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Inicio / Cuenteros Locales / rdejunio / Fidelidad. Silvia Parra B.

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Cierto que permaneces a mi lado y me abrazas hasta ahogarme y no te deseo, te rechazo y me tiendes un cerco de telarañas grises, intentando poseerme, me defiendo de ti con un libro, un lápiz o un pincel y huyo por caminos aromados de ensueños. Corro, salto para coger las últimas hojas de alguna rama. Salobres nostalgias me inundan llevándome frente al mar, sentada en la arena disfruto caricias solares en mi piel y la brisa en mis cabellos. Tú llegas y escondes el sol y desvías la brisa. Me alejo y busco refugio en la estación de trenes, mis padres llegan, sonríen y desaparecen. Deseo ir más lejos, donde haya mucha gente. Aeropuerto,personas llegando, que se despiden y se van contentas y entre esa gente me doy vueltas y vueltas. Percibo otros aromas, diversos idiomas, risas,abrazos y más de alguna lágrima. Cierro los ojos y mis quimeras se esparcen en distintos matices sublimes. Podría ir a Madrid o a Punta Arenas y se que llegarás en cualquier instante al vacío que pretendo dejar. Mi valija repleta de esperanzas, recuerdos de minúsculos dientes en pequeñas bocas rosa y la infatigable danza infantil, voces amadas, en lejanía...
Regreso a casa y apareces cuando descanso, llenando de silencio mi habitación y siento que me oprimes otra vez. Para zafarme de ti busco algo que hacer, ordenar, leer o escribir, ver fotografías y con ellas la casa se llena de risas y juegos, rencillas y cariños.

Al atardecer medito mucho y decido reconciliarme contigo y apreciarte en lo que vales. Te tengo después de cada una de mis fugas. Admiro tu paciencia, allá muy lejos quedó el tiempo en que empezamos a convivir. ¡Que fidelidad la tuya! No como yo que escapo y al regreso encuentro tu serenidad. Discúlpame cuando angustiada te he maldecido, olvida. Ahora me molestas menos que los nocturnos ladridos de los perros, que las tétricas sirenas callejeras horadando el silencio de la noche, empiezo a reconocer tus méritos.
Siempre estás conmigo, no miras el reloj ni preguntas de donde vengo ni que hice. Indiferente a los artículos de mi tocador. No revuelves los cajones de mis muebles ni protestas por la música que escucho o por la luz encendida. No te preocupa mí cambio físico ni si he subido de peso. Silente te sientas a mi mesa, no me miras y yo torpe esperaba un esbozo de sonrisa. Más aun confiadamente como siempre te acuestas en mi cama, soledad, compañera por varios lustros.
Silvia Parra Baeza.

Texto agregado el 28-02-2008, y leído por 465 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
19-11-2016 Parece ser que la SOLEDAD es, después de los frustrados intentos de obtener una buena y eterna compañía, la ideal... Me encantó tu texto tan elocuente. ¡Felicitaciones! calara
21-06-2015 Me encantó el comentario de alma guerrera. No entendió nada. gcarvajal
21-06-2015 Corta zar hablaba de estar solo en medio de una multitud. Es un sentimiento que nos acompaña a todos en mayor o menor grado. Cuidado porque tiene una compañera muy cruel, la depresión. gcarvajal
03-08-2011 Silvia, qe hermoso relato, es una idea que gira y da un vuelco inesperado de lo que creíamos era. monicapilar
11-02-2009 Corre como un arroyo tu reflexion ,es fantastica.Me gusto mucho ********* shosha
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