Amanecer sin ti, buscando tu pelo ausente
sabiendo que si ahora me duermo de nuevo
tendré que aguantar un sueño
que me romperá el alma;
uno donde tú te quedas y los relojes no son más
que una simple leyenda obsoleta.

Tomar tus manos y mirarte durante un día entero,
-o quizás dos o tres o cuatro- sin parpadear tan sólo;
guardando tu silueta en mi cabeza de hojalata tierna,
para poder ver tu perfil en la cama
tumbada de lado cuando tú ya no estás.

Encender mis labios
en los finos sabores
de tu blanca carne
tan sólo un poquito,
para que te duela
y desees más.
Y cuando me pidas
con cara de gata
que te vuelva a amar,
robarte las bragas
y enterrarlas en algún lugar.

Y al no encontrarlas
me digas "tú ganas"
y te quedes a cenar.