TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / anarquista / EL ÚLTIMO VIAJE

[C:364]

EL ÚLTIMO VIAJE

Ella odia los tomates.
Él le pone catsup al arroz.
Él se duerme en el cine.
Ella no sabe grabar en VHS.
Ella ama los murciélagos.
Él prefiere a Robin que a Batman.
Ella se cortó el cabello.
Él está estrenando arete.
En fin, en un parque se conocieron.
- ¿Tienes lumbre?
- Clarín.
Él enciende el cigarro.
Ella lo mira de frente.
- Hace un frío de la chingada, ¿no?
- Sí, está de su puta madre.
- No eres de aquí, ¿verdad?
- ¿Se me nota en la cara?
- No, en tu forma de hablar.
Ella le ofrece un cigarro.
Él acepta con gusto.
Ella voltea para otro lado.
El aprovecha y le ve los senos.
- No, no soy de aquí. ¿Tú sí?
- Nel, yo tampoco.
- ¿Y vienes solo?
- Simón, a rolarla un ratín.
Él mira al cielo. Va a llover.
Ella aprovecha y lo ve por atrás. No tiene nalgas.
- Ya mero llueve.¿Vienen a buscarte?
- La neta no.
- ¿Quieres ir a tomar un café?
- Sale.
Atraviesan el parque. La gente corre a cubrirse de un próximo aguacero, y ellos caminan tranquilamente.
- ¿Piensas quedarte varios días?
- No sé. ¿Y tú?
- No, no había pensado en eso.
- ¿Tienes amigos aquí?
- Uno que otro. Pero no saben que vine.
Ella no comprende por qué, pero sigue caminando.
Él está sacado de onda y sus píes no se detienen.
Ella siente que lo conoce desde hace mucho tiempo.
Él cree que la sonrisa de ella se le hace familiar.
Llegan al café. La lluvia está muy perra, y el ambiente huele a humedad.
Ella enciende otro cigarro.
Él la mira a los ojos.
- Chance y no deje de llover.
- Ni pedo.
- ¿Tienes dónde quedarte?
- Nel. Ya buscaré.
- Cerca del centro hay una posada. Está chida y leve de varo. Si quieres...
- ¿Qué?
- No, pues te doy más o menos la dirección.
- Pero no conozco...
Ella da un sorbo a su café.
Él siente una especie de ternura.
- Bueno, pues te llevo.
Él da un sorbo a su café.
Ella siente nervios en la panza.
- Pero está lloviendo.
- ¿Y qué pedo? No está lejos. Agarramos un taxi.
Ella no dice que sí, pero tampoco dice que no.
Él se da por satisfecho.
Sigue lloviendo. En algunas partes el cielo es gris, y en otras negro. De vez en cuando el sonido de un trueno retumba en las calles vacías. Ellos salen del café y detienen un taxi. Los lleva a la posada.
- Chido por el paro. ¿Dónde vas a quedarte? ¿Vas a casa de algún cuate?
- No creo. La neta no sé.
Ella tiene la llave de su habitación en la mano.
Él está todo mojado.
Ella siente algo muy extraño.
- ¿Por qué no te quedas aquí? Digo, en otro cuarto.
Ella se queda seria y quieta, pero se muere de la pena por haber dicho eso.
Él se muere de la pena por aceptar la sugerencia, pero pone cara de que no pasa nada.
Se registran y suben las escaleras. Afuera la lluvia está más fuerte y el olor a humedad es más intenso. Sus habitaciones están contiguas, el llavero es muy grande y el pasillo está alfombrado.
- Bueno, pues chido por todo.
- No hay tos.
- Ahí la vemos.
- Órale pues.
Ella entra en su habitación y se recarga en la puerta. Él se asoma por una ventana y ve que ya es de noche. Ella siente que su corazón late más rápido. Él cierra los ojos y recuerda esa mirada triste y esa sonrisa. Ella acomoda sus cosas y se cambia de ropa. Él se acuesta en la cama y prende la tele. Ella se mete al baño. Él se cambia de ropa y cambia el canal. Ella enciende un cigarro y se sienta en la cama. Las nubes espesas no dejan ver la luna, y la calle de la posada ya se inundó. Los ruidos van desapareciendo, las luces se van apagando, ellos están cansados y tratan de dormir. La lluvia está amainando, se reduce a una llovizna que se mantiene. Se escucha el sonido de uno que otro auto recorriendo las calles, alguna puerta que se abre y se cierra y pasos apagados caminando en los pasillos. Todos son murmullos.
Él da vueltas en la cama.
Ella siente que la almohada es muy incómoda.
Él tiene calor.
Ella pone el clima un poco más fuerte.
Él se levanta de la cama.
Ella abre la puerta.
Él se la encuentra en el pasillo.
Ella le tapa la boca con las manos.
Él la jala a su habitación.
Ella lo besa desesperadamente y él le quita la pijama. Caen en la cama y siguen besándose mientras ella trata de desvestirlo. Lo logra. Están locos. Les estorba la ropa. Un relámpago ilumina sus cuerpos desnudos, y el aguacero vuelve a caer. No hay tiempo. Se acaba la noche, y él la penetra de una sola vez. Ella siente que se desgarra por dentro y le clava las uñas en la espalda. Él la sujeta del cabello y le muerde los labios, mientras entra y sale de ella furiosamente. No dicen nada. Sólo se miran a los ojos haciéndose uno al mismo tiempo, tratándose de meter uno en la piel del otro. No importa quiénes son ni de dónde vienen. Están ahí, sudando los cuerpos, compartiendo sus jugos, murmurando entre dientes, queriendo llegar al final y al mismo tiempo deteniéndose, gozando esa infinita pausa que duele para que esto continúe, que no se acabe.
Siguen entrelazados, unidos por un fuego invisible, cada vez más rápido, cada vez más fuerte hasta que ya no pueden más y cierran los ojos y se abrazan en un beso largo, estallando en un ardor interminable, punzante pero agradable, jadeando, para después mirarse. No hacen falta las palabras. Afuera ya dejó de llover. Él le acaricia la cabeza y ella sonríe. Están rendidos, y se acomodan de una forma tan perfecta que no tardan en dormirse.
Ella habla dormida.
El ronca muy fuerte.
Amanece. En la calle la actividad inicia. La ventana se ha quedado abierta, y el sol entra por ahí. Ella lo siente en la espalda. Él, en un ojo. Despiertan.
- Hubiéramos pedido una habitación doble.
- Neta que sí.

Texto agregado el 15-08-2002, y leído por 689 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
13-07-2003 Lenguaje especial: "Al Féizar eyaculó aliviado y con una alegría casi, casi migaja de santidad. Cuidadosamente sacaba su verga del antro diminuto y miraba, siempre con la avidez (de la primera vez), la realización del prodigio: en enrrollamiento en torno al torniquete de su "penis" viril, cuando cordón umbilical, del intestino en parte de Pretty Jane: curiosa vuelta a los orígenes, porque pene eres y al pene volverás. La muchacha, más atolondrada que mala, ¿había dejado de existir? -casi- Respiraba aún, débilmente. Al Féizar, como pudo, ayudándose con una sopapa, le devolvió parte del intestino al culo: lo que pudo. Después llamó a la ambulancia del hospital. Era absurdo pero era así. Y siempre les hacía a los enfermeros el mismo chiste: "Je je. Estuvimos jugando. Al culo sucio.". Luego la sirena y luego Dios, Su Voluntad." Osvaldo Lamborghini extracto de "Las hijas de Hegel" pleimovil
13-07-2003 ¿lenguaje literario especial? ¿qué es eso? ¿alguna especie de pulcra y ascética enciclopedia de términos adecuados con arreglo a fines? Un cuento, o cualquier otra forma expresiva, debe dar cuenta de una situación, de un sentimiento, de una locura, del dolor o del placer más radical. En todo eso, además de algún lenguaje pletorico y despampanante, también hay "malas palabras", puteadas bah, y hay sexo, y hay alcohol, y hay drogas, y hay putas, y hay niñas de rizos rubios, y palomas, y vómitos. No hay lenguaje especial, hay o no hay literatura, el lenguaje es un camino a esa imagen que nos va a impresionar como una trompada en medio de la jeta. pleimovil
18-08-2002 no me gusto, en los cuentos se deberian obviar malas palabras. un cuento consta de lenguaje literario especial, este relato no lo tiene para nada. diego75
16-08-2002 Demonios!!! Deberiamos ir siempre al grano, que vaina, que estupidez, a todos nos gusta follar... Buen relato, soñé un rato con ella y él.... y con el café saludos :) piratrox
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]