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DE BUENAS A PRIMERAS


Virgilio Justo

Maribel.

Por más que una, en su ingenuidad, piense que ya ha pasado lo peor, todo es susceptible de empeorar. Y empeora. De un momento a otro, como se derrumba un castillo de naipes, se destruye una vida, después, te adaptas, vuelves a las cosas de siempre e incluso llegas a pensar que lo soñaste, que todo aquello solo ocurrió en tu imaginación. De pronto, como si un mago o el jefe de pista de un circo fantasma hubiese chasqueado los dedos, se hunde tu vida para siempre.
Hace diez meses que Alfredo desapareció de nuestras vidas, y con él, la paz y la fortuna, quedamos inmersos en una madeja de trampas que terminaron por llevárselo todo, entre otras cosas, la alegría de vivir, porque, cuando ocurre una cosa así, llegas a creer que no serás capaz de soportarlo, pero lo soportas, ¡solo Dios sabe hasta dónde podemos llegar a soportar!, de la noche a la mañana perdimos, la tienda, el dinero del banco… todo nuestro medio de vida… Descubres, con gran sorpresa, que, cuando la depresión y el desánimo te acorralan, ni siquiera puedes contar con el consuelo de los chicos, el hijo escapa de la debacle, la chica, más débil, quizá más sensata, se encierra en casa, avergonzada, ni puede ni quiere dar explicaciones de por qué su padre ha desaparecido y con él, la hacienda… todo va de mal en peor, y los amigos te olvidan, y sobre todo esto, sientes la angustiosa sensación de verte observada por todos, criticada por todos… Para no volverte loca, terminas haciéndote un caparazón que te permita seguir viviendo, y surge lo inesperado, algo que nunca hubieras podido imaginar, te refugias en el rencor, rencor hacia ese marido que te ha abandonado, hasta llegas a echar de menos las noches en blanco, vigilando la ventana, el sonido de la cerradura en la puerta, sus pasos vacilantes, el olor a vino… Entonces, en lo que te parecía el máximo de la desesperación al sentirte repudiada, sustituida, sin llegar nunca a reunir las fuerzas necesarias para pedirle explicaciones de por qué… Temiendo sus respuestas… y ahora, aquí, sola, en el silencio más absoluto, en el abandono más denigrante, en esta soledad, en la inseguridad que te produce la certeza de no haber sabido nunca nada de su vida...
Después, cuando el dolor va quedando atrás, un papelucho escrito con letras mayúsculas, vuelve a mostrarte con la mayor de las crudezas humanas una angustia que ya creías superada, y vuelve a tu memoria la primera noche de su ausencia cuando pensaste, como siempre, que estaría con alguna golfa o jugando una partida de cartas, de hecho, la rutina de tantas otras veces te llevó a tomar algo de cena y tenderte sobre la colcha a esperar su regreso… Ya había pasado el tiempo de andar por la casa en camisón haciendo una infusión para cuando volviese…
Sí, aquella fue una noche larga, la más larga de todas, la que confirmó todos los temores, por eso, a primera hora de la mañana ya estabas en Comisaría a denunciar la desaparición, y el comisario, bostezante y malcarado, te recibió molesto, por compromiso, limitándose a insistir en que debías aguardar y solo si no había aparecido al cabo de dos días, volvieses para poner la denuncia, que ahora, lo más sensato, era que volvieses a casa que, a buen seguro, él, después de correrla, ya estaría allí.
Los chicos, como es natural, ¡tan panchos!, se fueron a sus cosas. Lo primero que te vino a la mente fue que tenía que haberle ocurrido algo, un accidente, por eso, tras dos horas largas de llamar a los hospitales, a los amigos y en vista de que nadie sabía nada abriste la tienda intentando dejar pasar las horas como te había aconsejado el comisario… Todo inútil, los nervios no te dejaban parar quieta.
En cuanto se cumplió el plazo fuiste a poner la denuncia e informaste a los chicos de lo que te habían dicho en comisaría, que ellos se encargarían de todo.
Fran fue el de la idea, había que hacer fotos “pasquines” dijo él y ponerlos en todas partes, alguien podría haberle visto, alguien sabría… Nada de nada.
Una semana después, cuando ya estaba harto de colocar fotos de su padre en las cabinas telefónicas, estaciones de ferrocarril, autobuses y alrededores de los hospitales llegó la citación, tenías que personarte en el juzgado, por lo visto, Alfredo había contraído cuantiosas deudas de juego…
Rubén, vuestro querido amigo Rubén Sanz, el inseparable compañero de pesca de Alfredo, se ofreció a solucionar el problema.
“Mira, Maribel, yo te lo resuelvo, no te preocupes, en cuanto sepa el juez que nos toca y tenga el expediente, hablamos, como comprenderás, es una tontería rompernos la cabeza en cábalas hasta conocer la cuantía de lo que se nos reclama… Mañana, como muy tarde pasado mañana, te llamo y te cuento lo que hay, tú, ahora, descansa, si es necesario, encargas a Fran de la tienda…En estos momentos, lo más importante eres tú, si caes enferma… todo será mucho peor…”
Cuando te llamó, ya no era el Rubén de siempre, te extrañó que te citase en su despacho, en cuanto su secretaría te hizo pasar comprendiste que la cosa era más grave de lo que cabía esperar, y al ver un expediente de muchos folios sobre su mesa y Rubén hablándote con esa voz, ampulosa, profesional, comprendiste que estabas en un grave atolladero.
“No te quiero engañar Maribel, ya me conoces, la única defensa es que un perito calígrafo demuestre que los recibos son falsos… De otro modo, no sé, no sé”
“Pero, Rubén, por favor, no me preocupes ¿de cuanto dinero estamos hablando?”
Se sentó, abrió la carpeta y buscó entre el montón de papeles hasta encontrar el que hacía referencia al total que te reclamaban.
“Estamos hablando de algo más de doscientos mil euros… más intereses”
Un sollozo fue tu primera reacción, no tuviste necesidad de hablar, estaba todo perdido… un mes mas tarde tuviste que entregar las llaves sin poder sacar ni un saco de arroz… Ahora, tras unas importantes reformas, vuestra tienda de ultramarinos y coloniales es un bar de copas.
Rubén se limitó a seguir el procedimiento y, unas semanas más tarde, pasó una minuta de dos mil quinientos euros que, a base de pedir favores, pagaste escrupulosamente...
Mónica tardó varias semanas en atreverse a salir de casa, Fran, más seguro de sí mismo, tomó una habitación en un piso de estudiantes y ahora se dedica a dar clases particulares a domicilio y así puede echarte una mano cuando no te alcanza para los gastos.
Lo único positivo llegaría cuando, sin previo aviso, apareció un empleado del Banco de Crédito a informarte de la existencia de una hipoteca inversa suscrita por Alfredo sobre la vivienda familiar, hecho que había evitado que te la arrebatasen también, dos o tres cafés y media hora más tarde llegaste a comprender por que Alfredo había desaparecido, acosado por unos desaprensivos que le habían hecho tomar la determinación de, una vez salvada la vivienda, desaparecer de forma tan extraña.
Aquel diligente empleado te hizo ver que, desde su punto de vista, Alfredo, no había visto otra salida, y lo que aquel hombre trató de hacerte ver meridianamente claro era la intención de Alfredo de desaparecer definitivamente.
Y ahora, cuando las piezas empiezan a encajar, de nuevo, la tragedia se cierne sobre vuestras cabezas.
Anoche, al llegar a casa un poco más tarde de lo habitual, porque ni tienes que dar explicaciones ni nadie te espera, casi sin darte cuenta, abriste el buzón con la idea de tirar los papeles de publicidad y allí estaba aquel papelucho que ahora te roba de nuevo la paz, lo leíste allí mismo notando como se te helaba la sangre y te fallaban las piernas.

SI QUIERE VER A SU MARIDO CON VIDA, INTRODUZCA EL PRÓXIMO SÁBADO, A LAS CUATRO DE LA TARDE EN PUNTO, DIEZ MIL EUROS EN BILLETES GRANDES EN UN SOBRE CERRADO EN LA PAPELERA QUE ESTÁ FRENTE AL BAR “EL GLOBO” DEL PARQUE DE LA ALAMEDILLA.
SI NO LO HACE, O AVISA A LA POLICIA, SU MARIDO, “D E S A P A R E C E R Á”.

No sabes como pudiste recopilar fuerzas para subir al piso, rompiste la nota en mil pedazos y te metiste en la cama deseando dejarte morir, olvidarlo todo, sin embargo, con los ojos cerrados, se agolpaban ante ti las imágenes de todos los terribles momentos vividos desde la desaparición de Alfredo y fue entonces cuando comprendiste que era inútil, que no tenías la menor posibilidad de conseguir los diez mil euros en cuatro días, lo que te pasaba el banco los primeros días de cada mes apenas alcanzaba para los gastos normales.












Fran

Acabo de llegar, he pasado casi toda la mañana preparando el examen de Selectividad de Andrés, mañana es el examen y su madre, muy atenta, me ha invitado a un opíparo desayuno, no es que esté exultante, hace tiempo que no sé lo que es eso, pero, puede decirse que estoy contento, fue entrar en la habitación y ver la carta, bueno, lo que creí en aquel momento que era una carta, estaba sobre la colcha, destacaba bien, blanco sobre azul y flores rojas, solo figuraba mi nombre, por eso, por la familiaridad, pensé que era una nota de Antonio o Carmen, mis compañeros de piso y, sin la menor solemnidad, lo abrí mientras me aflojaba el nudo de la corbata, ¿cómo iba a pensar que se trataba de algo tan horrible?. Ni en mis peores pesadillas he tenido una impresión tan fuerte.
Un hombre aparece muerto a tiros en una pensión del barrio de Los Pajaritos
EL NORTE DE CASTILLA - Valladolid
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Un hombre de alrededor de unos cincuenta y cinco años fue asesinado en la tarde de ayer en la pensión en la que habitaba desde hacía unos meses, según informaron fuentes de la Guardia Civil el hombre, que responde a las iniciales A L perdió la vida a causa de dos tiros en la cabeza, el cadáver fue encontrado a las 20.00 horas por una camarera de la pensión. La Policía Judicial investiga las causas del siniestro.
Aquel recorte de periódico hablaba de la muerte de mi padre, al que no había vuelto a ver desde hacía casi un año. Haciendo ímprobos esfuerzos por respirar me dejé caer sobre la cama, no podía comprender quien podía tener tan mala “prosapia” –como decía la abuela Juana- como para anunciarme algo de tal gravedad como era la muerte de tu propio padre y más aún de una forma tan cruel, máxime cuando el hecho había ocurrido hacía quince días, en otra ciudad, y sobre todo, que ya no se podía hacer absolutamente nada.
Mi padre y yo no nos llevamos nunca bien, se pasaba la vida gritando que yo era un inútil, que me refugiaba detrás de los libros cuando no era de mi madre para no dar golpe, que nunca serviría para nada, que el día de mañana, cuando me tuviese que hacer cargo de la tienda… Y mira lo que son las cosas, al final fue él quien salió huyendo de las trampas de juego que terminaron por comérselo todo, las perras del banco y la tienda. ¡En fin!, ya terminó todo, ahora, lo que siento es no ver la cara que pondría si supiese que no solo me gano la vida sino que estoy ayudando a mamá a salir adelante. ¿Le habrían mandado otro recorte de periódico a mamá? Y si es así, ¿cómo se lo habría tomado? Dude entre llamarla inmediatamente o dejar pasar el tiempo, no me sentía con fuerzas de hacer otra vez de protector de los López, había sido demasiado duro el proceso de adaptación tras la desaparición de papá, demasiado duro como para que ahora volviese a abrirse la herida con su muerte.
Sorprendentemente, no sentía nada especial , ¿era yo tan rencoroso como para alegrarme de no volver a tener nunca más las recriminaciones de mi padre a las espaldas? No sé, ahora debía pensar en mamá porque, probablemente a Mónica ya se encargaría alguien de consolarla y, si vas a ver, ya había tenido su duelo antes de tiempo… Era terrible pensar en el tipo de muerte que había tenido pero, la verdad es que salvo la sensación de ahogo y el temblor de las piernas de la sorpresa, no era consciente de sentir nada especial, absolutamente nada.





Texto agregado el 03-07-2008, y leído por 87 visitantes. (0 votos)


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