| hoy me encontré con Bolaño,con los perros románticos
 y era como mirar fractales en
 mi cielo raso, siempre embistiendo estas luces
 de colores dejando olor a muertes poéticas
 moviéndose despacio para ver si respiraba.
 
 Roberto, estás acá, estoy leyéndote con
 los dedos afilados pasando la página sesenta y
 cinco donde terminan los pasos de Parra
 buscándote en el exilio, queriendo
 que algo me saque del reposo.
 hoy mentí, Roberto
 por mí, por estar ahora acá delante tuyo, sola
 escribiéndole a tu mecanografía pegada
 digital en mis carpetas, adobe reader siete punto cero
 Santiago no me vió llegar para meterme en
 una capa gruesa de monóxido de carbono
 te debo este viernes, tercer piso
 cubículo de tabiques de volcanita (al final todo es volcanita),
 tres por tres,
 una cama deshecha de días y el no
 contestar el teléfono, noches analíticas,
 hermosas noches solitarias tan sinceras hasta mis ríos
 fluyéndote a ti distante, sacudiéndote en tu cripta.
 
 enciendo el televisor, sigues, los perros románticos
 otro monitor abierto.
 cómo creerle a un hombre que
 ya no está, que se perdió entre la
 espuma
 cómo llorar sin mojarme los ojos
 tu pérdida, si te fuiste a morir tan lejos que
 a veces pienso que debiste haberte llevado la silueta
 de los andes en los párpados cerrados.
 quédate otro rato, Bolaño, sigue hablándole
 al fanático de Joyce.
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