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Sentía que no podía más. Que ya estaba bien de aguantar la misma canción una y otra vez. Él no iba a cambiar, ¿Para qué? Si su vida estaba atada y bien atada. Si había logrado su sueño, ¿Quién se lo iba a arrebatar? Se había casado con la mujer de ¿su vida? Le costó más de un año convencerla, eso sí, pero era muy perseverante, demasiado. Todo lo conseguía del mismo modo...
Esa noche no pudo más, ya estaba bien, veía claramente que él nunca iba a cambiar. Otra vez de juerga, el eterno adolescente egoísta, otra vez borracho...

Se encerró en el baño pensando en que no podía seguir así, engañándose a sí misma, no había solución.
Él aporreando la puerta para que ella saliera. Diciéndole que no podía vivir sin ella, que la quería, que lo sentía... la misma canción de siempre.

Estaba más que harta de la misma escena. Ella encerrada llorando... desesperada, solo quería estar tranquila, a solas con sus pensamientos. Pero el "abre o tiro la puerta abajo" (era muy capaz) "a ver si vas a hacer una tontería"... y las altas horas de la madrugada. La llevaron a abrir la puerta.
Él la agarró con todas sus fuerzas, intentó escapar y lo consiguió. Presa de la desesperación, fue hacia el balcón del apartamento. Se agarró y le amenazó " si no me dejas en paz me tiro". Él no la creyó... o sí, estaba muy decidida.

Elevó los pies y le dedicó el que creyó su último pensamiento a un ser etéreo, a su ángel ... y pensó " es el único modo que tengo de escapar de él y de ser libre, nunca va a permitir que me marche"... Él la agarró, impidiendo lo que ni ella sabía seguro si iba a hacer o no.
De repente lo comprendió todo... siempre la misma canción, la misma historia. Vida tras vida, su ángel aparecía cuando ya estaba irremediablemente atada a otra persona que no le hacía feliz. Que no la iba a dejar marchar... y como siempre, ella optaba por lo mismo. Ser libre sin importar el precio: su vida. Daba igual, no merecía la pena seguir en este mundo así.


Lo vio claro, otra vida, la misma situación, un acantilado, un mar furioso, de noche, la persecución... las imágenes se agolpaban en su mente. Una visión, una especie de dejà vu. Se vio a sí misma, en un acantilado. Mirando el horizonte, mirada perdida en la luna y en el mar. Melancólica, llorando... no había solución. Saltó.
Desde siempre tuvo respeto a las aguas profundas, sabía nadar muy bien. Pero una sensación de angustia inundaba su alma cada vez que se hallaba en un medio acuático que le cubría algo más de la cabeza. En ese momento comprendió el porqué de su extraña fobia. Y su aversión a beber agua desde que tenía uso de razón. Y encajando piezas, como si de un puzzle se tratara, estaba la extraña coincidencia se su fobia a estar con los pies en el aire... todo encajaba, era un recuerdo guardado en su subconsciente, en el fondo de su alma.

En esta vida tenía que vivir, escapar de otro modo y ser feliz. Sabía que había alguien, no sabía quién, todavía, que la esperaba. Con el que podría ser muy feliz. Alguien mucho más afin a ella.

Texto agregado el 04-09-2008, y leído por 85 visitantes. (1 voto)


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