Era un día como todos los otros. Levantarse a las 5 am, llegar a marcar y a cargarle petróleo a la maquina y finalmente salir a las calles. Al poco andar se dio cuenta que algo no estaba como siempre, una sensación extraña lo inundaba, como que todo fuera un sueño, irreal. La señora que le gritaba estaba aparentemente enojada. Había olvidado frenar en su paradero. Luego de unos cuantos errores similares, entró en un estado de confusión completo, veía nuevamente una señora de la tercera edad gritándole enfurecida, unas luces, el calor recorriéndole el cuerpo, una sensación de humedad tibia en las manos…Cuando despertó del sueño, el cráneo destrozado de una viejita en el suelo de la micro y los rostros perplejos de los pasajeros al ver el espectáculo de ira desatada, concluyó que debía cambiar de trabajo.