TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / egoiste / Fuego

[C:34312]

El día había llegado, y Lena esperaba impacientemente en su celda.
Esta noche iba a sentir el fuego desgarrarle sus carnes, sacándole un grito de dolor y haciendo creer a las gentes del pueblo que eso es justicia. ¿Pero, acaso ella había cometido un crimen? No. La gente la acusaba por brujería, como a sus dos compañeras de celda, que esta noche iban a quemar junto a ella.

Ellas eran Dandy y Aya, dos hermanas gemelas que apenas tenían un rasgo físico en común. Dandy tenía el pelo rubio, lacio, largo. Sus ojos eran del color de la miel, y muy grandes. Parecían dos pequeñas estrellitas, con luz propia. Su cara era ovalada, con las mejillas sonrosadas y la barbilla marcada. Por el contrario, la de su hermana era larga y fina, su pelo era moreno, ondulado en unos pequeños tirabuzones que le caían hacia la mitad de la espalda. Lo más inquietante eran sus ojos: azules cual cielo de primavera, pero fríos y duros como un iceberg. Esos ojos relataban muchas cosas sobre ella si uno era capaz de leerlos. Eran un claro espejo de su alma. Y en este caso, mostraban crueldad. La gente al ver sus ojos se asustó. Ya desde que llegaron, con sus extraños nombres y ropas (Y más en aquel momento de histeria colectiva), la gente empezó a sospechar. Nadie las creyó marineras, pues dos mujeres serían incapaz de llevar un barco muy lejos, y no trajeron compañía, por lo cual debían ser brujas.
Y como brujas las trataron, metiéndolas allí, junto a Lena, mi Lena. Aún me acuerdo del brillo de su pelo, rojo como el fuego, y al cual el fuego destruyó.

Yo intenté salvarla, discutiendo y peleandome con los jueces y el capellán, aun bajo riesgo de que me quemaran junto a ella, cosa que me hubiese complacido más que cualquier otra ridícula opción de las que ese personaje podía darme.
“Si no vivimos juntos, moriremos juntos”, pensé en aquel instante, cegado por la ira que producen las injusticias, por lo que aclamé mi complicidad con su supuesta magia, pero el capellán lo negó. Alegó que en ese caso realizara magia para demostrar la certeza de mis palabras. Pero yo, ante mi impotencia, puesto que apenas conozco el mundo de la brujería, me di media vuelta y me marché sin añadir nada.

Texto agregado el 13-04-2004, y leído por 120 visitantes. (0 votos)


Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]