El sol asomaba entre las casas de bloques.
Pronto ya teníamos a la gente tomando mate con yerba vieja y agua que fue calentada pero no hervida;
con algún fideo, a veces, a veces con pelos de perro.
Los perros también "tomaban mate", hasta donde su condición se los permitía.
De la niebla apareció una pala gigante que en mecánicos movimientos (como no podía ser de otra manera... ¿o si?) fue sacando gente que tomaba mate y las casas que tenían detrás.
Las fueron poniendo en un balde y después las tiraron a un río. Los obreros tenían su hogar ahí mismo, pero no pudiendo rechazar la sagrada orden del trabajo, no dudaron también en tirar a sus casas al balde.
De un carruaje tirado por palomos de monte (con alas cortadas) bajó para contemplar el trabajo un dictador centroamericano, que sacándose la máscara resultó ser un mafioso ruso. Tras sacarse esa máscara resultó ser un fanatico palestino. Varias veces se repitió esta operación, y después de sacarse la máscara de bussinesman estadounidense, el personaje quedó sin cabeza. Sin cabeza empezó a caminar sin contestar a los pausados saludos de los que aun tomaban mate sobre la tierra. Luego las máquinas se tiraron a sí mismas al río, todo el terreno quedó libre. El individuo sin cabeza caminó pacientemente, sin expresión en su rostro.