| ·30 de abril, "Día del Niño" en México
 Un niño es la esperanza,
 un niño es la alegría,
 con un niño se alcanza,
 la plenitude de vida.
 
 Por eso dedico esta poesía
 a todos los infantes,
 más ahora preferiría,
 dedicarlo a " Los niños de la calle".
 
 Al que por cualquier circunstancia
 tuvo que salir a la vagancia
 y que va por la vida
 con su mirada perdida.
 
 Al que no tiene un mañana,
 al que no tiene un futuro,
 al que toda la semana
 no tiene el sustento seguro.
 
 Al que duerme en las aceras
 y se tapa con cartones,
 al que nada espera
 y no tiene ilusiones.
 
 Al que es un adulto
 con tan sólo ocho años,
 y que lleva oculto
 un montón de desengaños.
 
 A aquel payasito
 de las mil esquinas,
 y al mugrosito
 que pide propina.
 
 A las niñas sucias
 con cara ausente,
 las que las denuncia
 por ser i"ndecentes".
 
 Al vendedor de chicles
 que camina mucho,
 al que vende todo
 y yo no lo escucho.
 
 Al que nunca tuvo
 un lingo juguete,
 y que se entretuvo
 vendiendo a algún cliente.
 
 Al pequeño adicto
 que no tiene pan,
 y juega solito
 o también con su "Can".
 
 A aquel " Tragafuego"
 que hace malabares,
 y lo miras luego,
 llorando sus males.
 
 Al que nunca, nunca
 recibió un beso,
 y aquella " Ruca"
 le aventó un peso.
 
 Al que regalaron
 de recién nacido,
 al que despreciaron
 por ser desnutrido.
 
 A las niñas aquellas
 que se hicieron adultas,
 dejando muñecas
 y fiestas inconclusas.
 
 Al niño que llora
 en algún lugar
 y que a Dios implora,
 se lo lleve ya.
 
 Ya no hay ilusiones
 para estos seres,
 rompen corazones,
 pues nadie los quiere.
 
 Esa sociedad
 que está tan podrida,
 no se acordará
 de este niño o niña.
 
 Ellos seguirán
 trabajando en esquinas,
 no los mirarás,
 mientras tu caminas.
 
 Es la realidad
 que vive mi gente,
 hay austeridad,
 dice el presidente.
 
 Yo veo a los lejos
 a los niños de la calle,
 quisiera saberlo,
 dónde están sus padres.
 
 Caminan sin prisa,
 no llevan siquiera
 una camisa
 a su coladera.
 
 Hoy seguí sus pasos,
 a ellos me acerqué,
 les dí mil abrazos
 y los saludé.
 
 Son muy desconfiados,
 "Carajos pequeños"
 no me había fijado,
 también tienen sueños.
 
 Dijo uno de ellos
 cuando le tocó hablar:
 yo en las noches sueño
 que tengo mamá.
 
 Me quedé mirando,
 me puse a pensar:
 me están enseñando
 a querer a mamá.
 
 Si vas por las calles
 de una gran ciudad,
 no ignores a estos infantes,
 dales agua y pan.
 
 
 
 
 
 
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