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DOS AMORES

El pescador, enamorado, miraba el mar. Cruzando el mar, allá lejos, en una isla colorida y lejana, estaba la mujer que amaba. Sus sentimientos volaban a la isla, atravesando el océano. Sueño imposible, la soñaba princesa.
El pescador amaba a su mujer, que seguramente leía tranquila en su jardín, allí cerca, en su casita junto a la playa. Pero se había enamorado, nunca sabría por qué extraño designio del destino, de otra mujer. ¡Y qué lindo estar enamorado…!¡Cuántas extrañas sensaciones recorrían ahora su cuerpo ¡ Veía sus ojos brillantes, y su piel se erizaba… Veía sus sonrisas y era su carne la que se estremecía. Estaba enamorado de ella. No quería estarlo, pero no podía evitarlo.
Amaba a su mujer y estaba enamorado de otra mujer. Su mujer, compañera de muchos años, era real. También la mujer de las sonrisas era real, pero un día la convirtió en princesa de ensueño, para poder amarla. En sus sueños, amaba a la princesa. Al despertar junto a su mujer sentía el dolor de engañarla, pero se tranquilizaba recordando que los sueños no se controlan. No podía controlar sus sueños, ni sus sentimientos.
Pero, sin embargo, el pescador se había quebrado, roto como una rama vieja. Con su corazón las amaba, con su cuerpo las deseaba. Pero el corazón no se veía, como los sentimientos, y de tal modo el corazón podía amar en silencio, a oscuras, mudo, invisible. Pero el cuerpo, deseoso, no podía. No podía amar mas que a una de ellas, porque el pescador quería pertenecer, dejar su cuerpo en manos de quien amaba. Y lo había hecho muchos años atrás. Le había entregado su cuerpo a la mujer de la playa. Ya su cuerpo no era suyo.
Un día el pescador no resistió el silencio de su corazón, cruzó el mar, llegó a la isla colorida, llena de alegría, y arrancándose el corazón con las manos, se lo entregó a la princesa.
La princesa, sorprendida, lo tomó para no dejarlo caer. “No entiendo” dijo azorada, “me entregas tu corazón, y yo se que amas a tu mujer” “¿Qué sucede?
El pescador, dijo “No puedo vivir sin que lo sepas. Te amo” “Se que amo a mi mujer, no puedo vivir si ella, pero sin ti, no vivo”.
La princesa compasiva, dijo: “Guardaré tu corazón, porque te quiero” “Pero solo lo guardaré hasta que despiertes de tu sueño imposible” “Te conozco, te quiero, y se que no podrías lastimar a tu mujer” “Ve, vuelve a tu playa, entretanto”
El pobre pescador regresó a su playa, sin corazón y sin cuerpo, fantasma de dos amores. Vagó por las playas, silencioso y dolorido. Vagó por los mares, buscando un destino. Quería estar cerca de su corazón, y rondaba la isla. Quería estar cerca de su cuerpo, y rondaba la playa.
Cerca de la playa era feliz, pero cerca de la isla la felicidad lo llenaba. Cerca de la isla tenía paz, pero cerca de la playa la paz lo llenaba. Pero no tenía ni paz ni felicidad, porque no tenía corazón para sentirlas, ni cuerpo para disfrutarlas.
Y tuvo que decidir. Fue a la isla, y recuperó su corazón. La princesa se lo entregó contenta. “Siempre supe que lo vendrías a buscar” “Siempre supe que no era mío, y te quiero también porque la quieres a ella fielmente” “No creo que pudiera ser feliz al lado de un pescador infiel”
El hombre volvió a su playa. Tomó el corazón y lo incrustó con dolor en su pecho. Amaba demasiado a su mujer. Amaba demasiado a la princesa. Pero no podía vivir como fantasma, y tuvo que decidir. Decidió ser fiel a su mujer de la playa. Nunca tocó a la princesa, nunca la besó, porque amaba a su mujer.
Pero en la playa, esa noche, no solo fue la marea la que empapó la arena. No fue el mar el único que susurró, doliente. Y supo, en su dolor que una parte de su corazón quedó en la isla. Y que la hermosa princesa lo seguiría cuidando, bondadosa.



Texto agregado el 27-07-2008, y leído por 448 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
16-11-2008 ¡Qué intensidad y qué pureza de sentimientos! maravillas
27-07-2008 Me gustó mucho tu cuento. Delicado, fino, palabras preciosas para una situación tan real. Felicitaciones. solayapie
27-07-2008 Beso, Mónica PENSAMIENTO6
27-07-2008 Disfrute tu cuento. Buen tema. Me encantó el escenario. El enfoque, insuperable. Te felicito. Un abrazo dostoyeski
27-07-2008 Muy bueno. Me gusta la forma como describes los sentimientos encontrados peleándose con el deseo de ser fiel. Lo que pasa es que para ser infiel no se necesita el cuerpo, lo somos con la mente. Con gusto te doy mis estrellas porque lo he disfrutado. Albaclara
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