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Desenlace

–Anko, Io, Temos, Ketos, gran viento y oscuridad, yo soy su emisario, o dioses respóndanme a lo que solicito ahora... –la delirante Silvia repitió sus súplicas siete veces, ante la impaciencia de Lina, cuyos ojos reflejaban las llamas naranja que poco a poco devoraban la piel y ropa de la doctora.
Tenía que haberse drogado para soportar el dolor, pensó Lucas, atónito, sintiendo el olor a pelo chamuscado y la piel que ardía untada en una grasa transparente. Se había apoyado en el hombro de Lina, y esta hizo ademán de ir hacia la puerta, pero una corriente de aire los detuvo. Estaban en un espacio cerrado. Azorados, observaron el humo negro, un pájaro espectral que había respondido las plegarias de Llorente. Un par de alas le azotaron el rostro y la joven se escudó con un brazo.
La doctora no pensaba dejarlo escapar. Lucas retrocedió, espantado del calor que emitía y el combustible que burbujeaba sobre su rostro y pecho. Quería abrazarlo, le pertenecía, tenía su marca. Por el rabillo del ojo vio que Lina se rascaba el brazo herido. De un salto esquivó el pájaro fantasma subiendo a la mesada. El espectro se estrelló contra el azulejo en una nube de polvo, Lina estiró una mano y levantó al doctor del cuello, quitándolo del camino del fuego. Silvia reanudó su letanía y una espiral de humo de incienso, cabello, resina y azufre, rodó por el cuarto sacudiéndolos. Lina tomó impulso y saltó en medio del torbellino, atrapando con una mano la punta del báculo, giró, y envió a la mujer que lo estaba sosteniendo por el otro extremo, volando contra la pared.
Lucas caminó, aliviado al sentir de nuevo sus piernas, y chequeó que estuviera inconsciente. El pelo le había quedado ralo y retorcido, las manos ampolladas, el rostro chamuscado y sucio por el menjunje, y un hilo de sangre le salía por la comisura de la boca.

–La muchacha tuvo suerte, doctor –comentó un agente de policía, pasándole un libro con ilustraciones a color que encontró en el escritorio de Llorente, las cuales mostraban unas pobres víctimas marcadas e incendiadas en una pira de madera.
Al final, los encontró Jano, que estaba revisando el subsuelo a pedido de Débora, quien se había preocupado al no encontrarlos por ningún lado. Lucas agradeció que ningún otro empleado, sólo Aníbal y la policía, vieran el escenario que había montado la psiquiatra en su propia clínica. La mujer seguía internada en coma inducido, y la policía les había dejado entrar a su apartamento como parte de la investigación.
Lo acompañaba la contadora Dexler. Gracias a ella, también se había salvado de los efectos del embrujo de Silvia, porque alertada por su abogado, que se había extrañado de su conducta, logró evitar un traspaso de su cuenta a un banco extranjero y anuló un poder firmado el día anterior a favor de un testaferro de Llorente.
–Miren esto –llamó el segundo oficial, desde un pequeño cuarto anexo a la cocina.
Tenía un laboratorio lleno de frascos con hierbas, semillas y polvos extraños.
–Arsénico, cobre, amapola, belladona, ¿piel de sapo... –el agente estudió las etiquetas.
–Son cosas utilizadas en brujería y alquimia –dijo Lucas, y al notar sus expresiones de duda, agregó–. Estuve leyendo en internet.
–Creo que se trataba de una simple estafadora –masculló Liliana, indignada.
Había drogado a Lucas, dejando que la sospecha recayera en Julia. En cuanto a la locura de pintar muros con sangre, que por cierto pertenecía a su paciente Rodrigo Prassio, de allí su cuerpo desangrado, y todo lo demás, para la contadora era una forma de encubrirse y asustarlos.
–No... creo que hay algo detrás de todo esto –le dijo Lucas cuando volvían en su auto– pero hasta que despierte nunca lo sabremos.
Ahora que había pasado, todos podían recordar detalles que la ubicaban cerca de donde sucedían cosas extrañas. El intento por desbalancear el orden de la clínica, que había terminado en la violencia de Miura, provocando pesadillas en Ulises y desatando el caos por las noches, aunque no creía que su intención fuera matar a nadie, obviamente quería hundirlos. Tal vez a Santa Rita o alguno de ellos, de eso no tenía idea.

Texto agregado el 21-09-2008, y leído por 127 visitantes. (0 votos)


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