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HISTORIAS DE CAMPING
(Diario de toda una vida)

Yo digo: si el tatita Dios nos creó, es injusto que siempre recibamos golpes, represión, palabrotas de muy grueso calibre y malos gestos. Todos nos odian. Jamás he escuchado alguna palabra amable hacia nosotras. Supe que eso que llaman “stress” es, quizás, la enfermedad más común entre nosotras. Por otro lado, tanto en la Tele como en las radios y diarios se llenan el hocico hablando de la violencia, que esto y que lo otro...¿y qué hay de nosotras? ¿Ah?
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Por otro lado está lo del acoso. Yo nací a fines de diciembre y actualmente estoy en plena época reproductiva y esto, a veces, resulta un problema. Se que soy bien parecida, que tengo mi encanto, mi sexapeal ¿cachai?, pero eso no es razón para que cualquier macho mugriento se considere con derecho a montarme así como así. Nos acosan sexualmente a cada rato, no están ni ahí con las famosas feromonas y ninguna autoridad dice algo. ¿Qué hay con nuestros derechos ? ¿Ah?
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Quiso la casualidad que yo naciera en un camping, acá en el norte chico. Este año, tal vez por el asunto ese de la corriente del niño o algo por el estilo (la verdad es que no cacho mucho) ha habido una sobrepoblación y tuvimos que reunirnos, a principios de año, en el local de la Junta de Vecinos para organizarnos y no andar chocando a cada rato. Se hizo un sorteo y, aunque algunas tuvieron mala cueva, en general quedamos conformes. Por suerte a mí me tocó con mi amiga íntima, la Cecy, en un sector de cuatro sitios, más o menos a mitad del camping, lo cual es bueno porque la gente evita estar en los extremos por la cuestión de los robos según dicen. No me puedo quejar ya que estamos cerca de los baños y los lavaderos. Queda todo a la mano. O sea, súper cómodo
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Cuando no estamos “jodiendo” como dicen los giles, la verdad es que pasamos desapercibidas y casi nadie nos pesca, salvo algún psicópata, y esto nos permite observar muchas cosas o situaciones ¡que no te imaginas!
Es increíble lo que hace la gente cuando cree que nadie los está cachando, en las carpas, en el baño, en las duchas, en la playa, etc. Y, justamente, ayer en la tarde yo estaba dormitando en mi rincón favorito cuando el caballero se fue con los cabros chicos a los juegos mecánicos. La señora le dijo que le dolía la cabeza y se quedó sola.
Yo me aprestaba a seguir dormitando y ¿me vas a creer? No pasaron ni cinco minutos cuando apareció uno de los empleados del camping, un gallo mucho más joven que la tipa, encachado, bronceado, atlético, etc. Yo caché que algo raro estaba pasando. Abrí bien mis ocho mil pepas, porque de que soy sapa ¡ soy sapa! ¡Del verbo sapa! Echaron una rápida luqueada para todos lados y se metieron a la carpa. Parece que la señora, cuarentona, estaba muy necesitada porque en menos de un minuto ya se había empelotado. ¡Para qué te digo! El tipo le dio guaraca. ¡Dos sin saque en menos de un cuarto de hora! La vieja quedó “muerta”, con los ojos blancos y las patas tiesas, balbuceando palabritas y suspirando como locomotora, pidiéndole más al muchacho, pero éste se vistió rápidamente y le dijo que si se desaparecía por mucho rato podía perder la pega. Y se echó el pollo. Así de simple.
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Mala noticia. Mi amiga íntima, la Cecy, sonó pistola. Yo ya le había advertido que tuviera cuidado con el guatón del 27. El tipo es uno de esos maniáticos mala onda que no nos soportan. Anda pa’rriba y pa’bajo con uno de esos aparatitos de plástico para asesinarnos o, por lo menos, dejarnos más dobladas que un churro. No se si la Cecy tenía un espíritu suicida o se creía muy chora y valiente. La cosa es que se le puso en la cabeza que tenía que probar uno de esos sanguruchos que hacen con una salchicha, mayo y otras cuestiones. No alcanzó ni a probar el manjar cuando el guatón maldito la reventó con su aparatito plástico. Nadie sabe si dijo algunas últimas palabras. Me dicen que debería haber visto cómo se reía el guatón desgraciado, dando alaridos de triunfo aún cuando su porquería de sanguche se fue a la cresta. Pero esto no va a quedar así. Ya veremos cómo le vamos a joder la pita de aquí en adelante.
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Como ustedes saben, al camping llega todo tipo de personajes. Dentro de la fauna de veraneantes hay para todos los gustos. Hoy me he divertido analizando el perfil de algunos y me permito hacer un pequeño listado:
• Los rascas, que se metieron en 60 cuotas para comprarse un auto. Una se da cuenta por la ropa, por lo que comen, etc. que son fuleros. Pero se andan cachiporreando con su porquería de auto. Para más remate, le ponen alarma y, doy fe de ello, la hacen sonar de adrede en cualquier momento, especialmente de noche, para que todos sepan que tiene alarma. Y no la apagan de inmediato. Parece que gozan orgásmicamente con el maldito ruido...
• Las mismas minas que en la ciudad se andan tirando la falda cuando se les sube de las rodillas, acá en la playa muestran hasta las amígdalas. Andan con unos trajes que creo que se llaman “colalés” o algo así. ¡Oye! Mejor andan a poto pelado. Y están las viejas guatonas, con cualquier rollo y que insisten en ponerse bikinis aún cuando los cachetes con celulitis se les escapan por todos lados. ¡Ridículo!
• Los gordos coquetos. Yo los he cachado cuando meten la panza y se llegan a poner azules aguantando la respiración, especialmente cuando va pasando alguna minita.
• Los “atléticos”, que gustan de hacer gimnasia en la playa, mostrando sus músculos y unas calugas roñosas. Corren por la arena con un ridículo trote de vaca. Pura foca. En sus perras vidas han hecho gimnasia. La cosa es mostrarse ante las minas que, en general, no los pescan.
• Los “celulaicos”, que se andan quebrando con su aparatito. Suelen ponerle musiquitas súper ordinarias y a todo volumen, por supuesto. Cuando contestan o hablan lo hacen gritando. Pobrecitos.
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Con el tiempo, una empieza a tener preferencias con respecto al tipo de veraneantes. No hay por donde perderse que lo mejor son las familias numerosas, con hartos cabros chicos, ojalá con guaguas, que les gusten los mariscos y el pescado, los asados, etc. Es donde mejor lo pasamos porque parece que cuando son muchos no se preocupan de nosotras. Entonces, le hacemos chupete a las comidas, especialmente la de los niños que permanece más tiempo sobre las mesas o que cae al suelo. A mi me enloquecen el pescado, los piures, los pañales desechables, los helados, las palmeras y el pan de huevo. ¡No hay como las familias grandes!

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¡La venganza es dulce! Ayer nos pusimos de acuerdo con las chiquillas y planificamos cómo joder al guatón del 27. Lo seguimos durante un buen rato y, como el tipo es rutinario, sabíamos que después de llenarse la panza con el almuerzo se iba a recostar un rato en su silla playera a dormir una siesta. En pocos minutos el compadre estaba zeta y, para más remate , con la boca abierta. ¡ Para que te digo! Le llenamos el hocico con cuanta porquería (desde su punto de vista) encontramos (caca de guagua, mierda de perro, unos huevitos guachos, etc.). Hoy el tipo andaba más amarillo que un choclo, con una diarrea que ni te cuento, tomando remedios y pastillitas de carbón. La Cecy debe estar súper contenta en el más allá (¿existirá el más allá, me pregunto a mí misma?).
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Las noches para nosotras son súper fomes. Por lo general los viejos se juntan a jugar al dominó, cacho, lotería, carioca, etc. y, prácticamente, no comen nada. Pero le dan duro a las piscolitas, a la cerveza y al vinacho (¡guacale, que asco!). Los más jóvenes parten hacia las discotecas o a pasear por el pueblo. Otros se juntan en la playa, arman una fogata, canturrean, atracan y algo más, si me entienden. Lo que no me parece bien, desde mi humilde punto de vista, es ver como fuman una cuestión hedionda que los deja raja en el suelo, hablando leseras, los ojos desviados y la ñata colorada. ¿Qué pasa con nuestra juventud?
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Hoy amanecí medio filósofa. Quisiera contar algunas experiencias con respecto a mi vida “S”, es decir, social, sexual y sensual. ¡Porque una tiene su corazoncito, pues! Resulta que el otro día... ¡crestas!... ahí viene el guatón del 27...




Texto agregado el 24-06-2008, y leído por 543 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
05-02-2014 Excelente!! Una obra maestra. Me fascina el juego autor versus lector! Gracias tamaruchca
07-12-2009 Jajajajajajjaa, ahora si!!! Después de haber recibido una "pequeña" ayuda que me permitio conocer la protagonista de esta historia, el circulo se cierra y pude entender esta magnifica realidad. Magnifica por lo que representa y por la habilidad del escritor para mirarla desde la perspectiva de ...¡¡¡UNA MOSCA!!!. Dudo que alguno de los 128 visitantes que leyeron esta narración la hayan descubierto, por eso me siento en la obligacion de transmitir la ayuda que me fue concedia. Pese a ese detalle, importante por cierto, la finalidad del escritor no pierde su rumbo: se activan los organos de los sentidos y aunque creí que no me podia meter en este relato ya estaba inmersa en él: me causo repulsion el ambiente, que para la protagonista era un verdadero paraíso....¡¡Vaya gran filosofa que encontraste Carlos!!. Ahora entiendo por que no entendi....jajajajjaa Cariños trasandinos juanirenata
04-12-2009 Es la primera vez que no logro meterme en un escrito tuyo, serán los giros propios de tu país que no entiendo demasiado, posiblemente, los causantes de esta situación juanirenata
24-06-2008 Buen cuento. Bien llevado. Me gustó. deojota51
 
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