| apelo a las interpretaciones y a los días de un febreroque se quedaron en el calendario
 madrid lloviéndose brusco con la violencia
 de las despedidas cercanas al solsticio
 y los puntos suspensivos hasta que parara,
 hasta que las sombras se desfasaran verticales
 debajo de un alero.
 
 así, el retrato se circunscribió en mis pasos,
 rigídos, concisos
 desde el sonido que me salía de la boca,
 todo con calma, la pausa de la existencia silente
 frente a algunos centímetros de tinta sobre
 un fondo blanco al que ya no le temí, no sé por qué
 ¿qué pasaba, entonces, si toda la
 compañía que tenía era alguno de Bacon o
 de Dubuffet?
 todos se atropellaban, desgarrando los
 contornos, dejando ecos intermitentes
 que de a poco se hacían volumétricos, se corroían,
 se erosionaban en mi retina llegándome
 hasta la base del cráneo
 todo mío, todo eso
 todo Gauguin, todo Cézanne
 hasta llegar al final de la escalera y
 enfrentarte a ti, Giacometti
 en tus trazos estilizados como péndulos,
 en tu deformidad monstruosa
 que hace despegar, que hace entrever
 los gestos que no dejan vacíos como si el lugar
 lo ocupara tu fantasma, porque
 tú mismo en tu arcilla humana de carnes
 que bajaban desde la cabeza como queriendo abrazar al tronco,
 la curvatura de los ojos
 perfilando el nacimiento de una nariz, reafirmando
 su existencia, tu existencia
 aludida a la máscara, al reflejo escuálido
 frente al espejo, estás
 temblando en la rudeza de la fina
 línea que separa tu mirada de la mía.
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