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Querido señor Kafka:
Me he tomado la libertad para escribirle esto a usted, mientras afuera el día es lluvioso, la acera se ha vuelto una trampa mortal, las aves cantan mojadas en sus nidos mientras cubren a sus polluelos, y en la habitación de la casa de color blanco y farol amarillo estoy yo, un muchacho temeroso de volverse un insecto a mitad de la noche, alguien que ahora se cuestiona sobre la solidez de afirmar que solo soy, quien soy.

Mateo Sabaleta, ese era yo, antes de leer tan poderosa prosa, tan bellas letras dibujadas por mente atormentada y brillante, por alguien que enriqueció mi mente con terrores nocturnos, fue usted que me dijo que el alma temerosa era de cuidado, por que las hirientes almas que no comprenden, que son ciegas al dolor que infringen a sus semejantes, son capaces de volcar el corazón, de hacerlo detenerse por un minuto y causar agonía y muerte entre el miedo y el aislamiento.

Lo leí y quede cautivado, despierto en la noche para ver si sigo cubierto de piel humana, o si acaso ya revele mi verdadera forma, me pregunto frecuentemente ¿Quién soy yo? “Acaso no puedo ser otro que no sea yo”, me digo a mi mismo; acaso soy yo el que esta en el espejo o tal vez mi verdadera forma, hundida en la confusión, reclama salir del capullo y revelarse como aquello que, a falta de explicación solo llaman, monstruo, y tengo miedo de ser atacado ser negado por mi padre, madre y hermana, entonces cierro los ojos y quiero volver a dormir, anhelando nunca ser yo mismo.

Gracias por no haber sido abogado señor Kafka, por haber sido tan trágico y por enseñarme que la naturaleza del hombre nos vuelve una gran raza de aldeanos iracundos que, buscando aislarse de los monstruos tristes, ellos terminan volviéndose una gran raza de monstruos perversos, falsos en sus ideales y sus promesas efímeras. Sus notas me elevaron al miedo, sentí en cada letra una imagen de dolor de aislamiento y tristeza, de soledad al límite.

Siento como si mis patas me empezaran a crecer, comienzo a hacer un nido en mi cuarto, no quiero estar incomodo cuando el verdadero yo surja, tengo periódico viejo cubriendo la puerta del closet, mucha fruta podrida como reserva de alimento, he dejado de confiar en la gente, pero a la vez trato de brindar mucho para poder recibir un poquito al menos, por que esa es la única cosa triste del amor, no es eterno cuando eres horrible a los ojos de las bestias que caminan en dos patas.

Una vez nací como Mateo Sabaleta, ahora yo soy alguien más, pero, ¿Quién soy yo entonces? Solo soy un muchacho temeroso del sonido de las hojas de los árboles, temeroso de matar a una cucaracha por que siento que es un hermano, soy la crisis existencial de esta nueva era, ya no es suficiente el saber mi nombre, y poseer un apellido, necesito saber con desesperación saber que tan valioso o que tan profundo, se entierra en la realidad esa verdad y que tan verdadera es la realidad en la que estoy dudando: mi vida, mi nombre y mi realidad.

Señor Kafka, usted me mostró el camino, con esto trato de agradecerle el haberme mostrado un mundo brutal, una realidad que pende de un hilo, y una existencia que tal vez es prestada, propensa a ser victima de una poderosa y cruel treta del destino, usted es alguien que en sus notas grito al mundo cuan bestial es el “misericordioso” olvido.

Son estas letras los humildes ropajes del tributo que quiero brindarle s usted, son estas las ofrendas para tan grande genio, este es el testimonio que prueba que la Metamorfosis es una realidad, por que lo siento en los huesos, por que mis dientes me lo dicen, por que siento como si en mi, hubiera instintos diferentes, voy mas allá de una estimulación en mis neuronas, esto es algo que surge del fondo de mis entrañas, mis alas crecen lentamente, quiero alzar el vuelo y huir lejos, donde la naturaleza humana no me alcance, y la furia de mi padre, no quiera abatirme a golpes salvajes, carentes de coherencia, impregnados de odio ciego, odio de humano.

Señor Kafka usted es un prodigio oscuro, es una gran alma torturada por el peor de los infiernos, la casa paterna, la cuna que en nuestra infancia nos siembra la mejor de las semillas: el amor, pero también siembra nuestros miedos, nuestras ansias frustradas, y nuestras primeras pesadillas, y con usted me siento identificado, por usted surge la pregunta, y persiste en mi memoria, ¿Quién soy yo?; Por usted esta surgiendo la posible respuesta, la cual es tan horrible como la mas cómica de las situaciones cotidianas.

Me dirán loco, me escupirán a la cara, pronto vendrán por mí, con alegatos de que mi mente ha perdido el juicio, pero sigo escribiendo esto para usted, aun cuando quizás no reciba la contestación esta es la carta de alguien que lo mejor que hizo con la cordura que le brindo el cielo protector, fue abrazar en la noche plutónica sus analogías de una vida mágica y distante y lo volvió un hechizo para ver lo malo de la sociedad, para poder observar a través de los muchos ojos iracundos, y de las muchas manos que en noches de pesadilla arrojaron piedras hacia mi cuerpo convertido en algo desagradable a la estética humana, pero que mas da si usted es la ultima persona a la que le dirijo algo camino al manicomió, he visto la verdad de mi mismo, plasmado bajo el nombre de Gregorio Samsa, y eso me hace sentir bien conmigo; ahora puedo contestar la pregunta, ahora ya no tengo miedo, con el ultimo soplo de cordura en mi mirada, antes de que me vuelva un monstruo, un pecado viviente u otra terrible aberración humana, solo quiero contestar a la pregunta ¿Quién soy yo? Antes me llame Mateo, y viví en una casa blanca de color blanco, y un farol amarillo, un día leí su obra maestra, y me di cuenta de la posibilidad de convertirse en algo cuyas pupilas no despedía un brillo de homo sapien, ahora solo soy un humano cualquiera que en la demencia de sus alucinaciones, cumple sus miedos, permitiéndose ver en el espejo múltiples patas, grandes antenas y alas enormes, soy solo un humilde admirador que ahora cree poder hacer que usted este donde este, puede hacerle llegar este agradecimiento, por haberme ayudado a entrar en una colmena tranquila donde el caos solo son risas alucinantes, y haberme liberado de ese verdadero manicomió bañado de maldades y falsedades, gracias señor Kafka por haberme arrancado un poquito de piel humana, y haberme vuelto un monstruo verdadero, libre de maldad y odio,

Atentamente, su amigo Mateo Sabaleta, un hombre en metamorfosis.

Texto agregado el 22-04-2004, y leído por 383 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
31-10-2006 tengo cosas escritas sobre la metamorfosis; pero al lado de lo tuyo son una mierda. Mis respetos, por favor sigue escribiendo DAKURYU
26-04-2004 Tengo una sola palabra: maravilloso Josefita
22-04-2004 QUEDE SIN PALABRAS, hace poco leí la obra y quedé tan impresionada como ud mateo, pero ud ha ido mas allá de leer y meditar de tan asombrosa obra, si no que hizo el merecido homenaje que merece el grandioso Franz Kafka. FELICIDADES, viva la metamorfosis. nos concierne a todos, y a gregorio... daniluna
 
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