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Inicio / Cuenteros Locales / larmdo / Crónicas de la llegada de la bestia (parte 3)

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Una vez más intenté acercarme a la bestia esta ocasión lleno de temor y rencor, el coraje invadía mis entrañas, ya que por su culpa, mis mejores amigos habían cambiado de actitud, mis lágrimas eran evidentes, pero aun así me acerque lo más próximo a su oreja y comencé a contarle la historia de mi desgracia, de nuestra desgracia, le pedí de una y mil formas que se alejara de la aldea, que de una vez por todas viviera y dejara vivir… Mis palabras parecían no ser escuchadas por la bestia, al parecer todas mis palabras habían sido pronunciadas inútilmente. Lentamente abrió uno de sus ojos y musitando mencionó:
-Observa…
Claramente en el intenso azul de su mirada pude ver como se acercaba la enardecida muchedumbre encabezada por Pocaa, ahora desconocida, corrompida ante las enseñanzas del común. Miré también como los aldeanos mentían y robaban a expensas del nombre de la bestia… Era absurdo mirar como la gente aprovechaba la situación para obtener ganancias.

Con gran dolor en mi corazón acerqué mis labios a su frente y planté un tierno beso, quizá los aldeanos no comprenderían mi proceder, pero por un instante había comprendido mi misión en la aldea… Acaricié amorosamente su cabeza, comprendí que fue injusto el haber juzgado sin conocer la verdadera causa de la molestia de los aldeanos, el problema no era la bestia, sino lo que representaba su regreso, su recuerdo, el despertar constante de la verdadera naturaleza humana.
Ante la mirada atónita de los aldeanos, monte al lomo de la bestia, ahora mansa y tierna, y amorosamente le pedí se alejara para siempre de ese sitio, Había concluido mi misión de profeta, aquella misión que se me había encomendado desde pequeño a regañadientes y que pensé que se podría haber resumido a solo enseñar y conservar las tradiciones… Fue duro darse cuenta que cada aldeano había interpretado la ley a su conveniencia, que el amor salía sobrando en un ambiente hostil. Que era una gran farsa el comprender y traducir idiomas extranjeros ya que la lujuria opacaba el contexto; Que la historia era solo contada a conveniencia de los vencedores y no de los vencidos y que por último las tradiciones y los rituales eran solo una farsa para adormecer la verdadera conciencia del ser humano.

Comprendiendo esto, en mi cabeza, mi misión como profeta, solo terminaría al mostrarle a los aldeanos que el bien y el mal solo era discernimiento propio y que debían de realizar este análisis desde su interior… Derramando una última lágrima y despidiéndome afectuosamente de los aldeanos y de los que consideraba mis amigos, emprendí el vuelo sobre el lomo de la bestia… Aun con un destino incierto, pero con un solo objetivo en mente “crecer y enseñar” remontamos el aire. Esta vez viviría mi duelo al máximo, me olvidaría de todo lo ocurrido y compartiría mi dualidad para mostrar la verdadera identidad de las personas en otras aldeas… Para mi la batalla con la bestia duró algunos días, pero contaran los ancestros que la lucha duró toda mi vida y aun así nunca concluyó.

“Y lloré… Pero me dí cuenta que no había tiempo para seguir sufriendo, así que me armé de valor y comencé de nuevo la aventura, esta vez desde el inicio”.

FIN.

Texto agregado el 24-07-2008, y leído por 105 visitantes. (0 votos)


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