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Termino de escribir, por lo menos por ese dia. Como de costumbre, se sintio abrumadoramente cansado, sin lograr descubrir nunca el motivo, teniendo en cuenta que sus años mozos habian pasado hace tiempo, y con ellos tambien, gracias a ese dios en el que nunca creyo, los agotadores dias del trabajo de subsitencia.
Sus dias transcurrian simples desde que su esposa muriera, rodeado de sus muy amados libros, dulce y espeso humo, largos y placenteros paseos, ocasionalmente pintura y bastidores, su infaltable compañera la musica y sus viejos amigos el papel y la lapicera.
Su espiritu se mantenia vivo pese a que su cuerpo ya no lo acompañara, pero por suerte ese dios en el que si creyo durante toda su vida, el que hoy crecia lenta y parsimoniosamente en el fondo de su casa, aun lo acompañaba y lograba hacerle soportable la tranquilidad y la felicidad de estos dias apacibles. Desgraciadamente, aquellos otros dioses que antaño tambien venerara, cuyo poder era tal que con un simple pinchaso lograba perderse de su mente y de sus recuerdos, ya lo habian abandonado. Tenia que admitirlo, muchas cosas no resultaron como el creyo y su vida no fue exactamente la que el imaginara a sus 20 años. Si habia estado plagada de excesos, pero pese a esto no habia muerto como creyera (o deseara) a los 27 años, y no contento con eso tampoco habia tenido el valor de volverese piruja a los 40 si es que pasaba dicha edad como siempre amenazara.Se habia vuelto a enamorar, por mas que una vez pensara que eso simplemente no sucederia de nuevo, de una mujer tierna y cariñosa, aunque increíblemente alocada, lo que la convirtió en la persona adecuada para el, a la que aun hoy llevaba flores al cementerio y recordaba, siempre durante el dia, con amor y cariño.
La vida se encargo de golpearlo en su orgullo y testarudez, demostrandole su mayor equivocación en pensar que la felicidad le estaba vetada. Si señores, efectivamente, pese a todo y al final de cuentas, habia sido feliz. Y esa felicidad lo acompañaba hasta hoy. Pero esta felicidad era, a esta altura, como la tibia y acogedora calidez de estufa, y el siempre necesito del frio desgarrador del invierno y el calor abrazador del verano. Hacia demasiado tiempo ya desde la ultima vez que algo lo enamora tanto hasta el punto de arrancarle gemidos de dolor, o que un sufrimiento verdaderamente intenso le demostrara la belleza del mundo.
Estando asi las cosas no resultaba difícil entender porque despertaba cada mañana esperando ansiosamente que ese dia fuera el ultimo.
Pero habia algo mas. Algo que, a pesar de la felicidad que lo embargaba, volvia sus noches insoportables…


Si habia logrado ser, a pesar de todo, feliz, sin embargo, en algunas cosas no se habia equivocado, y una de esas cosas era la que, al triste sentimiento de estar cansado de vivir, ese que no lo dejaba en paz desde que tuviera memoria, le hacia preguntarse cuanto mas tendria que esperar.
Y en eso, aun antes de lo que esperaba y pretendia para ese dia y su tranquilidad en las horas que le quedaran de vigilia (por suerte ya eran pocas, rondaban las 3 de la madrugada), vino a sus pensamientos. Pero hoy llego de forma distinta, sorprendiendolo literalmente, ya que su memoria hacia tiempo que no era tan precisa, con un recuerdo extremadamente vivido. El tenia 19 años, a medidados del septiembre de un año que tendria que sacar cuentas para saber cual era. Volvia del trabajo, y considerando que faltaban menos de 15 dias para ese momento decisivo de su vida, se encontraba repitiendo nuevamente en el tren las palabras que le diria, palabaras poco extensas, pero llenas de significado, y entre ellas se encontraba esa afirmación, esa certeza para el, la que luego se convertiría en su sino, aunque ella jamas las creyera.
Recordo todo esto, sin dejar de encontrar extraño que en aquellos tiempos jamas pensase realmente que ella podria confirmarle esa negativa que le diera hace un tiempo. Ya no te amo, le habia dicho, pero como siempre fue obstinado, jamas se habia resignado a creerlo realmente, por lo menos no hasta entonces. Si, lo pensaba, trataba imaginarse que haria ante la situación de un no, buscaba que palabras decirle, aunque sabia que esas palabras no saldrian y a lo sumo lograrian formar parte de una carta, redactada luego, o tal vez antes, que mas daba? Pero por mas que se imaginaba la situación, no creia que fuera una posibilidad, no realmente.
Desgraciada y efectivamente, ella rechazo su corazon, ese que el le habia entregado en esas palabras poco extensas y llenas de significado que solo unos dias antes repasara en el tren. El, como suele suceder en estos casos, y luego del sufrimiento mas inhumano que sufriera en su vida, dejo de subsistir y volvio a vivir.
Mientras recordaba todo esto las lagrimas discurrian lentas, como acostumbraban hacer a esas horas de la madrugada, mientras que sus labios dibujaban una sonrisa desdentada (cosa que solo puede pasar si uno es el personaje de una narración).
Ella hoy probablemente estaria muerta ya. La ultima vez que la vio no pudo decirle mas que “Esta bien. Aun asi te amo. Adios”. La anteultima, entre aquellas palabras repasadas cientos de veces, le dijo que hasta el dia en que muriese pensaria que lo hubira cambiado todo solo por estar con ella.
- Mierda, si que lo cambiaria todo.

Texto agregado el 20-03-2008, y leído por 67 visitantes. (1 voto)


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