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Inicio / Cuenteros Locales / davidchisco / LA ENFERMEDAD EN \"LOS ADIOSES\"

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En este ensayo se explica la necesidad de una Enfermedad y una “enfermedad” en Los Adioses. La Enfermedad, llena de frialdad y de máscaras. La “enfermedad”, que afecta a todos los que se atreven a suponer en medio de la ignorancia, llena de falsas suposiciones. Esta “enfermedad” crea una cortina que no permite al lector ver la realidad. Esta cortina sería, pues, la mentira expuesta al lector por los ojos y el pensamiento del narrador, que, a su vez, recibe el engaño de los demás personajes de manera involuntaria, una “enfermedad” creada por la suposición. Luego, todos los personajes de la novela sufren de esta enfermedad ambigua de una manera u otra.

La Enfermedad, en primer lugar, es la razón por la que el protagonista llega a un pueblo aparentemente pequeño y aburrido, en el que se siente la esperanza vacía de aquellos que buscan ayuda especializada, esperanza de que esta ayuda le sirva, vacía porque de cierta manera creen saber que la ayuda será inefectiva. Este es el caso del protagonista, que con su melancolía revela su agonía, y su esperanza también vacía. Con esto revela su inconstancia, al quedarse en el pueblo e intentar seguir un tratamiento en el que no cree. “…Pero no es muy grave, no está picado. Y, sin embargo, no se va a curar… no se iba a curar porque no le importaba curarse”.

Además, La Enfermedad lo transforma en algo que va en contra de lo que uno espera encontrar en un protagonista, alguien fuerte, de cierta manera superior a todos los otros personajes, con alguna ventaja que el autor le ha puesto para hacerle mejor. En Los Adioses, el protagonista es un enfermo casi completamente dependiente, necesitado, inferior, débil, que vive de sus recuerdos con un presente vacío y su falta de voluntad frente a la posibilidad de sanar, convierte su agonía en una muerte casi segura. “Como el ha sido derrotado en lo que él considera esencial en su vida, no da valor a nada más”

Pero el protagonista no es el único enfermo. Básicamente, todos los demás personajes sufren de una “ceguera”, que les impide ver la verdad, esto deja un vacío en su comprensión y tienen la necesidad de llenarlo y al no tener la verdad, crean una suposición y luego, un rumor. Una manifestación de esta “enfermedad” de todos los habitantes del pueblo, es la creencia de que la hija del protagonista es su amante, y como el narrador sufre de esta “enfermedad”, transmitida por los habitantes del pueblo, y lo que el lector entiende del libro es a través de sus ojos, se obligado a creer lo que el narrador cree, y así mismo cae en lo patético de esta “enfermedad” que le hace suponer sin claridad.

Ésta “enfermedad” es sólo la manera en la que me refiero a un estado del razonamiento, la imaginación. La imaginación que Onnetti crea para el narrador, y, según parece, para todos los habitantes del pueblo. Ésta, es la que hace que los personajes creen sus hipótesis sobre la vida del “hombre”, que den por cierto algo sin haber indagado, aunque si lo hubieran intentado seguramente no habrían podido llegar a nada. Luego estos personajes, como el enfermero, la mucama, e incluso el narrador, imaginan la vida del protagonista para el lector, y el lector no tiene la facilidad de escoger entre esa y alguna otra versión, puesto que el autor sólo le ofrece una, en la que está obligado a creer sin remedio.

Pero el lector no se da cuenta del engaño que la imaginación de los personajes, y en el fondo, la de Onnetti, le proponen, hasta casi el final de la novela, donde la verdad le es revelada. Pero es bueno intentar leer la novela remplazando la imaginación con la verdad, por ejemplo, dando por hecho que papel tienen las mujeres en la vida del hombre y así el lector se dará cuenta de lo simple que es todo, y del sinsentido que sería narrar esta historia toda al descubierto. Luego La Enfermedad, la del protagonista, como la “enfermedad”, la de los personajes, son necesarias para ésta novela.

Luego está la frialdad. La frialdad es sólo una parte de La Enfermedad, en el sentido de la falta de sentimientos, o el hecho de ocultarlos detrás de una rigidez que seguramente no existe, y que no sería más que una máscara. Esta frialdad es, principalmente, del protagonista consigo mismo, al negarse la posibilidad de una vida sana, pero de cierta manera eso es lo que quiere, una muerte tras una extensa agonía, el fin de una vida que de cualquier manera resulta le indeseable.

Pero la frialdad más dura es cuando intenta engañarse y engañar a todos en el pueblo, sonriendo y saludando a todo el mundo, tomándose unas copas en el bar del hotel, intentando mostrar que está mejor, que se siente sanado, que es capaz de sonreír, como si La Enfermedad nunca hubiese existido, mientras sus pulmones lloran ya por su sangre y por su alma.

Pero al final todo desaparece, La Enfermedad, la “enfermedad” y todo lo que entre las dos avocan, junto con la esperanza vacía, la posibilidad y la mentira. Todo se va detrás de un disparo con el que el sufrimiento del “hombre” termina y empieza el de su hija, su hijo y su mujer. Un disparo que se traga toda la magia de la intriga, y sólo deja la espera por un final ligeramente insulso y sin ser, pues la novela es en sí, la narración de un final, aunque también de un comienzo, y en algunos casos, sólo de un episodio.



Con esto se ha demostrado la presencia de una enfermedad que está latente en cada página de la novela, escondida detrás de una mentira bastante larga. También se demostró la necesidad de la enfermedad para que esta historia pudiese ser relatada y que es, en realidad, la base de la novela, una base invisible que incluso a lo largo del texto deja varios puntos flotando en la inmensidad de la imaginación que el lector concibe a medida que lee. Y con esto, se confirma el interés de Onnetti en dar la mayor importancia a lo que parece perjudicial y a la vez es lo más importante, además de su deseo de abarcar todo el entendimiento del lector con sólo una pequeña porción de ilusión, pues sólo hasta el final se puede conocer sobre todas las posibilidades que se daban a la suposición (la del lector), y cómo sólo se siguió la que los personajes de Onnetti mostraron a lo largo de la novela.




Bibliografía:

1. J. Carlos Onnetti, Los Adioses, Norma Cara Y Cruz, 2004

2. Hugo Verani, La Ambigüedad Como Factor Estético, Norma Cara Y Cruz, 2004.

Texto agregado el 03-09-2008, y leído por 128 visitantes. (1 voto)


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