El loco Chávez

Fue un ruido
Que agrietó el silencio,
Que retumbó en el hangar de lo mudo.
Fue un grito
Desesperado por cierto,
Alguien lo encontró desvanecido,
Como un soplo de polvo
Que se lleva el viento,
Alguien lo encontró desvanecido,
Ya muerto.
Sin un céntimo en sus bolsillos,
Tal como vino al mundo
Murió el pobre Chávez
Desangelado y vagabundo,
Cerca, en un recodo, en la plaza frente a la feria.
Tantas otras muertes ruedan por el día.
Justo a el le vino a tocar.
Los tejados rojizos se envuelven de luto con el musgo
Y los pájaros cantan su tristeza precoz en mediodía.
Un rumor de calles viejas, adoquinada,
Sale seco y perdido entre las alcantarillas.
Y el reloj no quiere detenerse para aguantarlo,
Los obreros de cansadas manos que vuelven de los talleres,
Las oscuras niñas del momento (mariposas de la noche)
Solo recuerdan ruidos, solamente bochinche
Y no otras muertes
Como esta muerte que rueda por el día.
Y el reloj no quiere detenerse para aguantarlo.
Ayer enterraron al muerto sin flores
Y culpable me sentí por no decirlo.
Pues a semejante profundidad
No llegan los sollozos de parientes,
El olor a vino, el discurso del sacristán
O los versos de un poeta.
El ya muerto. Me sentí culpable en el entierro
Por no decirlo, por no precaverlo.
Sabía que lo delató
El vino y una marchanta locura,
Pero que digo,
Ya no tiene remedio,
Ayer enterraron al muerto sin flores,
Sin parientes ni amigos,
Solo un perro olfateó su sueño
Y acabó por no decirlo.-