Casi cuarenta y seis años de existencia....



Maria do Carmo Leal dos Santos, nació en el municipio de Jiquiriçá, en el Estado de Bahia (Brasil), el día 19 de junio de 1948. A ella le gustaba que le chamasen "Carmen". Hija de Anita Leal dos Santos y José Correia dos Santos.

Mi madre falleció el 28 de febrero de 1994. Sufrió un infarto fulminante.... su tasa de colesterol traspasó el normal: 880 mg/dl. Un mes antes, el medico se asustó con el resultado del examen y recomendó que hiciera una dieta urgente. Estaba con depresión, el cuerpo hinchado, los ojos pálidos y andaba con dificultad.

El sábado día 26, fue con mi hermana Rosilda a visitar a su hermano Antônio, en el barrio Jacaraípe en el municipio de Serra, aquí en el Estado de Espírito Santo (Brasil), principalmente a su sobrina preferida, Jaqueline. Ella le dijo que vino para despedirse porque iba a morir. Fueron a la playa cerca de allí caminando y no aguantaba recorrer ese trayecto, pero aún así fue, medio mareada. Mi tío le hablaba: "¡Que es eso, Carmen! ¡Aún no ha llegado tu hora!"

El domingo día 27, fue solita bien temprano a la residencia de su hermana Antônia en el barrio Itanguá, en el municipio de Cariacica/ ES. Ella almorzó y se quedó allí hasta el final de la tarde.

Tratar con la muerte, ver una vida extinguirse es una de las experiencias más marcadas: el lunes, día 28, eran las tres de la madrugada, ella se sintió mal, con falta de aire, entonces se levantó apresuradamente y abrió la ventana, después conectó el ventilador. Mi padre no sabía lo que hacer para ayudarla y llamó a mi y a mi hermana. Ella llamó a la puerta de los aposentos de mi hermana como se estuviera en desesperación, oscilando la cabeza con los ojos muy abiertos y no lograba pronunciar ninguna palabra, enseguida corrió hacia el cuarto de baño; estaba teniendo un ataque cardíaco; el dolor era muy grande... Volvió y al pasar por la puerta de sus aposentos, se acercó a la cama. De repente, sus ojos que estaban abiertos, miraron hacia arriba y se cerraron; ella cayó al suelo. Ya he visto esa escena en películas, sin embargo, pensé que se había desmayado. Mientras mi padre fue a llamar el vecino para llevarla al hospital, intentamos cambiar su ropa. Fue algo trabajoso porque estaba demasiado pesada. Comprendí que algo muy grave estaba sucediendo, pero, no imaginé que estuviera muerta... nunca se piensa en esta hipótesis. Mi hermana fue en el coche con la cabeza de mi madre en sus piernas y la llevó al hospital público "Antonio Bezerra de Farias". Llegando allí, los médicos la pusieron en una cama y la cubrieron con una sábana blanca.

Entonces mi hermana entendió que ella había muerto. Sin embargo, nosotras no nos abatimos, nos quedamos tranquilas, porque sabíamos que ella murió con fe y esperanza en Dios. Mi hermana se dirigió a un teléfono publico y llamó a varias personas de la iglesia, quienes dieron asistencia a mi familia durante el entierro. El cuerpo fue velado en la iglesia evangélica Maranata, cerca de nuestra casa y fue sepultado en el cementerio del barrio Santa Inês, en Vila Velha.

Después del sepultamiento, mi hermana fue el día siguiente a la casa de mi tío Antonio para entregar una carta que mi madre había escrito para Jaqueline. Entre otras cosas, decía que quería que su sobrina fuera a pasar un día con ella para que pudieran pasear por la plaza y tomar helado juntas. Mi tío paró de leer y empezó a llorar, entonces su esposa Tilda concluyó la lectura y se emocionó también.

¡Mi madre le gustaba mucho la naturaleza! Cuando veía una flor que le atraía, no se aquietaba hasta lograr una muda. La terraza de mi casa estaba llena de jarrones con plantas... pero murieron todas porque mi madre era la única que sabía cuidar de ellas. Su ataúd fue cubierto con rosas rojas por ser su flor preferida.

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OBS.: Este texto hace parte del libro:
"Voz del Alma" – Autora: Rosimeire Leal da Motta
Editora CBJE - RJ - Noviembre/ 2005 - Poesía y Prosa.
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