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En el nombre, lleva la fama.
Por Luís M. Villegas.

Sin importar origen ni destino, todos disfrutamos de un nombre propio, el cual casi siempre es escogido por nuestros padres, con la colaboración de la familia que se siente obligada a participar en la nominación de su nuevo miembro. En esta tarea casi siempre pesa el deseo de perpetuidad que nos lleva a imponer nuestro nombre a nuestros descendientes. Si es varoncito; llevará el nombre del papá o del abuelo y si mujercita; el de mami o abuelita. Inevitablemente entraremos en un conflicto generacional ya que como todos sabemos, en esto de los nombres, también existen modas y como toda cosa social, reflejan épocas distintas pero siempre deseos e intenciones de superación.
En el pasado cercano dar nombre a un niño era una cuestión relativamente sencilla ya que se dejaba esta suerte al santoral católico, de tal forma que solo había que escoger entre los que le tocaran al recién nacido justificando que “no se les quitara su gracia”. De está manera es que muchos nos hicimos de nombres tan sonoros como: Nepomuceno, Pacomio, Mamerto, Euprepio, Ferreolo, Flocelo o Hipacio. Ojala que quedara como una rareza, pero dependiendo el nombre y la actividad a que se dedique la persona puede resultarle hasta un problema. Imagine a un gerente de banco que se llame Zaqueo, un psicólogo; Crispo o un mesero; Tranquilino o Sereno. Un dueño de funeraria; Felicísimo o una persona bajita; ¡Largo! o un policía; Amable.
Para la mujer también hubo lo suyo. ¿Qué le parecen: Pulcheria, Radegundis, Centolia, Basa, Agatónica, Cunegunda o Plautila? O llamar a una chica inquieta; Virginia Virgen, o a la que tramita préstamos; Grata o una desesperada que se llame; Ya.
Por supuesto que todos los nombres tienen un significado semántico, a menos que usted se los invente. También tienen su versión en diferentes idiomas tal como: Iván, Jan, Juan, Joan. Si se interesa en conocer el origen de los nombres no se pierda del “Diccionario etimológico comparado de nombres propios de persona” del genial Gutierre Tibón. Ahí podrá escoger el nombre de sus hijos o hacer recomendaciones a título de suficiencia y sin sorpresas desagradables.
El auge de la televisión trajo una relajación en este procedimiento, de tal forma que lo moderno fue usar los nombres de telenovelas como; María Isabel, Yesenia, María Mercedes y para los varones, nombres compuestos; Eduardo Felipe, Alfonso Martín, Pedro Juan, en una evocación tardía de un imaginario pasado imperial. La globalización y nuestra adoración malinchista tuvieron sus efectos en toda una generación que dio inicio a : Vanessas, Lizzetes, Jacquelines, Brendas, Marylines, Byrones, Gretas, Joanes, Christians, y muchas derivaciones mas que nos asombran en las páginas de sociales por lo complicado de los nombres de origen anglosajón, galo, teutón y todo lo que parezca extranjero, no importando que no rimen con nuestros apellidos, en su mayoría españoles (con su propia complejidad étnica y 8 siglos de dominio musulmán) y los propios de nuestras bellas y orgullosas 64 etnias mexicanas originales reconocidas oficialmente, por lo que lo invito a que haga unas mezclas explosivas de los nombres anteriores con apelativos como Pérez , Juárez, Zopiyactle, Tzompaxtle o Panzo.
En tono serio y en broma, dice una querida y reconocida profesora, que las personas les ponemos nombres a los bebés, como si fueran a ser siempre niños, encontrándonos al paso del tiempo que deberemos dirigirnos con respeto a; Don Jordi, Don Kevin o a Doña Páris, moviéndonos a risa que seguramente los implicados no compartirán.
Nada en este mundo es definitivo y existen salidas laterales como los alias, los apodos y los nombres de cariño, esto por si no le agrada su nombre y no quiere iniciar un engorroso juicio para cambiárselo. Tengo un primo Víctor Manuel que toda su vida ha disfrutado del sobrenombre de “Coco” y una amada Tía Eglantina a quien nadie la conoce como tal, pero sí como; “La Chata” ¡y tiene la nariz afilada!
No se apene, déjese llamar como usted quiera, pues hay hasta ex-presidentes a quienes los conocen mejor como; Chava, Cuco, Licho o Lupe y dicen que a ellos, no les incomoda.



Texto agregado el 14-05-2008, y leído por 239 visitantes. (0 votos)


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