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Una paloma torcacita trataba de levantar vuelo pero lo único que lograba era un revoloteo rasante y torpe golpeándose contra todo.
El hermano mayor de Chucho, Javier, corrió detrás del ave hasta que la alcanzo y la metió en una caja. Chucho saltaba de alegría. El hermano era su ídolo. Pronto decidieron darle cura al animal que tenía el ala izquierda lastimada. Unos puntos sobre la herida previa desinfección, alimentación basándose en pan mojado en leche y dosis de un energizante de glucosa rebajado con agua fue el tratamiento casero que Javier practico. Al cabo de unos diez días aproximadamente llego el momento de soltar a la torcaza. Chucho observo emocionado como su hermano mayor abrió la jaula tomo el pájaro y lo soltó en el pequeño tragaluz de la casa. La paloma remontó vuelo y se perdió por los aires.
Esa experiencia le enseño al pequeño el amor por los animales y el compromiso de tratar de ayudar a cualquier bicho que este en problemas.
Chucho era un pibe de barrio que junto con su barra de amigos emprendía algunas aventuras por los arrabales de la zona.
En cierta ocasión encontraron una cría de ratón que bautizaron Vito Chinela. El nombre se lo dio la caja de zapatos en la cual guardaron la alimaña, Vito era la marca y chinela el tipo de calzado. Todos los chicos que conformaban la barra se alternaban en el cuidado del animalito alimentándolo y sacándolo de la caja para que tome sol y de un paseo por la vereda cual perro, hasta en alguna ocasión se ligo un baño. La caja con el roedor era guardada en algún escondrijo secreto de la cuadra donde paraban ya que ninguna madre se conmovió con la pequeña rata y no soportaban la idea de que el bicho entrara a su casa.
El escondrijo donde guardaban a Vito era un secreto celosamente guardado por los pibes. Un día Chucho fue a ver a la mascota del barrio y se encontró con la espantosa escena, habían matado al ratón.
-Las bebes necesitan a su mamá- susurro.
Lloro en silencio y se juro no emprender nunca más el salvatáge y cuidado de ningún animalito en compania de otros, no soportaba la idea de que entre sus amigos se encontrara el asesino. El crimen nunca se esclareció.
Los chicos crecieron y ya en la adolescencia volviendo del baile bastante alegres en el auto de Lupa, les pareció ver un ave zancuda en el medio de una calle angosta a la vuelta de la casa de Chucho, algo muy loco si tenemos en cuenta que vivían en la ciudad.
-¿Serán visiones causadas por el alcohol?-, pensaron. Volvieron sobre sus pasos para ver más de cerca al pajarraco. Era un tero. El grupo se dividió en dos. Una mitad avanzo por una de las desembocaduras de la calle y el otro dio la vuelta manzana para tapar la otra a fin de acorralar al ave tapándole el posible escape rasante, ya que el animal no volaba. El operativo fue complejo pero exitoso. Después de un buen rato lograron atraparlo con una campera. Se lo ofrecieron a Lupa que tenía un galpón con jardín, pero este se negó. Fue entonces cuando Chucho se acordó de su promesa y decidió por su cuenta el futuro del pajarraco. Le pidió a Lupa que lo llevara hasta unos potreros con pastizales no muy lejanos. Llegaron, soltó al animal con la sensación de haber hecho lo correcto. El auto arrancó y fue entonces cuando vieron como una jauría de perros corría al pobre bicho que escapaba desesperado y se perdía en la penumbra de la todavía noche invernal.
-los teros necesitan campo- pensó.
Ya grande Chucho se encontró con otra desilusión. Su hermano Javier, ídolo de su niñez trajo dos ranas toro para su reproducción y así emprender un negocio de venta a los restaurantes. Javier el mismo que le enseño el amor a los animales hoy tratando de emprender un negocio a base de la venta de carne anfibia.
-Las tengo que salvar- pensó y las soltó en el galpón con jardín de Lupa pero esta vez sin pedirle permiso.
-Ya esta, misión cumplida- se dijo.
A pocos días de la gloriosa liberación de la pareja, Lupa encontró los cadáveres disecados como momias entre un yuyal cuando cortaba el pasto del galpón, Chucho estaba presente.
-las ranas necesitan zanjas- reflexiono.
De vacaciones en Brasil los muchachos caminaban por las playas de Ipanema cuando Chucho vio un pez que trataba de escapar en vano de la rompiente. Al estilo Baywach corrió al salvataje del pez, lo tomo con su mano derecha y con la izquierda braceaba mar adentro. Mientras nadaba escucho como sus amigos gritaban desde la orilla, giro y vio como sus compañeros gesticulaban señalando hacia abajo.
-¿qué les pasa?-, no les dio bola y siguió nadando hasta que se dio cuenta. El brazo derecho que llevaba el pez iba fuera del agua extendido hacia el cielo.
-pensé con criterio terrestre- se lamento. Otro rescate fallido.
-los peces necesitan agua- se dijo compungido.
El sobrino de Chucho, hijo de Javier caza un murciélago con un frasco. En realidad lo salvo de los escobazos de su abuela. Lo llamo a su tío y se lo contó.
-¡traelo!- le dijo -nunca vi un murciélago de cerca.
El pibe llevo al bicho y después de enseñárselo, decidieron liberarlo.
-es una buena oportunidad de transmitir lo que me transmitió mi hermano- pensó Chucho.
-soltémoslo, es lo mejor.
-bueno- dijo el sobrino.
¿Sabias que los murciélagos son ciegos y se guían por un sistema sonoro como los radares?, dijo el tío en tono didáctico.
Subieron a la terraza y abrieron el frasco. El animal salió arrastrándose y emprendió su vuelo hacia la libertad.
-el ciclo de la vida sigue su curso- comento Chucho para darle mas emotividad a la situación. En silencio vieron como el animal se alejaba en la lontananza. Un instante de emoción invadió el momento hasta que vieron al animal estrellarse contra un paredón aledaño.
-le fallo el sistema sonoro-, dijo Nico.
-los murciélagos necesitan ver- se comento Chucho en esta ocasión.
Mas tarde en una documental se entero que estos bichitos memorizan mediante el famoso sistema sonoro su territorio, cuando se los introduce en un hábitat distinto pasan estas cosas. Tarde me llega esta información, pensó.
Lejos de renunciar a su compromiso por no ser partidario del “no te metas”, Chucho va a seguir con su cruzada. Eso sí, si a él le tocaba liberar a Willy, un barco ballenero la habría capturado a los pocos metros y la película hubiera sido un fracaso.

Texto agregado el 12-04-2008, y leído por 300 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
22-09-2009 Al menos Chucho colabora con el equilibrio natural... eso sí, tiene pedido de captura por parte de Greenpeace, je cesarjacobo
24-02-2009 jajajajajajajaja no lo había leido este señor...jaja bue, la verdad pones así comoque gracioso algunos descalabros en el tino por hacer el bien de los animalicos... luzyalegria
26-10-2008 Un buen texto Julio, debería tomarse como una moraleja ecológica: Dejad que los animales resuelvan libremente sus dificultades, porque despojarlos de su libertad natural -aunque fuere con el mejor de los propósitos- puede ocasionarles la muerte. Buena idea, bien desarrollada.*****Afectuosos saludos. sagitarion
23-07-2008 Menos mal que a Chucho se le dió por ecologista y no por médico! muy bueno! ElnegroHinojo
13-04-2008 Opino que el cuento es muy disciente de esa frase que dice: Por querer hacer mas, se hace menos!... Un Humor negro que enseña... BUeno! Vidalsabago
13-04-2008 un cuento agradable de leer y con buen tema, pobres bichos jaja ni uno sobrevivio tigrilla
 
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