Me invaden muchos sentimientos cuando se pronuncia esta palabra, unos son por la emoción del recuerdo histórico, otros por la angustia del sufrimiento, pero todos ellos forjan importancia a la palabra y suministran significado a mi vida entorno a ella. Pienso que el día a día es una revolución continuada que cada uno desarrolla según sus prioridades. Aquél cuya prioridad sea él mismo su revolución desembocará en egoísmo y probablemente en riqueza. Aquél que no tiene prioridades personales sino que el bien colectivo es lo que inunda su pensamiento, aquél será un Revolucionario. Me gusta quedarme con lo mejor de las cosas y de las personas y por eso la palabra Revolución, para mí, es sinónimo de conocimiento y sabiduría. Todas las revoluciones, las verdaderas Revoluciones, se han llevado a cabo por gente inteligente capaz de transmitir el sentir colectivo. Y no cuestiono si todos los revolucionarios han sido buenas o malas personas, esa no es mi Revolución. ¡Viva la Revolución del CHE¡ Pero la suya.