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“Ya había leído algo parecido a esto en una novela. Pero esta vez era real.
“Cuando llegué a casa, encontré a mi papá en la puerta, venía del trabajo. Noté que se venía desvistiendo en el camino, dos botones de su camisa estaban desabrochados y en su mano sostenía su chaleco y su corbata. Abrió la puerta y yo le saludé, luego entramos.
“Entré y fui directamente a mi cuarto a dejar mis cosas. Todo estaba en silencio. Entonces entré a la alcoba de mis padres y encontré a mamá tirada y a papá a su lado. Fui a saludarla y la encontré inconsciente.
“Miré a papá y lloraba. Entonces me percaté de un frasco de pastillas a un lado de la cama.
“Él se levantó y fue a llamar una ambulancia, a urgencias, o a lo que fuera. No demoró mucho, apenas alcancé a darme cuenta de lo que había ido a hacer cuando ya estaba de vuelta. Lloraba.
“Yo ni siquiera reaccioné.
“Me quedé parado ahí frente a la cama, lo vi llorar y me sentí repugnante. Entonces vi su cadáver. Sólo un cadáver.
“Sentí nauseas y me marché.
“Primero fui a la cocina para beber un poco de agua. Luego salí para sentarme en un sillón en el patio y así tomar algo de aire.
“Sólo me senté a respirar. Entonces se hizo presente en mí una sensación de alivio y esto aumentó mi repugnancia. No tardó en llegar mi tía, la hermana de mi padre que al verme ensimismado se sentó junto a mí y comenzó a consolarme. Me consolaba y lloraba.
“Me consolaba, ¿de qué?
“Aquel día fue un día oscuro. Yo apenas podía darme cuenta de lo que estaba sucediendo. A pesar del ambiente putrefacto y húmedo el tiempo pareció esfumarse. Esa noche me acosté temprano.
“A la mañana siguiente mi papá me dijo que después de todo lo que había pasado tal vez era mejor no ir al colegio. Yo insistí en ir y me apuré en salir de esa casa.
“Cuando llegué veía oscuro. Era un alivio, era un alivio ver normal.
“Y a pesar de que me sentía normal, seguía esa sensación de repugnancia en el fondo.
“Y esa sensación de repugnancia, hizo que mi amigo se diera cuenta de que algo pasaba. No dudó en preguntar:
“¿Qué pasa? –Dijo con una voz como si el problema fuese suyo.
“-¿Puedo quedarme en tu casa? –No dudé en pedir su auxilio. Veía, pensaba y hablaba normal, pero sentía repugnancia que provenía de mi esencia.
“-Claro.
“Cuando llegamos, le conté qué pasaba: le dije que mi madre se había suicidado, le conté de mi reacción, le dije cuánta vergüenza sentí cuando mi papá lloraba y me vio intacto. Le dije cuán repugnante me sentía al ver que mi madre había muerto y a mi no me importaba.
“-¡Anoche intenté llorar y no pude! –Le dije llorando. -¡Esto no es normal!
“Le abracé y lloré. Y al estar ahí me di cuenta de que sí era capaz de querer. Aunque no fuese a mi madre, era capaz de querer.
Después de todo esto sólo faltaban minutos para llegar a casa. Abrí la puerta y en la sala de estar encontré la televisión encendida, una silla rota y a mi madre colgada de la viga de una pared que ya no existía. Como ella.
Sólo que esta vez sí era real. Entonces lloré. Todo el día y toda la noche lloré.

Texto agregado el 03-07-2008, y leído por 152 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
29-08-2008 sin palabras !! sólo me queda darte las 5 estrellas tan merecidas por tan excelente escrito ! vagabunda2
14-07-2008 muy bien, casi con un juego del tiempo y su cuota de tristeza y negrura. doctora
11-07-2008 no se que decir, me ha llegado muy hondo. andromaco
03-07-2008 me encanto una historia muy dura, besote almaguerrera
03-07-2008 Me gustó mucho, bien escrito, una historia sórdida con todos los elementos de un cuento oscuro. nefftali
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