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Querida amiga,

Ayer, tenìa un cita... una cita de amor. Sí, me atreví y tengo un amante.


Desde que me desperté en la mañana, no hice sino pensar en él. Mi amado es un hombre maravilloso que me llena de amor, de ternura, de emoción, de pasión; y ¿cómo hacer para devolverle todo eso que me da? ¿Cómo hacer para hacerlo sentir mi amor, mi deseo, mi pasión, esas cosas que yo guardo solo para él?

Empecé por escoger la ropa que iba a ponerme; para empezar ha de ser una falda que deje ver mis piernas. La ropa interior tendrá que ver también con el atuendo y como escogí una blusa escotadita que dejara apenas ver donde comienzan mis senos, el brassiere blanco que no se transparente y la tanguita, blanca también. Le agregamos unas medias, de esas que llegan hasta medio muslo (porque le gusta meter su mano debajo de mi falda, cuando nos saludamos en el coche).

Me bañé, y me perfumé por todos los rincones (por si se ofrece) y bueno, hice mi mejor esfuerzo porque me viera radiante y feliz.....

Nos encontramos donde muchas veces, para entonces ya mi corazón latía a mucha más velocidad. Subí a su camioneta y nos encontramos con los ojos. Esos encuentros son divinos porque desde ahí, ya nos estamos comiendo con el pensamiento, ya nos urge llegar a nuestro nido de amor.

Al llegar, me parecen horas los instantes que pasan hasta que se cierra aquel portón del motel que es como si nos diera el banderazo para iniciar una loca, loquísima carrera de besos y caricias, y entonces nos damos a la tarea de regalarnos el uno al otro. Es algo tan deseado que creo que nos hierve la sangre a la misma temperatura y nuestros corazones laten al mismo ritmo.

Rápidamente nos despojamos de la ropa, no toda porque parece que eso le da un tinte más sensual, le gusta verme medio vestida y medio destapada de todas partes, que se vea apenas la orillita de mis nalgas, mis senos a medio cubrir; las piernas conservan las medias y las botas.

Nos besamos una y otra vez, como queriendo darnos en cada beso las horas y minutos que nos estamos debiendo. Yo busco su miembro que para entonces ya está erguido y caliente y parece que me dice "cómeme", me lo quiero acabar, quiero que sea mío para siempre, me lo saboreo como quien come el más delicioso manjar y así como lo tengo dentro de mi boca, lo estoy imaginando entrando y saliendo de mi por todas partes...

Llegó alguien, luego le sigo
Continuará…

Qué te contaba??

Ah! si ya me acuerdo, te contaba de la tarde mágica de ayer...

Te contaba de mi compañero de locura, de lujuria, de mi cómplice en esos pecados deliciosos que cómo duelen, pero cómo llenan el alma, el cuerpo, la mente y el corazón; se siente como si de pronto, por todos los poros de tu cuerpo entraran al mismo tiempo amor, gozo, placer, deleite, frío, calor, risa, llanto. Te estremece y te sube al cielo y te acompaña y se queda ahí, contigo.

`Nunca me sentí más mujer, como cuando él me posee en una posición, en otra, por arriba por abajo, por delante, por detrás, con sus manos, con sus labios, con sus brazos, con su lengua, con la mía, con su verga, que es la mía...

Todo lo mío es suyo y lo suyo es mío, y nos lo damos una y otra vez gustosos, gozosos, porque para él el disfrute es hacerme gozar para mi el disfrute es darle a él, toda la felicidad que mi cuerpo, mi mente, mi alma sean capaces de lograr.... en nuestro amor no hay egoísmo, yo le regalo mis temblores, mis gemidos, mis explosiones y mis gritos de placer...

El hace uso de todos sus recursos por hacer de esos momentos, los más excitantes, los más deliciosos los más disfrutadles y los más recordables, porque créeme, una vez que lo vivimos, se me quedan para siempre. Cuando me pone mis piernas en sus hombros y me mete su miembro una y otra vez, mientras me esta viendo con una mirada de lujuria y de placer que me hace estallar una y mil veces… luego me da vuelta y se acuesta sobre mí, me muerde los hombros y me restriega sus huevos sobre mis nalgas haciéndome maullar de gozo. No se cuantas veces me vine…pierdo la cuenta.

¿No crees que sea verdad lo que te estoy diciendo? Pues yo misma no lo creería, dado que tengo 59 años y él 63. Y ya tenemos dos años compartiendo esta pasión. Nos deseamos y nos hacemos el amor con tanto deseo que en la cama somos un par de jovencitos enamorados, disfrutando de la vida… dichosos y cachondísimos.

Dicen que felicidad no compartida no es felicidad y por eso te cuento todo esto, amiga mía… no para que te de envidia, sino para que te animes.

Texto agregado el 25-09-2008, y leído por 76 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
25-09-2008 pochhhh que retebuenón echtá echte cuento señorita. Me pego mis dientechhh y salgo a buchcar novia, je,je,je marxtuein
 
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