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-¡Hubieses visto la cara del muchacho, estaba pálido como una hoja blanca! Asustado sin saber qué carajo había hecho mal. ¡Era para morirse de la risa!

El Profesor Gómez se reía hasta llorar, a su alrededor el grupo de maestros y maestras acompañaban la carcajada. Todos recordaban la graciosa anécdota sucedida entre Gregorio, el más avispado de los niños de primer grado, y su maestra, la refunfuñona Señora Doris.

Esa mañana, justo al sonar el timbre del receso, Gregorio esperó paciente la salida de todos sus compañeros. Entonces, en un ejercicio premeditado, acercó su boquita al oído de la maestra y le susurró bajito: “-Maestra, yo quiero cogérmela”, mientras le sonreía pícaramente…

-¡Pero bueno muchacho!, ¡de donde sacaste semejante insolencia!
La maestra indignada increpó al niño gritándole a viva voz: -¡Qué falta de respeto!, ¿cómo te atreves? Encolerizada tomó al niño por el brazo estremeciéndolo con fuerza… Ya para ese momento Gregorio mostraba su aterrada cara y comenzaba a almacenar unos minúsculos pocitos salados en sus párpados…

La noticia fue todo un suceso en el salón, en el colegio entero. La referencia inmediata para los papás que, como siempre, recogían a sus hijos en la escuela y preguntaban autómatas: “-¿Como te fue hoy?”. No hubo en todo el colegio un niño que no contara la inverosímil historia del niño maleducado. Los papás, sorprendidos ante tal cuento aprovecharon para dejar correr la amenaza: “Que yo no me entere que Usted anda diciendo inmundicias por ahí… ¡Yo si le parto la boca!”

De más está decir que Gregorio fue llevado de inmediato a la Dirección. El chico esperó impaciente sentado en el pasillo, con los ojos pesados por las lágrimas y el corazón golpeando a máxima velocidad. Trató de distraerse, hurgando entre los nombres de los niños egresados que están plasmados en un sin fin de placas en las paredes, pero la angustia no le permitió estarse parado en un solo sitio. También intentó matar el tiempo mirando la cartelera de profesores, robando un caramelo de la fuente sobre la mesa y observando los detalles de la inmensa figura de San Miguel Arcángel que se encuentra justo al lado de la puerta del Profesor Gómez, severo Director de la institución. Nada resultó suficiente para apaciguar su inquietud.

Una hora después llegó su mamá, y Gregorio se lanzó en sus brazos para llorar, como pidiendo ayuda. Pero incluso para ella la afrenta era demasiado grave, así que lo tomó por el hombro y lo alejó, llevándolo hasta tomar su asiento nuevamente (para que no quedara duda de que esta vez no tenía su apoyo). –“¿Como es posible Gregorio, que Usted me haga pasar semejante vergüenza?, ¿Eso fue lo que yo le enseñé?”. El niño supo reconocer de inmediato este tono engañosamente conciliador de su Mamá… era obvio que el lugar no le permitía decirle todo lo que deseaba decir, ni tratarlo como lo quería tratar. Esa tarde habría encuentro con la correa, de eso no había la menor duda…

Después de interminables minutos llegó la hora de entrar a la oficina del Profesor Gómez que le esperaba sentado en su escritorio con rostro severo. A su lado, estaba de pié la Maestra Doris, que miraba al niño fijamente y con muy mala cara.
La reunión transcurrió más o menos según la ocasión. -“Señora, Usted entenderá que no podemos aceptar el irrespeto al personal docente…” alegaba el profesor. “-Podría esperarlo de cualquier alumno, ¿pero de Gregorio?, ¡estoy sorprendida e indignada!” azuzaba la maestra, -“No se como pudo pasar esto Maestra, que vergüenza tan grande…” se lamentaba la madre.

Mientras tanto, Gregorio mantuvo su mirada fija en un punto negro sobre el piso de granito, aguantando el chaparrón, escuchando como todos hablaban de él como si estuviera ausente. Intentaba inútilmente desconectarse del momento. Por eso, cuando llegó la hora de increparlo y el Profesor Gómez, con su voz grave y ronca le preguntó algo, el seguía absorto en el oscuro orificio…

-¡Gregorio te están hablando!-, el mal disimulado apretón de mamá en su antebrazo lo hizo reaccionar, -¡Todos queremos escuchar de donde sacaste esa horrible grosería!

Entonces, entre sollozos, Gregorio contó lo que no le habían dado chance de decir:

-“Esta mañana venía al colegio con mi papá, pasamos buscando al Señor Tomás, y los dos venían muy bravos, por culpa de una señora que se llama Sabrina, que les mandó una tarea muy larga y muy difícil. Y mi papá no tuvo tiempo de terminarla… Entonces, el Sr. Tomás empezó a decir un montón de cosas de la señora. Que era muy gritona, que siempre estaba brava, que se creía la gran cosota sólo porque era la jefa de los demás, y dijo que eso le pasaba porque le faltaba un hombre que se la cogiera… y mi Papá dijo que si él se la cogía ella seguro iba a estar feliz otra vez…y yo me acordé de Usted maestra, porque se me pareció mucho a esa señora Sabrina... ¡Yo nada más quería que Usted se pusiera contenta!, ¡por eso quería cogérmela maestra, iba a darle besitos en el cuello, como en la novela!. Perdóneme maestra, le juro que más nunca voy a querer cogérmela!"

Nadie supo que decir ante la justificación de Gregorio. La Maestra Doris se ruborizó de inmediato y sintió como la rabia y la vergüenza le subían vertiginosamente a las mejillas, la madre miraba fijamente al muchacho, completamente muda y sin pestañear. El Profesor Gómez hacía un torpe esfuerzo por mantener la compostura, pero la carcajada se le derramaba poco a poco por los ojos y por las comisuras de la boca…

Todo esto cortó la reunión como un hachazo certero. Apenas un par de comentarios, la oferta de una última oportunidad y la amenaza de expulsión cerraron el regaño. Cada quién se marchó conteniéndose para no decir nada mas. Gregorio junto a su mamá rumbo a la inevitable cita con el cuero, el Profesor Gómez desesperado por desparramar la risa contenida en el salón de profesores. Hasta el papá de Gregorio, inocente de todo, iba rumbo a casa sin saber el almuerzo que le esperaba.

Esa noche, la maestra Doris recordó la experiencia mientras cenaba una ensalada improvisada frente al televisor. La novela de las nueve mostraba la misma historia que la de las ocho pero con diferentes personajes… terminó de tomarse el jugo de melón, recogió los platos y se dejó caer sobre la inmensa cama vacía. Entonces, mientras los subtítulos surgían sobre la pantalla anunciando el final del capítulo, se abrazó a su almohada y lloró desconsolada hasta quedarse dormida…

Texto agregado el 12-05-2008, y leído por 5008 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
30-10-2013 Extraordinariamente límpio y de fácil lectura.***** ac0sta
12-01-2009 Asi pasa en la vida real, excelente escrito hermano, MRDCV- David Morales minuteski
07-06-2008 buenisimo...muy entretenido rextanaka
26-05-2008 muy bueno!!5***** pero hay que tener cuidado al hablar delante de los niños ,ellos todo repiten. kikita
23-05-2008 Sí, me gustó la idea desplegada aquí. Creo que habría que ordenarlo un poco y aflojar en algunos detalles que hacen a la historia algo exagerada para hacerlo aun mejor. guy
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