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La soledad es tan siniestra que hasta el dolor puede salvarte.-

EL REFLEJO DE ERZEBET

En esas madrugadas,
cuando el vino nos queda chico
y uno se larga a mendigar;
persigo tu nombre,
corro por las calles oscuras
que te habitan.
Todo comenzó,
con pequeños mordiscos
en mi costado izquierdo,
imperceptibles,
placenteros;
los dientes crecían
y su único alimento era mi carne,
su lengua trazaba en mi piel
un sonido sin voz,
invisible como la maldad
que ronda en las noches de insomnio,
detrás de los espejos
con sus melancólicos susurros;
como vos
como yo
que vamos arrastrando
esta pobre escritura
vestida con los despojos
de Erzébet,
ellas son las grandes amigas
de todos los fracasos
y cómplice de la noche más cruel,
me reflejó sin piel,
en un cuerpo humano
con un hoyo gigante en su costado.
Que delicioso vacío recordar
tus dientes llevándose mi aliento,
ante la insensibilidad de la luna
y aun sigues transitando
por esta red de arterias
cuando el vino no alcanza...

Texto agregado el 27-04-2004, y leído por 239 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
19-02-2013 "En esas madrugadas, cuando el vino nos queda chico y uno se larga a mendigar". Excelente comienzo. ollaida
25-02-2005 todo parece comenzar por aquellos pequeños mordiscos en tu costado izquierdo, ... una orfebre pesadilla...un delicioso recuerdo... agata_raven
20-12-2004 Sangrientas y embriagantes noches. Sín tabúes. Muy bueno. Mandragoras
28-04-2004 Qué bonito escribes, besitos AnaCecilia
28-04-2004 fabuloso . maovelex
28-04-2004 muy lindo che! cuanto aire de vino amor y dientes!! el_intimista
 
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