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Inicio / Cuenteros Locales / delfinnegro / CUARTA ENTREGA DE LA CONVERSACHAT ENTRE TRES ESCRITORES DOMINICANOS: MANUEL LLIBRE, JUAN FREDDY ARMANDO Y LA ANFITRIONA, LA EXQUISITA POETA ROSA SILVERIO.

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Foro Poético (Cuarta entrega)

[Conversación por el Messenger moderada por Rosa Silverio, entre los escritores: Juan Freddy Armando y Manuel Llibre Otero. Temas: La vocación creadora, el estilo literario, los valores de la poesía y su vigencia, la crítica y otros tópicos.] [Lea la Primera entrega] [Lea la Segunda entrega] [Lea la Tercera entrega] [Nota: Carmen Imbert Brugal no participa en la segunda parte de este foro.]


RO: ¿Por qué para un poeta el estilo literario es importante?
JUAN FREDDY: El estilo es importante porque como decían los antiguos, el estilo es el hombre. De un poeta lo principal es que tenga un sello propio, una forma de decir las cosas, unos temas y enfoques que suenen personales y distintos.
LLIBRE: Se ha hablando tanto sobre el estilo y ciertamente debemos aceptar que es la marca distintiva de cada autor, pero no creo que sea algo que uno se proponga, considero que es algo que vas desarrollando y que depende de tantas cosas como elementos y circunstancias tenga tu vida. Ángela Hernández me dijo, cuando estaba enamorado de ella, porque en una época todos estuvimos enamorados de Ángela, que escribir era “un ejercicio de felicidad”. Yo le agrego que escribir es también un ejercicio de libertad, quizás uno de los mas puros, por lo tanto para mí el estilo tendría que ver con la forma en que logras conjugar en una obra la felicidad y la libertad de escribir, porque aunque se escriba de tristezas y decepciones, de amargas situaciones miseria y quién sabe de cuantos entuertos y tragedias más, escribir siempre será un acto de alegría, de felicidad. Al menos eso siento yo.
JUAN FREDDY: Claro, el verdadero estilo es algo que sale de tu carácter, de tus gustos, de tus inclinaciones. Porque el estilo incluso te dice en qué temas y enfoques eres fuerte y en cuáles débiles. Por ejemplo, Vallejo era fuerte en los temas tristes y los enfoques de experimentos verbales. Neruda en la humedad del placer, en lo emocional y la limpieza del verbo.
RO: ¿Y creen ustedes que a un escritor incipiente se le pueden dar algunas pautas para que encuentre su propio estilo? ¿O no debe darse pauta alguna?
JUAN FREDDY: Yo creo que a un joven poeta los mejores consejos que pueden dárseles para encontrar un estilo, son tres: 1. Que lea a los grandes escritores y vea cuáles le son más afines a sus gustos y están más cerca de su biografía; 2. Que aprenda a leerse a sí mismo, a conocer sus emociones y ver cuáles valen la pena de ser comunicadas al lector convertidas en palabras; 3. Que aprenda a entrar en contacto con su medio ambiente, su país, su gente, su naturaleza, su cuerpo, ver qué impresiones de ese mundo le incitan a crear.
LLIBRE: Nadie suele llevarse de consejos y menos la gente joven, pero bien, quizás uno podría decirles algunas ideas para que se identifiquen en alguna forma particular de articular su discurso. Por ejemplo: 1. Si te gusta, escríbelo; 2. Si te gusta y sientes que está bien, sigue escribiéndolo; 3. Ya que has terminado de escribir eso que te gusta y que sientes que esta bien, rómpelo, no sirve, porque el gusto y el que esté bien, no sirven para hacer literatura. Le recomiendo a la gente más joven que escriba sobre cosas que no sabe, que no le son agradables, que uno ni siquiera sabe si están bien, pero sospecha que están muy mal.
RO: ¿Y qué es lo que sirve para hacer literatura?
JUAN FREDDY: Yo creo que lo que sirve para hacer literatura es aquello que nos produce una emoción tan distinta de lo común, tan intensa, tan humana y tan creadora y profunda, que quedará como inolvidable al leerla, que producirá una feliz tristeza o una feliz alegría.
LLIBRE: Para mí aquello que sirve para hacer literatura es todo lo que causa pasión por vivir.
RO: Hay una cosa que me preocupa mucho, y es que nosotros los jóvenes, tendemos a caer, muchas veces inconscientemente, en la imitación. Aunque yo creo que es una etapa por la que pasan la mayoría de los escritores cuando están en esa búsqueda de su propio estilo, sin embargo, se supone que llega un momento en que superamos eso. ¿Y qué pasa con quiénes no lo superan? ¿Qué pasa con quiénes se quedan en la imitación o en la repetición del mismo esquema, en más de lo mismo? Esos escritores que al leer un texto sientes que es una copia de otro autor o sientes que has leído todo lo suyo porque todos sus textos parecen la misma cosa.
JUAN FREDDY: Yo creo que si eres auténtica, si trabajas con tus propias emociones y no con las ajenas, no imitarás a nadie, aunque leas a miles de escritores y todos te gusten. Sólo imita el que de por sí tiene poca cosa que decir y tiene que decir la que ha dicho otro.
LLIBRE: Puedes nunca haber ido a París y escribir como si hubieses ido a fuerza de ganas, pero para qué escribir sobre París. Hay un tipo por ahí que se inventó un pueblo llamado Macondo y hasta un premio Nóbel le dieron.
JUAN FREDDY: Creo que la clave para no imitar es que hayas aprendido a ser tú mismo. Y eso no es un aprendizaje de escritor. Es una fuerza individual la que te lleva a querer ser tú mismo y no otro. Y cuando tienes esa fuerza, no necesitas ni siquiera cuidarte de no imitar, porque de forma natural no lo harás.
LLIBRE: Estoy de acuerdo, se imita en una primera etapa como una forma quizás de estudio, de ejercicio técnico, pero si pasada esa etapa sigues escribiendo imitando a Cortázar, entonces podemos decir que la sección de clasificados esta llena de oficios interesantes para ti. No sé si sea un exceso decir esto, pero quien tiene mucho que decir y ha ido escribiendo de acuerdo a los diferentes momentos de su vida, no tiene tiempo para la imitación ni para pensar en la búsqueda de un estilo, apenas tiene tiempo para juntar las palabras y hacer algunas consultas al diccionario, y claro, ver algo de porno e ir a cenar a Il'Pasticcio de vez en cuando, porque también hay otros placeres en la vida.
JUAN FREDDY: De acuerdo, Llibre. Es lo que yo decía hace un rato: Lo esencial es que aprendas a leerte a ti mismo, a conocer tus emociones, y convertirlas en letras. Y ese es un punto muy interesante, porque al escritor no sólo lo influencian las lecturas, también la vida, y debe aprender de ambos.
LLIBRE: Aunque siendo justos, y es importante cierta justicia, no para la creación literaria, pero si para su promoción, difusión, etc., es responsabilidad de la crítica especializada, no de la crónica social, el establecer los rasgos de los estilos de los escritores y en ese sentido, nuestra crítica ha sido bastante floja, complaciente y anodina.
JUAN FREDDY: Estoy plenamente de acuerdo. El crítico es, contrario al escritor, un científico del análisis literario, y a él le corresponde definir géneros, caracteres, estilos, diferencias y afinidades de los escritores y las letras.
LLIBRE: Exacto, Juan Freddy. Yo disfruto del trino del pájaro y del aleteo ingrávido de la mariposa. Le toca al ornitólogo y al entomólogo decirme los nombres científicos y los hábitos alimenticios y sexuales de las aves y los insectos. Disfrutar del vuelo de una mariposa e intentar escribirlo, no deja tiempo para otra cosa, es tarea suficiente.
RO: En la primera parte del foro, algunas personas dejaron comentarios preocupadas por algunos conceptos, definiciones... asuntos teóricos. Y ahora que mencionas eso, Llibre, me gustaría saber qué tan necesario es el dominio de teorías y técnicas para escribir.
JUAN FREDDY: Creo que las teorías y técnicas son útiles cuando la práctica logra convertirlas en un telón de fondo que te orienta sin saber que lo hace, que te guía sin dejarse ver, que está presente en el inconsciente, que va contigo y te avisa que hay un obstáculo, pero no se deja hacer sentir, sino que deja que te sustraigas, que te secuestres a ti mismo. Por eso un profesor le dijo a Juan Luis: “Apréndete todas las teorías y luego tíralas por la borda, y harás grandes obras.”
LLIBRE: El andamiaje, el “aparatus”, es algo muy personal de cada autor, es como el pintor, tiene sus técnicas, su forma de preparar las pinturas, la tela, el ángulo de las pinceladas... Ciertamente que la práctica perfecciona la técnica, pero soy de los que creen que cualquiera es buena si te sirve. Si eres de los que sigue los decálogos de Quiroga o de Bosch para escribir cuentos y eso te funciona, felicidades y no se lo digas a nadie.
RO: Sí, es cierto. Recuerdo ahora que Mario Vargas Llosa, en su libro Cartas a un joven novelista, después de escribir más de cien páginas sobre todas las técnicas para escribir una novela, termina diciéndole al joven novelista que en realidad lo que debe hacer es dejar de leer ese libro y ponerse a escribir.
JUAN FREDDY: Sin embargo, los consejos y las teorías ayudan, porque leyendo sobre teorías y técnicas puedes aprenderte trucos literarios que con sólo la práctica tardarías décadas en aprender. Además, las teorías te dan la instrumentalidad mínima que necesita el escritor para saber si lo que está haciendo tiene o no valor literario real.
LLIBRE: Así es, ayudan, claro, pero no debes obsesionarte con eso.
RO: También creo que a un escritor que conoce las técnicas, que tiene mucho conocimiento teórico, puede ocurrirle dos cosas distintas: Que lo use a su favor, ya sea para innovar a partir de ahí, para darle mayor consistencia a su obra, para usar esas herramientas en su provecho, o para desdeñarlas por conocimiento y no por ignorancia. Y lo otro que puede sucederle es que simplemente se encadene a esas teorías, que se limite, se vuelva acartonado o como una mujer encorsetada.
LLIBRE: Mi consejo es verlo así, como los andamios, que son sólo eso, andamios. Te permiten levantar el edificio, luego se quitan y ni siquiera se sabe que estuvieron ahí. Claro que hay ejemplos, como dijo Juan Freddy de “instrumentistas” excepcionales. Mira el caso de Eco, por ejemplo. Me imagino que llegado un momento se dijo a sí mismo: “Si yo soy uno de los tipos que más sabe de cómo se debe escribir una novela, porqué demonios no escribo una.”
RO: Otra cosa que me llama la atención y que tiene que ver con la autenticidad como camino para hallar el estilo literario, es que algunos escritores, en especial algunas escritoras dominicanas, escriben desde la ambigüedad o más bien desde la oscuridad para que no lleguen hasta ellos, porque temen verse descubiertos a través de sus textos, y ustedes saben que estamos en una sociedad de doble moral, conservadora, en donde las mujeres, por seguir con este ejemplo, son muy cuestionadas y se supone que deben comportarse de acuerdo a unos “valores”. Lo que quiero preguntarles es si ustedes no creen que el miedo hace que la autenticidad literaria se pierda.
JUAN FREDDY: Bueno, yo pienso que algunas mujeres y hombres que escriben oscuro lo hacen por lo de que no sepan lo que ellos piensan de fondo, Rosa. Creo que la mayoría lo hace como una forma de querer parecerse a ciertos escritores a los que admiran. Hay algunos de esos jóvenes que cuando los lees son tan oscuros que parecen haber sido traducidos de otra lengua. Pero yo creo que en la mayoría de los casos, esas letras no permanecerán, perecerán abatidas por el paso de los siglos y las culturas. Porque esas oscuridades no permiten ser traducidas y casi nunca tienen verdaderas ideas profundas. Creo, tal como dice Pound, que escribir es cargar la lengua de ideas. En la literatura lo más importante es escribir grandes ideas convertidas en emociones.
LLIBRE: Pues eso de qué tanto de autobiográfico te van a achacar cuando lean tus textos será siempre parte del morbo y del sistema de tabúes nuestro. A mí me han preguntado abiertamente si mis cuentos tienen algo de autobiográfico y suelo responderles que no, pero peor aún, quisiera que sí lo fueran.
RO: Yo siempre he creído que así como un escritor debe disfrutar lo que hace, también debe ser auténtico, y cuando hablamos de autenticidad también hablamos de honestidad, lo que no quiere decir que un texto tenga que ser autobiográfico, para nada, pero yo rehuyo de los escritores que escriben como si estuvieran amordazados.
LLIBRE: La mordaza es como el espejo para el vampiro, si te reflejas en ella, no podrás escribir nada auténtico, desaparecerás al poco tiempo. No sé de nadie que haya trascendido sin antes enfrentar toda la mojigatería, la doble moral y todo eso con lo que debemos vivir a diario, pero no necesariamente tenemos que escribir.
JUAN FREDDY: Bueno, en todos los textos de un escritor sale su biografía, ya sea directa o indirectamente, a través de hechos reales o elementos simbólicos. Salen sus traumas, sus mezquindades, sus sueños, sus honestidades y sus fantasías personales transmutadas en situaciones encubiertas, no de forma voluntaria sino inconscientemente. Pasa lo mismo que en los sueños, que simbolizan tus problemas personales transmutados en historias ficticias.
RO: Claro, es que si están amordazados, si tienen miedo, lo peligroso no es que no se atrevan a contar o poetizar lo que han vivido, eso es lo de menos, sino que no se atreverán, a través de su literatura, a tocar muchísimas cosas que quizás sean las que realmente les inquieten. Cosas que pueden ir desde temas sexuales, políticos, sociales, económicos, hasta religiosos o existenciales.
LLIBRE: Ro, fíjate que el tema de la mordaza es más complejo de lo que parece, lo que fue una mordaza hace un siglo, hoy es algo habitual. Todo el mundo habla sobre Chapita hoy día, pero haber dicho Chapita aquí hace unas décadas habría significado tener a un cepillito del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) afuera de la casa ahora mismo.
RO: Sí, Llibre. Y lo que es una mordaza en República Dominicana, es algo normal en un país europeo, por ejemplo.
JUAN FREDDY: Cierto, Llibre, porque el hombre va perdiendo esos mitos, esas oscuridades, y va adquiriendo una libertad cada vez mayor.
LLIBRE: ¿Se imaginan ustedes el régimen de Trujillo en la era de la información, del Internet? El SIM tecnológico... quizás no, pero cada tiempo tiene sus desgraciados. Hay un hijo de puta para cada tiempo.
JUAN FREDDY: Bueno, es que precisamente, Internet, la computadora y la globalización son frenos o valladares contra regímenes cerrados, de forma natural se oponen a esas mordazas. La Unión Soviética, más que por Estados Unidos, fue vencida por las fuerzas tecnológicas, ante las cuales su carencia de libertad no pudo soportar. Los jóvenes soviéticos rompieron esas barreras a través de la televisión, las noticias, la computadora y la globalización.
LLIBRE: Pero quiero llamar la atención sobre el algo: El contenido de una obra es como una caricia auténtica. Se basa en la pureza de la intención y en la elegancia de la ejecución. El tema sexual casi porno o el político desaforado no garantizan nada. Puedes escribir todas las perversidades que se te ocurran y destronar gobiernos y crear intrigas internacionales, atacar a la Iglesia, no sé, y todo eso producir simplemente un legajo de hojas nada más.
JUAN FREDDY: Bueno, si haces eso con verdadera pasión artística, tiene sus efectos sobre sus lectores, los seduce, los secuestra, los llevas hacia la zona de tus valores.
LLIBRE: Mira el pobre Dan Brown, de aquí a un par de años, ¿quién leerá su código? Aunque obviamente, envidiamos al Sr. Brown por la fortuna que ha logrado en ventas.
JUAN FREDDY: No creo, Llibre. Me parece que lo leerán. Porque aparte del aparato publicitario comercial, su novela es innovadora. Su Código Da Vinci es una forma distinta de novelar, al estilo reportaje científico, con visos de ser una tesis. Creo que el libro tiene gran valor, por encima de los trucos comerciales.
LLIBRE: Con Dan Brown pasa lo mismo que con Ricardo Arjona, que es otro imb…, digo, intrascendente.
RO: Bueno, la verdad es que esos libros que se convierten en best sellers y hacen millones ya nos producen suspicacias.
LLIBRE: Al menos ponen a la gente a leer, que ya es mucho. Gente que nunca había leído un libro, se “tiró” El Código de cabo a rabo. Y hasta ha sido negocio para el Louvre y para el turismo local de las comunidades que cita en su libro
JUAN FREDDY: Bueno, hay que diferenciar entre el éxito comercial y la calidad literaria. Un libro puede ser un éxito comercial y ser un excelente texto literario, como ha ocurrido con El perfume, El Quijote y con el propio Código. Así ha ocurrido también con García Márquez.
RO: Yo no sé si El Código Da Vinci es realmente bueno. No lo he leído. Tengo mis dudas pues se ha hablado tanto y ya uno se predispone con los best sellers.
JUAN FREDDY: Ahora, ¿a ustedes no les parece una forma innovadora de novelar la de El Código?
LLIBRE: Te concedo una buena parte de razón, Juan Freddy. El tipo en eso fue lo que decimos por aquí: un “vivo”. Para mí el gran mérito que tiene es que tuvo la brillante idea de hacer un cóctel con todos esas leyendas y supuesta historia real, y le quedó con buen sabor y la gente se lo bebió.
RO: No lo he leído porque no ha llegado a mis manos y porque vi la película antes de leerlo, pero creo que no debo prejuiciarme por la crítica negativa o positiva que haya tenido, por los detractores o seguidores, porque sea best sellers o no lo sea. Lo que debo hacer es leerlo y a partir de ahí sacar mis propias conclusiones.
JUAN FREDDY: Eso es, Rosa. Leerlo sin prejuicios o con el menor prejuicio posible.
LLIBRE: Hay muchas novelas exitosas que son excelentes
JUAN FREDDY: Lograr leerla con los ojos inocentes del niño, que no tiene predisposición ni a amar ni a odiar, sino a vivirla.
LLIBRE: Pero en ese mismo tema, pienso que la riqueza escritural se va madurando a medida que vamos comparando lecturas y vamos sacando una suerte de “pensamiento”.

Texto agregado el 25-03-2008, y leído por 311 visitantes. (1 voto)


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