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Chile. Mucho se ha hablado de la mentalidad regionalista y reducida de sus habitantes, de la impronta puesta en la frente por la cordillera de los Andes, gigante rocoso con voz de mujer bravía, mujer iracunda y desenfadada que a la menor provocación arremanga sus polleras y muestra su sexo humeante. No tuvo amores ni hijos ni dioses, fue sí el albergue de los amores de otros, de hijos ajenos y de dioses extraños. Subió sus brazos para protegernos de la mirada inquisidora de otros (igual que Claudia protegió de miradas curiosas a Mauricio); pero a pesar de su celo no logró salvarnos.
Dentro de este ordenado abanico de paisajes, casi al medio de su exuberancia, queda Chillán, pueblo desnudo, enclavado en el valle central, como si necesitase sentir el mar y la cordillera alcanzables. Chillán debió hacer pactos con lunas hechiceras, porque a su alero han crecido infinidad de amores que a la luz de la mañana no pueden vivir, amores vampiros que al rayar el alba deben mantenerse en la oscuridad…

Me planto frente a la ventana y nos recuerdo reunidas como lo hacíamos antes, cuando el tiempo no tenía prisa por marcar su paso. Aquello no era una reunión, era un refugio, era un exilio, era un collar de voces gimientes...
- ¿De quién? - preguntó Irma.
- De un burócrata erótico - contestó con toda la firmeza de la que era capaz esa Angélica distinta.
Angélica me miró con la misma mirada que recuerdo siempre de ella, la mirada que con dificultad oculta una curiosidad morbosa. A lo mejor si yo no hubiese tenido este par de pechos mezquinos ni esta camelia negra en la mitad de mi cuerpo ni estos ojos de mujer me hubiese enamorado de ella. Ella siempre quiso mirar hacia abajo y nosotras percibimos siempre que estaba arriba, a dos milímetros de nuestra cabeza, como una toca de 70 kilos, con toda su pregonada abundancia de caderas, de pechos, de hombres, de amantes; pero siempre arriba, cargando con toda su curiosidad desbocada, con su sexualidad reprimida y oscilante, con su galería de miedos y aun soberana, etérea, fascinante.
No podíamos dejar de sentir que cuando nos besaban la besaban a ella porque todas sabíamos que gozaba más intensamente que nosotras, que era ella la que desprendía olor a hembra, la inflamada, la mujer en celo, la única que llenaba los espacios abiertos. Establecíamos en el tiempo inconscientemente triángulos amorosos, éramos todas brazos de trípodes sensuales, nosotras éramos los puentes de su calentura.
Y una de sus miradas, tan intensamente suyas, me desvistió. En lo único que pensé fue en la contrariedad del desnudo. Todas intuíamos que estaba hecha de un barro distinto y la interrogó con un atisbo de sonrisa.
- ¿De un burócrata erótico? ¿Y qué esperabas de él?
Maldita virtud la de Sofía, maldita virtud la suya de disparar dardos justo al medio... y de dispararlos con parsimonia, con lentitud, como si un gozo sin límites la invadiera. Y le obligó a recordar desde su nombre, hasta la curvatura infantil de su pecho... comenzando con un dolor lejano a llamar los recuerdos
- Es que ¿sabes? no podría decir que realmente esperase algo de él - dijo con desaliento Angélica.
- ¿Me estás diciendo que le reprochas el no haberte dado algo que no esperabas que te diera? Me parece injusto - le reprochó Sofía abriendo enormes los ojos.
- Sucede que simplemente no le puedes pedir peras al olmo por mucho que se le parezca. Era incapaz de dejar que la dulzura suavizara sus gestos. No puedo decir que tuviera esperanzas, venía como el yoghurt, con fecha de vencimiento en la tapa.
Y al decirlo su frustración caía en lágrimas contenidas desde el primer día, desde que se supo en la órbita de quien jamás vio con los ojos cerrados (los ciegos se golpean contra las paredes hasta que aprenden a ver sin mirar, hasta que tocan con el alma).
Se irguió con la esperanza de ignorarse a sí misma, de negarse a asumir sus propios momentos de humanidad evidente. Se obligó a sonreír y su gesto me recordó a Irma y su glamour desleído.
Continuó en la exorción de sus fantasmas.
- Junto a él no podía dejar de sentir que la pasión de la que hacía jactancia lo mismo se la despertaba yo que una puta, y yo lo hacía con un amor ilimitado.
Dejó de hablar sintiendo que se ahogaba, que tenía lágrimas trepando por el cuello y asomándose a sus ojos, nunca pensó que le doliera tanto.
Continuó casi en soliloquio:
- Es que nunca me tocó el pelo sin tocarme los pechos, nunca me abrazó sin hacerme sentir con orgullo su hombría alerta. Fui siempre Angélica a secas a su lado, brutal en mi desnudez de amante.
-¿Y acaso querías ser otra? ¿No es obvio que debías ser Angélica o esperabas que suavizara tus contornos?- le lanzó Sofía haciendo caso omiso de una gran mueca de dolor y desprecio íntimo.
- Es cierto – comenzó con desgano- que junto a él tomé conciencia de mis sensaciones; nunca fueron más mis deseos, mi osadía, ni mis temblores, pero eso no basta. Yo quería a alguien que se hiciera un manto gigante de certezas, que me envolviera con toda su longitud tibia, que me hablara bajito como se consiente a los niños y después de eso me abriera todos los rincones para recibirle.
- ¿Y tu burócrata erótico sentía que era sólo medio hombre?- consultó con ironía Sofía.
- No lo creo, estaba en plena edad en que las cosas o se saben o se enseñan, pero jamás se intuyen.
Mientras hablaba con el cansancio haciendo trizas sus ojos oscuros, imaginaba a una anciana con renovados bríos de poder y de gloria que pretendía tomarlo todo y guardarlo en su bolsillo hondo sin considerar que su silueta ajada volaría en un temporal de otoño.
- Tenía entre sus manos el raro privilegio del destrozo, sabías que al pasar entre sus manos necesariamente dejaría tatuadas sus iniciales en tu piel, que serías a conciencia una res más en su hacienda vital.
- ¿Y donde te metiste tu bullada dignidad de género?
- Mi dignidad estaba hecha jirones, paraba tanto su invasión como lo haría un colador gigante.
- ¿Lo amabas? – Pregunté.
- Sí, lo amaba como nunca habría sido decente aceptar. Lo amaba con boca, con pechos, con vientre, con sudor, como un animal caliente. Lo amaba tanto que lo necesitaba lejos, lo amaba tanto que jamás se lo dije.
Amaba su frialdad, su lejanía, su indiferencia; amaba sus miedos, sus reservas, sus temores. Amaba hasta su puta necesidad de oxígeno, su puta necesidad de espacio, su puta necesidad de no necesitar…
A esa altura de la noche el licor de oro hacía efecto en mis ojos oscuros… los recordados ojos oscuros… ¿recordados por quién? Quizás era solamente una ansiedad más en mi galería titilante, quizás ya no recordaría nadie mis hermosos ojos de avellana como tuvo a bien bautizarlos un mal poeta y peor amante. ¿Cómo se llamaba? ¿Cómo era esa boca que prometió días eternos y dio noches oscuras? Hice un esfuerzo más y abandoné la indecente tarea de recordar hombres pasados.
Ella cambió el tono de su voz y su necesidad de confesión acabó también abruptamente.
- Bueno – dijo Angélica con cierta gracia de heroína andina - ¡basta!
-¿Y no sabes dónde se encuentra? – Continuó Irma con la esperanzada mirada que aprendió en su adolescencia y su voz de susurros- Siento que es una historia trunca.
- Esa es la verdadera razón por la que no olvidamos con frecuencia: los ineludibles finales abiertos –dijo Sofía.
- ¡Por supuesto que sé de él sólo que no deseo saber más! – Exclamó Angélica- Cuando necesitas decirle que le amas, que te levantas de la cama porque él se levanta bajo el mismo sol, que tallaste su rostro en un árbol, y sólo deben nacer de tu boca palabras de buena crianza entonces ya no puedes seguir en su órbita, simplemente o sales o te mueres. Yo quería verlo grande, quería ver su cara hermosa tan lejana en su magnificencia que aun mi decisión y todos mis deseos no fuesen capaces de retenerle, quería perder dignamente. No imaginé jamás que perder era dejar de tener aun fuera en Chile o en Ecuador, era perder por uno o por cien, perder era perder y dolía lo mismo. ¡Y ya no quiero hablar más! Porque soy capaz de terminar este vaso y salir en su busca y eso sería un acto suicida.
- ¡Pero quién diría que te veríamos así algún día!
- ¿Así cómo? ¿Casi borracha o jugando a loba herida?
- Tu problema es que crees que el amor redime a los hombres. Un hombre que no te conviene no es material para obras filantrópicas, es tu vida la que termina resentida después de tantas costuras sobre el pecho. Si les ofreces el alma, querrán el cuerpo; si les ofreces el cuerpo, querrán el alma; si les das el alma y el cuerpo te destruyen –le lanzó Sofía a Irma.
Y al callarse de un solo golpe inclemente se le vinieron a la memoria sus propias historias de desaires y de largos trechos reptados, su propio dolor de saberse acuchillada de dulzuras innobles.
Y se desgranó, se extendió su cuerpo como pólvora, explotaron sus reservas por los aires y lloró amargamente. El llanto desgarrador de Sofía, desgarrador por su silencio, desgarrador por la impotencia, desgarrador por su soberbia maltrecha, fue la licencia que tuvieron las débiles para la explosión. No nos quedaba nada de aquel resguardo mínimo, de aquel margen estrecho de sobrevivencia altiva. Y a medianoche ya no quedaban penas no re-lloradas ni un solo recuerdo triste por el que no se maldijo y por el cual no se brindó con mar. La minúscula casaamenazaba con levar anclas y dejarse llevar hacia adentro, partícipe de esa angustia de océano. Era irónico sentir que evadíamos la lluvia otoñal y no pudiésemos volverle la espalda a la lluvia interna, la verdaderamente fría, la lluvia simbólica de la infancia.

Texto agregado el 16-08-2008, y leído por 982 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
29-03-2012 Sinceras confesiones de mujer.***** pantera1
01-02-2010 La frase final me trae de golpe todo el sentido de tu cuento. Me gusta la poesía que atraviesa la historia; bueno, para eso son los clubes de toby y de lulú, para llorar la herida que no cierra, llamese amor o infancia, saludos, quilapan
05-01-2010 Una perfecta ola de palabras perfectamente bién elaboradas. 5 Catman
15-05-2009 Un texto que se va desgranando poco a poco, en el que el lenguaje, el tema, la trama van de la mano. Muy bien firpo
17-11-2008 Esa presentacion que realizas al comienzo del texto es mas que excelente . La historia me resulto compleja pero me gusto ********* shosha
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