Cuando sintió que se encontraba cara a cara con ella era como si bailase alrededor de un abismo con los ojos vendados, solo que se arriesgaba porque ella aviso cuando debía llegar.
Así que una y otra vez se preguntaba porque el mundo seguía andando? Y entendía, una vez más, la morbosidad con el que este estaba construido, si el mundo estudia las guerras, que le importara una muerte más.
Pero, tal vez estaba exagerando, entonces su respuesta era: no somos más que un cuarto de arena en la intensa inmensidad, y aun así no podía responderse, ni a veces, reponerse.
Mientras caminaba por las calles, los rostros extraños parecían ahora estupidos, todos eran felices menos ella, pero en realidad, todo es subjetivo y la desesperación aparece según en que mente y según en que estados.
Aun así había momentos en que pensaba que las cosas no eran tan malas, si no que eran obvias, si, le sirvió de mucho haber leído un poco de esa filosofía metafísica y retratarse en ella y pensar una y otra maldita vez: “La muerte no es realmente nada”
Así que se dijo que era mejor empezar a observar el todo y la nada, por primera y ultima vez. Y vio…
Que el cielo es mas hermoso de lo que parece, ni siquiera lo parece, y sin embargo estaba ahí recubriendo las cabezas humanas con su manto eternamente celeste, alzo los ojos y lo vio: sí, la hermosura por primera vez y se le erizo la piel, ahí estaba su manto celeste con pequeños algodones de azúcar blancos y ese oro brillante que lastimaba su mirar, pero llenaba su vida. Y si no es celeste es gris y te bañan si quiere y aun haciendo frío o calor a veces no esta exento de bellos recuerdos y es azul oscuro y plasmado de brillantes en donde descansa en el verano su cabeza adormilada y la recubre con esa brisa que le es fácil calmar.
Y sí, es feo saberse muerto, pero dentro de esa objetividad que nos atañe, toda mi espera es más llevadera de lo que pensaba.