Mírame,
destrózame el alma.
Desármame,
hasta que me entregue.
Deshilacha mi memoria,
hasta que no quede
más que tu rostro
en ella...
Hazme suplicarte más,
un poco más, de ese amor
arrollador,
que me perturba,
pero que solo tú
me podrías dar.
Date permiso
para exigirme,
las caricias y los besos
a los que te acostumbraría yo.
Y no te vayas,
no me dejes,
y no me olvides.
Sólo mírame y di
que me quieres,
sin presiones, sin temores,
en mi lugar,
donde encuentras la calma,
donde está la paz
que tanto tratas de encontrar.
Y quédate,
este es tu espacio.
Este mundo era tuyo
mucho antes de que llegaras.
Mírame, sonríeme
destrozando mi calma,
apuñala mis sentidos
en secreto, en silencio
en penumbras,
sin olvido.