continuò buscando. Depronto, lo vio, era una masa negra sanguinolenta que apenas se movìa. Los gemidos eran màs quedos, se acercò y unos hermosos ojos color miel lo miraron directo al alma. Sintió escalofrìos, fue lo único que sintió, el miedo se evaporò. Lo embargò una gran compasión por aquel ser que apenas se movìa. Lo tomò entre sus brazos y lo llevò a su casa.
Ante la luz de la vela se dio cuenta que aquella masa negra y sanguinolenta era un hermoso pastor alemán y estaba herido. Su mano derecha estaba fracturada y sangre manaba de una herida, al parecer, impacto de bala, un orificio la atravesaba de lado a lado. Pedro entrablillo la mano del animal y lavò la herida. El pobre estaba muy débil, quièn sabe cuànto tiempo llevaba allì tirado. Le ofreció agua y el animal bebió sin parar; luego lamiò su mano y se sintió seguro. Se había creado un lazo indestructible entre los dos. Lo llamarìa Simòn, como a su primer hijo si lo hubiera tenido.
Simòn sanò y aunque su cola quedó torcida y su pata chueca, esto nunca le impidió acompañar y ayudar siempre a Pedro en su labor de reciclaje. Pedro se extrañaba al mirarlo, Simòn no era un perro cualquiera, era especial, muy especial, siempre encontraba cosas entre la basura que èl nunca hallaba. Una vez encontró un reloj, en otra oportunidad un billete, en otra un anillo ¡ Asombroso…. El perro parecía tener instinto para las cosas de valor. El vendìa todo aquello y con el dinero obtenido compraba comida; su prioridad. Asì, Simòn se convirtió para Pedro en su bien màs preciado después de Tereza.
Un dìa, al regresar de la compra de algunos víveres, no encontró a Simòn en casa. Lo llamò, lo buscò angustiado por todos lados, se desesperò….. pero simòn no apareció. Pedro se sintió solo muy solo, he hizo lo único que sintió ganas de hacer…. Llorar, llorar mucho. Simòn sòlo llevaba 23 dìas con èl; pero no importaba el tiempo, èl lo amaba, lo extrañaba, era todo lo que poseìa. Por eso y a pesar de sus 65 años, Pedrò lloraba como el niño que no se permitió ser hacia muchos años atrás, lloraba… y su llanto llegaba hasta las estrellas. Se durmió llorando, el cansancio lo venció y en sus sueños lo escuchò como aquella noche en que lo encontró, lo escuchaba cada vez màs fuerte, no se querìa despertar, querìa seguir durmiendo pero un continuo rasgar en la puerta no lo dejaba aferrarse a su sueño. Se levantò y furioso abrió la puerta, algo muy pesado se le vino encima y lo ahogaba a lametazos. Simòn estaba dichoso de verlo y asì lo demostró con sus fuertes ladridos. Halò la bota de sy pantalòn y lo obligo a seguirlo hasta un bulto negro. Pedro se inclinò y abrió la bolsa, sus ojos no podían dar crédito a lo que veìan. Tomò la bolsa y se la llevò a casa. Allì, continuaba atónito mirando aquella bolsa. Simòn colocò la cabeza en su regazo y lo miraba atentamente; Pedro sòlo atinaba a acariciarlo. Pasado un tiempo se fue con Simòn a la cama, lo abrazò fuertemente y se durmió feliz . Mañana sería otro dìa, quizás lo acontecido era tan solo un sueño, necesitaba estar seguro.
Eran las 6 de la mañana, Pedro se despertó, Simòn cuidaba su sueño. Entonces………..no era un sueño , la bolsa todavía estaba allì. Què haría, dònde la habrìa hallado Simòn, de quièn sería,
Alguien la estaría buscando? Sin pensarlo dos veces cuestionò a Simòn: ¿dondè la encontraste? Simòn salió como un rayo de la casa y empezó a aullar, volvió a casa y lo tiro suavemente de la mano. Pedro lo siguió un largo trayecto por la playa y se adentrò con Simòn entre unos espesos matorrales y màs allà, hasta una pequeña arboleda. Apenas si se veìa la retorcida cola de su pastor alemán a al distancia. Cuando Pedro lo alcanzò, èste empezó a escarbar la tierra dejando al descubierto otra bolsa como la que tenía en casa. Pedro lo abrió y su contenido era igual al de la otra. Simòn seguía escarbando y en cada lugar escarbado una bolsa igual con igual contenido aparecìa. Pensativo, volvió a enterrar las bolsas con su extraño contenido; era mejor; aunque aquel lugar estaba muy lejos del poblado y muy pocos los visitantes, que aquello quedara fuera de algún ojo humano. Regresò a casa feliz….. había tomado una decisión con respecto a aquellas bolsas. No le diría nada a nadie, sería un secreto entre èl y Simòn.
A partir de aquel dìa, su vida cambiò y mejorò. De vez en cuando reciclaba con su amado amigo para no olvidar los viejos tiempos. Nadiè se fijaba mucho en èl, no tenía amigos, era invisible para la gran mayoría de las personas que deambulaban por el pueblo. Iba allì a comprar víveres, lo màs necesario en cada lugar, compraba en locales diferentes cada vez para no llamar demasiado la atención. Necesitaba seguir siendo invisible, además, èl no necesita demasiadas cosas: comida si….. mucha comida para èl y para su compañero, jamàs volverìan a tener hambre, algunas cobijas, algo de ropa y algunas otras pequeñas cosas, cosas del diario vivir. Nada màs.
Asi fue como Simòn llegó a su vida, asì fue como Simòn cambiò su vida, asì fue como Simòn llenò su vida. Este perro nunca sabrà cuanto lo amo, pensó Pedro….. guau, guau, guau, respondió Simòn. El perro si sabìa, èl también amaba a Pedro.
El sol se extinguía…. Una hoja de periódico paso dando pequeños giros a causa dela suave brisa por el frente del pórtico. Pedro se sintió tentado de salir corriendo tras ella; era material de reciclaje, pero dijo para si: “cada quien tiene su destino, cada cosa su objetivo….dejarè que esa hoja continúe con el suyo” y besò el suave pelaje de Simòn.

Aquella hoja de periódico tenía en primera plana la foto de Simòn con titular que decía:”Si usted ha visto a este pastor alemán, favor avisar inmediatamente al Ejercito Nacional. Responde al nombre de Angel y està entrenado específicamente para detectar caletas de dinero y drogas . Es muy valioso para nuestro departamento. Se ofrece millonaria recompensa.”

Pedro y Simon se fueron a dormir como siempre, apenas el sol se ocultò. Ademàs, Pedro no tenía televisión.

Texto agregado el 17-02-2008, y leído por 119 visitantes. (0 votos)


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