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Capítulo III

En la esquina de la casa de la incorpórea figura, ajetreó sus largos dedos intentando vislumbrar el lento desvanecer de su nariz contraída, sus gestos y tenacidad. La opalescencia de la difuminada pared, el patinar gelatinoso deslizándose en el aire de la burbuja, el sentir la tersura de metal del frasco en su mano. La planta en su mano del pie trasmutada de rojo atardecer, la emanación del poto fosforescente, el sigilo prosigue permanente en su peinado recién estrenado. El espejo intercambiaba guiños de espectral sintonía en concordancia con el ambiente. La historia remitida por la imaginación de P.B transcurre en el manicomio, y esto fue al parecer lo que vio que exhibían.

Waitius Duxiet, eminente distinguida personalidad de un hospital psiquiátrico, acreditaba entre sus filas, legión de ligeros trastornos, no era a causa de la inmoral conducta de uno de sus pacientes que, lejos de los trastornos psicosomáticos, sufría de un severo trastorno mental. No es para menos pensar que se distinguiera en efecto, en esa rentable actividad, que le suministraba inyecciones de alivio a su ego, como brillante eminencia, lo que no pudo evitarse fue que uno de los enfermos haya tenido intenciones extremas, que, en tales circunstancias, consideramos como, un delirio alterado de personalidad transmutada, con subyacentes emociones diversas, sin paralelo visible en sus emociones, propugnadas desde el yo a ti algo te haré. Tal pensamiento de esa persona que recibiendo una inyección de arsénico, al otro día despertó como nuevo, muerto, o al menos eso dijeron las noticias de los periódicos. Nunca se supo con certeza lo que le ocurrió a Car Sith, mientras algunos, a favor de lo racional se inclinaban a creer en muerte clínica natural, hubo quienes dijeron haberlo visto caminando, incluso muchos años después de sucedido el accidente. El hecho ocurrió en el año 1870, sin embargo, en el año 1880 han afirmado haber visto al post mortem ambulante, deambulando, y en el año 1890 sucedió un hecho que lleno de pavor a un sector de la prensa sensacionalista de España, Santander. Se, que ver a un muerto caminando da temor, lo peor es que camine y encima que tenga su mente trastornada y sea una máquina asesina y que no esté muerto realmente, según lo confirman varios testigos potenciales.
Como no es de extrañar, hubo un paralelo acontecimiento que aconteció durante una de las recorridas del muerto, cuando iba de su casa hacia el hospital psiquiátrico, en completa salud mental y espiritual, su equilibrio era notable. La noche soltaba su manto de niebla y los perros aullaban vistiendo de una peculiar atmósfera fantasmal las sombrías calles y las solitarias hojas que caían de los desvencijados árboles resquebrajados. El no muerto, de repente, se detuvo en la puerta del psiquiátrico que hacía las veces de hospedaje. Sentía una enorme comodidad cuando volaba, a pesar, de sus altercados con los otros pacientes, que, mal o bien, no lo veían con buenos ojos. Su aspecto cadavérico y fantasmagórico provocaban el más profundo miedo a quienes lo veían, el resucitado parece haber logrado mantener la calma, y el médico asintió en el hecho de que su aspecto era el de un hombre sano, el día en que ingresó y la tardé en que salió del psiquiátrico respectivamente, y esa noche fue cuando cometió el atropello, de llevar a cabo su más siniestro cometido. Waitius Duxiet, anotaba en un papel sus cuentas, y, un aura siniestra le tocó el hombro de la atención, de momento nada, y unos ruidos sumamente potentes, como platos estrellándose en el suelo, de procedencia desconocida, que le resultaron familiares. Eso no le distrajo, y continuó con sus complejos cálculos científicos. El frío había hecho estragos en su anatomía. Sentía su propio aliento helado y rasposo, cuando el acto de presencia se concretó en su habitación. Waitius Duxiet seguía entretejiendo los últimos números al papel con fe ciega, y al alzar la vista, casualmente, observó los extraños círculos que aparecían y desaparecían intermitentemente en la pared, como manchas rojas que lejos de cautivarla causaron pánico en su espíritu. Una vez que se concentró y limpió, con la tela húmeda de su pañuelo, la mancha aflojó y la pared quedó blanca, volviendo a su estado anterior, en condiciones perfectamente normales. Escuchó otro ruido de cierta potencia a sus sensibles oídos, esta vez dentro de su cabeza. Cualquiera pensaría que Waitius Duxiet padecía problemas mentales, y no era así. Detrás de la puerta, acechaba un peligro terrible, del cual no pudo percatarse, aun siendo demasiado tarde, en un auto reflejo, levantó la mano para acercarla al picaporte de la puerta, muy despacio, y el golpe en la puerta, hizo que desmayase. Quedó en estado de shock.

Waitius Duxiet se despertó y con asombro en sus ojos, vio que el decorado de la habitación no era el mismo. Llevaba puesto un chaleco de fuerza que le sujetaba, y le impedía hacerse daño, y apenas si pataleaba, impidiéndole mover ni el más mínimo músculo, por más cuotas de fuerza que pusiera. Su cara contorsionada, se cubría de sangre alineada. La sangre no tardaba en resecarse convirtiéndose en una dura máscara de barro facial, y hubiera querido limpiarse, aún cuando la patética condición en la que se encontraba se lo impedía. Lo peor de todo, es que delante de Waitius Duxiet, observando atentamente, se encontraba Car Sith, el muerto - no muerto, fantasma viviente, en actitud amenazante y cautiva a la vez, abriendo sus brazos con el propósito de tomar cuanto antes una tajada de su budín. Su sola presencia ya le hacía sentir pavor, quizás veía en sus ojos, dos fríos témpanos de hielo alojados en dos cuencas negras vacías. Todo intento de gritar fue en vano, contenía su desesperación. Por alguna misteriosa razón no pudo hacerlo, algo extraño estaba sucediendo ya que ahora apareció en otra habitación con el mismo chaleco de fuerza. La habitación no era la misma, había cambiado, ahora un ataúd abierto como esperándola, se hallaba a su lado, lo que le aterró aún más, y más aún, cuando estaba por ser víctima de una acción para nada piadosa por parte de Car Sith, y a sabiendas, que si no era por eso, sería por un colapso nervioso, un clavo le oprimía el pecho. Sentía arder sus pestañas. Sentía sus brazos débiles como dos ramitas de laurel. Sentía el llanto de un bebé en su corazón y no podía llorar. Sentía temblar su alma de gozo y espanto. Causa del terror que le provocaba ver a Car Sith, quien, de un momento a otro, se acercó hasta Waitius Duxiet. Por su boca entreabierta, se metió en su cuerpo. La simbiosis fue perfecta, y aterradora al mismo tiempo, Waitius Duxiet, tuvo una mutación de personalidad tal, que podría decirse que perdió la razón y la cordura en un segundo. Al día siguiente, abrieron la chirriante puerta. Absolutamente, nadie escuchó nada anormal durante la noche. Waitius Duxiet, yacía levemente recostada sobre la lagunita que ella misma originó con su sudor, en una postura curiosa y abominable, con una pierna extendida y el pie apuntando hacia su otro pie, y la otra no, un brazo más largo que el otro completaban la escena, como si quisiera alcanzar el chaleco de fuerzas que ahora estaba despedazado cerca de su cuerpo. Con heridas, que se hundían en sus manos al más leve contacto, sangrantes, como glóbulos rojos de lluvia. Hubiera sido preferible que en esas circunstancias, un médico le atendiese. Nadie pudo decir que alguien atacó a Waitius Duxiet. No había nadie más en la habitación que hubiera podido hacerlo. Por misericordia divina, a las 23:45, dos horas después, penetraron en la habitación los médicos del psiquiátrico, y ya casi ni tenía sangre que derramar. Waitius Duxiet, logró articular algunas palabras, que fueron escuchadas, por uno de los médicos de turno.
Sus palabras fueron: ''nda ec eo ai ux''. Los médicos sacudieron sus cabezas de a uno a la vez, convenciéndose de que el caso era terminal, dado a las circunstancias de huida, y se retiraron de la habitación. Waitius Duxiet aún permanecía con vida, inmóvil, con su bendito chaleco de fuerzas del loquero apretujándole el alma, quería estar haciendo otra cosa y no estar en esas terroríficas condiciones. No perdía de vista al no muerto, que era tremendamente diabólico, con unos ojos deformes y grandes y unas garras de seis dedos y pezuñas infernales, y su cuerpo había variado de contextura luego de su dicha resurrección. Waitius Duxiet no podría decir exactamente que presenciaba delante de sus propios ojos. No podía hacerlo, su mente fue invadida por el terror, a causa de la alucinación mas real de su vida, tan real, que su cuerpo se elevó en el aire y el no muerto le abrió heridas, cortándole para que sangre, y peor aún cuando le traspasó con una de sus largas uñas uno de sus ojos irreales, y luego a modo irrevocable, con un bisturí oxidado en su brazo, hizo que duela y sangró. Es curioso que estuviese allí el bisturí, cuando los médicos entraron no estaba, al igual que él no muerto. Desapareció por arte de magia. El no muerto, demasiado práctico se las arregló para materializar el bisturí y hacerlo palpable aun por las manos mas inexpertas. Una experiencia de este tipo no se olvida fácilmente, y más aun si las heridas parecen no acabar en la pesadilla sin fin. Un muerto no muerto fantasma le estaba haciendo eso, y en esos momentos en los que se intenta por todos los medios posibles socorrer, para aliviar el terror y la angustia, no queda otra alternativa que acudir a la sensatez y no alucinar monstruos o no muertos o demonios, porque , en efecto, si se observa bien, cualquiera diría que Waitius Duxiet era víctima de sus propias alucinaciones, lo que es cierto, según los periódicos y los médicos testigos, que veían como su histeria refutaba a todos los otros ejemplares, hasta que se descomponía, lanzaba sonidos inaudibles, cerraba sus ojos, se retorcía y se dormía.

Cada vez que abría sus ojos que pestañaban incesantemente, veía cosas indescriptibles y de una naturaleza tal, que harían palidecer al más temerario de los hombres. Una sombra en la pared casi imperceptible, pero la veía, alguien que le hablaba en su oído en un lenguaje no humano le parecía, y lo que era más terrorífico, veía al monstruo convertirse en persona delante de sus ojos, no un monstruo cualquiera, sino ''el monstruo de su fantasía'', un antiguo demonio que había visto en su infancia, una noche mientras dormía, había garabateado en un papel, las siguientes frases: ''el monstruo viene a visitarme, “el monstruo murió y resucitó.''
La explicación que han encontrado los expertos a esas frases tan incoherentes, han sido debatidas fuertemente por los investigadores de lo misterioso. Se trataría de una manía agravada de psicosis múltiple, por lo que se deduce que Waitius Duxiet creía ser al mismo tiempo dos personas que convivían en un mismo cuerpo, un monstruo horrible y una persona común, en un mismo cuerpo.



Cuando estas teorías llegaron a manos de algunos especialistas de lo paranormal enseguida se inició la búsqueda del espíritu errante que había poseído su personalidad, mejor sea decir, el demonio monstruo que había penetrado en su cuerpo o el no muerto - muerto, con el cual compartía alojamiento en un mismo cuerpo. Y como no es posible que dos cuerpos habiten a la vez en un mismo cuerpo tuvo que hacer lugar. La conjetura no resultó falsa, ya que no es posible que dos cuerpos habiten a la vez en un mismo cuerpo, sin que haya menos espacio para ambos cuerpos, dentro de uno solo. Si un cuerpo es objeto del ingreso de dos o más cuerpos, podemos deducir que no es un solo cuerpo sino dos dentro de un mismo cuerpo, el de Waitius Duxiet, quien resistía, aunque sentía la incomodidad de compartir un mismo alojamiento del cuerpo, para dos cuerpos, dentro de un mismo cuerpo. Creía que no habría lugar, y fue así porque pudo notar como la piel ensangrentada se le desprendía, dejando ver sus tejidos visibles y podridos, y de pronto se transformó en otra persona, ya no era Waitius Duxiet, en pocos segundos era Car Sith. La fusión no fue del todo perfecta, y la metamorfosis final consistió en que se convirtió en Duxiet Sith, y ya viendo con esos ojos pudo observar con claridad, que se encontraba en la misma derruida habitación, aunque no podía ver el áspero suelo, y delante de Duxiet Sith, se ubicaba el espejo que le servía para peinar su larga cabellera, que le faltaba. En la autopsia nadie pudo determinar la causa de su total caída, si bien la habitación, en apariencia no había cambiado lo suficiente, desde hacía siglos, no era la misma, las paredes estaban cubiertas de sangre, y el rostro de Duxiet Sith, limpio como un cristal nuevo. El año en el cual creía estar Duxiet Sith era el 2004, el chaleco de fuerzas había desaparecido, y ya no podía verlo, y pudo moverse más libremente con una gruesa cadena a prueba de limas. Salió de la habitación para caminar por las calles y respirar aire puro, arrastrando la cadena a ras del suelo. Quienes vieron a Duxiet Sith afirman que no llevaba cadena, y que por ese motivo se movía de ese modo, aseguraban que su trastorno era mayor, y que veía cosas inexistentes para mentes cuerdas y racionales, como lo eran, la de los investigadores paranormales, que, la vieron vagar por las calles también. Afirmaron, que su aspecto desmejorado les daba empatía y hasta odio. Su ánimo también empeoró, latiendo de euforia. Además, sus carnes colgaban desprendiéndose, como tejidos en estado de putrefacción contaminado. Curiosa definición para lo que podría haber sido, según el análisis de los textos referentes al caso, los cuales leí, un estado de descomposición asistida. Debido a la exposición a los rayos ultravioleta, o tal vez se desgarró las carnes, sin que ningún Car Sith se lo hubiera hecho. Mientras Waitius Sith caminaba, lo único que podrían decir, quienes veían su caminata, era simplemente: ''es un monstruo'' ''no vive'' '' vive'' '' peligro”, “mutación inminente'', “no acercarse”, “mantenerse a mas de 200 kilómetros para evitar muerte segura'' ''es Waitius Duxiet'' es ''Car Duxiet'' es Duxiet Waitius Car”. Los testigos oculares divagaban y se contradecían, a veces, según los textos referentes al caso, contenidos en el expediente, de las ''files del terror'', más allá de las diferentes y contradictorias hipótesis, referidas a la conducta, y análisis de los dos cuerpos y uno, viviendo en un mismo cuerpo. Es posible que el común de la gente no se percatara de que en realidad Waitius Duxiet podría ser un fantasma, o mejor dicho una alucinación reencarnada, de una persona viva cualquiera, que haya alucinado, y que Waitius Duxiet en realidad no hubiera perdido la cordura y que seguiría con vida, desde el año 1870 hasta la actualidad. Ésta hipótesis resulta demasiado improbable si se piensa en que fue una alucinación colectiva de varios testigos que afirman haber visto su presencia, los testigos que menciona el texto referido a lo acontecido, mucho tiempo atrás, superarían la cantidad de mil y afirman haber visto a Waitius Duxiet Sith, en diferentes lugares y circunstancias que no son claras, con cuerpos distintos dentro de un mismo cuerpo, y hasta a la misma hora, incluso en lugares diferentes, al mismo tiempo, en que vagaba por un lado, correteaba por otro. Por fin alcanzó su otro cuerpo y paró de correr. Entonces, más allá de estas palabras dichas por muchos testigos, los cuales algunos vieron su presencia estando en grupo, si no se le cree a una sola persona, ¿Qué decir de los testimonios de 10, 20, 30, 50 o mil personas, viendo todas ellas, a la persona de Waitius Duxiet a la vez y al mismo tiempo?, una curiosidad impensada, sin dudas. El tiempo se detuvo, y un cuerpo que se mete dentro de otro cuerpo, desde otro sitio, baja volando como un planeador, y se mete dentro del cuerpo receptor, el cuerpo intruso que se mete en su objeto del deseo para apoderarse de su alma, es demasiado terrorífico para ser verdad, y muy probable, porque en esa habitación Waitius Duxiet fue víctima de un hecho increíble, y los médicos pudieron comprobarlo. Vieron su persona, en un lamentable estado final, cuando se observó en el espejo y observó, que ya no era ni Waitius Duxiet ni Car Sith. Veía un fantasma, solamente podía, verse sin vida, y a pocos metros del espejo, se veía, el cuerpo ensangrentado de Waitius Duxiet, con profundas y múltiples y laceradas heridas, y desgarros generales. Concluyendo: sigue siendo hasta el día de hoy un misterio la causa de su muerte. La explicación de los sucesos, como los ruidos en la habitación en la que se encontraba, más allá de que algunos afirman que Duxiet era quien los profería, y también sigue el misterio de un posible fantasma, que haya entrado en acción, y tantos misterios, como su transmutación, reencarnación, resurrección y cambio de aspecto en sus órganos internos, reflejando esto a su apariencia física. Con el tiempo, tal vez, los investigadores de lo misterioso, revelen algunas incógnitas al respecto, mientras tanto, hay quienes dicen que ven a Waitius Duxiet por las calles y que le gusta atormentar a los habitantes de Santander penetrando en sus casas.


Continuará...

Texto agregado el 14-05-2008, y leído por 280 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
30-05-2008 Por favor que transmutación la de Duxiet! excepcionalmente narrada, no esperaba encontrarme con menos, en este capítulo con climax de terror y al leer nos remontamos mas atrás en el tiempo, me parece verla en 1870 jajaja Jawm
 
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