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		| I
 La palabra:
 Toma del hombre su respiro
 Y torna en el aire
 su  forma.
 Hay en su semiótica geología
 la sedimentación del alma humana.
 Hace la palabra al hombre
 como se hace la rosa al mirarla.
 Lo contempla, lo oye,
 de su hueco espléndido
 partir su latido.
 
 
 
 Hace el hombre a Dios
 con solo hablarlo.
 La palabra:
 vocativo del amor.
 El amor: verbo transitivo
 de uno mismo.
 Al conversar, el hombre, hace al amor.
 Es así su palabra, en ajeno oído,
 un proteico soliloquio compartido.
 
 
 II
 
 La noche se traga,
 en un solo sorbo oscuro,
 a sí misma.
 Y mi palabra vaga resuelta
 a decirlo todo.
 Tragándose como la noche,
 como a su propia cola hendida,
 todo a mi mismo.
 
 
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Texto agregado el 26-04-2008, y leído por 126 
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