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Si la memoria no me falla, corría el año ’83 o sería el ’84?, no recuerdo bien, para el caso, nada cambia.
Se corrió la voz en el pueblo que desde Santiago había llegado un tipo peligroso, revolucionario creo, era lo más suave que de él se decía. Venía relegado a cumplir condena por dos años y un día, sin contar los meses que en prisión había purgado por un delito político que a nadie, por más que indagara, le quedó muy claro. Estaba condenado a transitar por las calles del pueblo, eso sí, hasta 200 metros del limite de ingreso y no podía llegar a la playa, no obstante más allá de las dunas nada existía y aunque quisiera escapar no podía. Plena época de Gobierno militar, Golpe de Estado para algunos, Pronunciamiento para otros... pero ahí estaba. Héctor Nuñez Ferrada, firmando en la Comisaría de Chanco, a las doce en punto de cada día. Nadie se atrevía a mirarlo, las vecinas de reojo murmuraban, los hombres, simulando indiferencia, desde el bar de Teco lo miraban pasar... No parecía un tipo peligroso, al menos era la impresión que daba.
Solo, por las empolvadas calles se paseaba, de vez en cuando alguien le dirigía de frente la mirada y él devolviendo una sonrisa saludaba, recibiendo por respuesta un leve movimiento de cabeza que más parecía una sentencia anticipada. Así día tras día, su vida iba pasando solitaria. Era un misterio cuanto le rodeaba, solo se sabía que por las noches dormía donde Palermo, un humilde carnicero, que por unos pocos pesos le ofreció albergue y un plato de comida. que hacía? dónde iba? de qué vivía? nadie lo sabía...
No se le permitía frecuentar lugares concurridos, cine en Chanco no había, no era difícil imaginar como transcurría su vida entre la gama de prejuicios, suspicacias, sospechas y soledades. Sin duda, estaba pagando su “culpa en libertad”.

Alguna vez se le vio, cortando el césped en algún jardín del pueblo, a cambio de unas monedas y un poco de compañía, siempre sonreía y para todos tenia una palabra amable. Trabajaba muy bien el cobre, moldeaba figuras, dibujaba postales, que a sus amigos desde Chanco les mandaba. No pasó mucho tiempo en que algunos se le acercaron, se le veía animado en la plaza charlando y riendo de buena gana y hasta en algún festival cantando!!...poco a poco se iba ganando la confianza de cuantos lo escuchaban. Era un hombre fascinante, hablaba de Socrates, de libertad, de sueños, utopias e ideales, con la misma pasión que cantaba las canciones de Emannuel con su guitarra. Nunca se le oyó hablar de política, era tema prohibido para Tito, como le llamaban sus amigos y a decir verdad por esos días casi nadie se animaba.

No recuerdo como llegó a mi casa, no recuerdo como lo conocí, pero casi había pasado un año desde que Tito, en el pueblo era uno más, Todo mundo lo estimaba, con la guardia de la Comisaría ya había entablado amistad, más no por ello, jamas dejo de faltar cada mediodía a firmar. Se fue ganando el cariño de grandes y pequeños, de hombres y mujeres cual toda una autoridad. Ah, a propósito de autoridad, me viene a la memoria la anécdota que una tarde me contó... Entre sus amigos, (aunque para callado) se contaba el alcalde del pueblo, adepto al General Pinochet, con el cual solía tener algunas charlas y aunque no era legal, el edil le encargaba algunos trabajos como muestra de afecto, para ayudarle a sobrevivir. Una mañana lo mandó llamar.
“Héctor – le dijo, con tono sarcástico– necesito que me haga un trabajo muy especial; se trata de un marco en cobre para poner la foto del General en la pared de mi despacho”, esperando por supuesto, la negativa de Tito a tal solicitud,
- a lo que mi buen amigo le respondió- ¡¡Pero señor alcalde, no se imagina usted el honor que me hace!!
-el alcalde atónito lo mira fijo y le replica- “¡Cómo hombre!, ¿Es que ya no le tiene bronca usted al General?”-
- Bueno en realidad, no se imagina usted señor, ¡¡el gusto que me dará colgar a su General!!.

No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, pasaron dos años y un día, o dos o tres días?, tampoco recuerdo bien, sólo recuerdo que partir del pueblo fue tan doloroso para Tito, como para los cientos de amigos que allí dejó. Yo emigré de Chanco el año ’85, desde entonces, casi no le volví a ver, aunque dicen algunos chanquinos que aun cada tanto los pasa a visitar...

A mi gran amigo de entonces y que nunca olvidé...

Texto agregado el 28-04-2004, y leído por 190 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
05-07-2004 Quería dejar pasar un poco la emoción antes de decirtelo: en verdad me emocionó. También te recordé siempre. Recibe un beso. Tito frisco
29-04-2004 Muy buen relato. una prosa, clara, precisa. Un tema muy bueno, aunque repetido. Lo cual no significa que sea fome, hay que saber abordarlo.... repito: muy buen relato.... Mis 5 maxsarmientomoreno
28-04-2004 algo creo yo mas grande que el amor.......la sincera amistad......bueno eso de colgar al generalisimo.....ahora me hiciste querer llamar a los amigos para decirles cuanto se les extraña....curioso efecto me causan tus buenos escritos......has ganado en mi a un fan deibos
 
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