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La sonrisa de aquella cara era espectacular, la perfeccion de los dientes, esos labios totalemnte sensuales y de suavidad singular; todo era perfecto en esa boca, la forma, el color, ¡todo! Me di vuelta y vislumbre a traves del espejo, la cara destrozada y demacrada de Pete; él no me estaba mirando, pero yo si a él, podia observar el sufriemiento que le causaba estar tantas horas trabajando para poder traernos todos los gustos. Era increible como persona, como amigo, como esposo, como todo. Era increible de verdad. No sabia que podía hacer para ayudarlo, para cuidarlo, para que se diera cuenta que yo también tenía intenciones de cooperación. Volvió la sonrisa, era perfecta, codiciada por todas. ¿Cómo podría obtener una de tales cualidades? Trabajo, era la única palabra que venía a mi mente. Una risa ironica y estrepitosa provino de Pete. ¿Me habría estado escuchando?. Pero si yo no estaba hablando, simplemente pensando.

¿Qué paso Pete?
Trabajar, jaja, lo que tu quieres es trabajar. Atorranta, no podes sacar ese engordado trasero del sillón frente a la tele y ¿queres trabajar?; haceme el favor gorda, hace ejercicio en un principio, y deja que de la casa me ocupo yo como siempre; no sos capas de..- observó por un segundo mi cara asombrada y continuó – lavar los platos siquiera, y queres trabajar; y lo peor de todo vieja atorranta es que es solo por una sonrisa, no es para ayudarme a mí, que me parto el culo para que vos comas esos malditos y engordantes chocolates. Me avergonzas Olga, de verdad me avergonzas.

Me quede totalmente asombrada ante tal respuesta, y congelada en el centro de la cocina me pase unos 15 minutos, observando como Pete terminaba de lavar la vajilla. Agresión, me había agredido de forma indescriptible, y aun no podía, por causa del asombro, hacer que mi cuerpo diera media vuelta y se dirijiera en soledad al pequeño cuarto. Pete no me miraba, actuaba con suma indiferencia ante mí, y mi corazon estaba a punto de estallar, los impresionantes latidos, parecían querer escapar, para golpear al hombre, al repugnante hombre. De que manera iba a dejar que ese maldito me prepoteara de tal forma; era inaludible, su cara asquente, ¿de qué forma podría haberme casado con aquel cretino? Tenia ganas de gritarle “Hijo de puta, mal parido” pero supuse que de esa forma no iba a llegar a nada.

- Hijo de puta, ¿a mi me decis? ; si somos totalmente objetivos, tu vieja era una atorranta como vos, sin verguenza, se andaba acostando con todos los hombres que se le cruzaban. Que careta que es la gente.

No respondí, no tenía ganas de seguir siendo humillada por aquel asquente y repugnante hombre. Yo seguía totalmente helada parada en la cocina, frente a mi estaba la heladera, pequeña, por supuesto, como todo en nuestra casa, la casa era pequeña también, el dormitorio diminuto, y mi adorada tele también. ¡Maldita sea! ¿Cómo iba a remediar todo esto? A Pete algo le sucedía, nunca solía actuar de esta manera conmigo, era increible como podía hacer sentir mal a una perosna, increible de verdad. Sentía destrozado mi cuerpo, todo en mi. ¡Ufa! Ya estaba harta de todo eso, ¡harta! Simplemente, harta de estas situaciones, el divorcio, esa era la palabra indicada, divorcio, le iba a pedir el divorcio porque ya estaba harta de él, de sus caprichos y de todo. Pero ¿quién iba a mantener la casa?.

Jaja! Divorciate, yo no tengo problema, es más para mi mejor, una responsabilidad menos, una gorda y asquerosa responsabilidad menos.

Listo! Se acabó, corrí hasta el cuarto y me tiré en la cama, ya no sabía como actuar frente a todo esto, tomé una pastilla del cajón, no sabía cual era la que necesitaba de todas, siempre con mi desorden, ¡que asco! Que desesperé, que situación asqueante. Por fin la pastilla hizo efeco en mí, y yacía totalmente dormida.
Me desperté en tres horas, pese a que había tomado algo asi como tres pastillas, sumamente fuertes, las que por lo que decía en la caja eran capaces de dormir a un elefante, ¡mentiras!; solo yo caía en aquellas sutiles mentiras, que ingenuidad. Decidí hacer, por un impulso momentanio pero definitorio, algo que debía haber hecho hacía mucho. Bajé a la cocina, y abrí el cajón, mis manos estaban muy sudadas y temblorosas, ya comenzaba a ponerme nerviosa, y esta acción iba a ser sumamente hiriente y marcante para mi, pero debía llevarla a cabo de una vez. Tomé la cuchilla que había comprado Pete una tarde en la feria de los domingos, estaba muy herrumbrada, asi que supuse que la penetración si no provocaba la muerte iba a hacer una gran infeccion en la herida causada, y algun que otro mes sufriendo iba a pasar. Un vaso de agua estaba a mi espera sobre el marmol de la cocina, debió haber sido servido anoche, y que problema iba a surgir si me lo tomaba, me encontraba sumamente ansiosa, asi que procedí sin problema. ¡Fondo blanco!, me tomé toda el agua de un sorvo, y no habia nada mas en aquel vaso, ahora me sentía mucho mejor, mas segura. Tomé de vuelta la cuchilla, mi cabello despeinado recaía en mi cara, con la mano izquierda lo heché para atras, pero nuevamente reposo en mi mejilla. ¡Maldito pelo!, pero me dio una gran idea, debía probar cual era el filo de aquella espelusnante arma, sostuve tirante el mechon de cabello, y con un simple hachazo, descubrí que la cuchilla tenía mas filo del que imaginaba, seguramente Pete la había estado afilando por días para poder utilizarla. ¿Para quién querría él utilizarla? Quizá quería matarme a mí. Mas deseos surgieron, y decididamente opte por subir la escalera, deje el arma sobre el entrepiso y me digné a subir cuidadosamente para no hacer ruido y despertar a Pete. Maldita escalera empinada, aquel horrible y polvoriento entrepiso... pensé, ese lugar ya no iba a ser mi sitio, cuando Pete muriera, iría al banco y sacaría todo aquel maldito dinero, ¡santo dios! Ya me estaba imaginando en una casa hermosa con empleados que me sirvieran, y podría tener al fin esa divina sonrisa, tan deseada. Me marié, que sensación horrible, el estomago, revuelto, ¡que asco! Sentí que me iba a desmallar, y lo hice, me desmallé. Quería levantarme pero no podía, se me dificultaba enormemente. Mi cuerpo se enfriaba, y lentamente perdí la movilidad de este.
Pete se levantó, e intento abrir la mano de Olga para sacar la cuchilla, estaba realmente dura, pero luego de varios intentos pudo quitar el arma.

¿Creias que yo iba a ser tan idiota de caer en tu jueguito? Ingenua te tomaste ese vaso de agua, que ingenua la gente, de verdad, yo nunca cogería un vaso que dejó mi odiado y perverso esposo. ¿Te pensabas que no sabía las intenciones que tenias?- Una estrepitosa y malevola risa surgió - Me siento felíz, al fin tomaste la iniciativa pero yo voy a ser el que la culmine. ¿ qué era lo que mas deseabas? Una sonrisa ¿verdad? Una sonrisa perfecta...

Tomó la cuchilla, la herrumbrada cuchilla, y tajeó tres veces horizontalmente los carnosos labios de olga, y luego se dignó a realizar otros dos tajos pero esta vez en vertical,logrando formar unos desagradables cuadraditos, y tomó un pequeño trozo de labio que había caido desprendido al piso.

Aquí tienes tu sonrisa.

Texto agregado el 11-03-2008, y leído por 114 visitantes. (0 votos)


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