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Inicio / Cuenteros Locales / La_columna / La certeza de la muerte (de mi columna de los lunes, días difíciles si los hay) Por MCavalieri.

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_ ¿Cuándo empieza uno a morir, Melina? -preguntaba mi padre a la niña de cinco o seis años que yo era mientras le cebaba mate, reflejada la pava en la mesa de fórmica naranja.
A esa corta edad la muerte no era más que un nombre, una idea vaga entre arrugas y cabellos blancos.
_ Cuando somos viejos -le dije sorprendida porque preguntara algo tan obvio.
_ No -contestó con un dejo de tristeza- Cuando nacemos, ahí empezamos a morir...
La tarde siguió para él como había empezado, entre mate y mate, colándose en algún silencio conversaciones de colegio, de trabajo, de amigos. Pero no para mí: en esa cocina vieja que sólo habita en mi memoria, la nena de cinco o seis años que fui adoptaba la certeza de la muerte.
Todo cambió desde entonces, la gente se moría, las cosas se morían, los recuerdos se morían, yo moriría alguna vez y sería encerrada en el panteón familiar junto a dos abuelos y bisabuelos que casi ni había conocido.
El sentimiento inconsolable de lo efímero se apoderó de todo y la muerte, descubierta ya ante mis ojos, comenzó a atacar.
Primero fueron mis más fieles amigas: Blanche, Jessica y Simona. Tres amores perrunos que supieron llenar la infancia de ladridos, piruetas y silencio ante mis confesiones de niña triste.
Después siguieron mis juguetes, mis libros de cuentos, mi árbol preferido, una rosa matizada que fue la primera planta que tuve, compañeros que se mudaron de pueblo, barriletes, el único bandoneón de papel que me hizo mi padre, calesitas, sortijas, el vivir sin horarios, la libertad del viento en horas de siesta, un jabón con forma de nena que olía a manzanas, muñequitos de plastilina, tizas de colores, lápices, la risa sin esfuerzo, un barquito que zozobró en un charco barroso y helado...
No contenta con eso la muerte insistió, se llevó a mi abuelo una tarde de marzo y con él su misterio.
Luego Leito con diecisiete años cerró los ojos a la vejez, la idea de su juventud eterna me persiguió un buen tiempo. Mi prima adorada partió con veintiocho y se me hace difícil no recordar la maravilla de su voz. La última batalla perdida fue la vasca que no dejó de darme lecciones ni siquiera en su final: partió de noche, demostrándome que no hay nada que temer.
No todas fueron pérdidas, he ganado alguna pelea, en dos ocasiones le arrebaté a mi hija de sus garras y sabemos, mis hermanos y yo, cómo eludirla cuando ataca de improviso.
Pero es astuta la dama antigua, no mata de golpe sino paulatinamente, con cada vacío cotidiano nos roba un trozo de sonrisa, un retazo de brillo en la mirada y va ganando terreno la sensación de que, acaso hoy, en un instante, dejemos de tener la posibilidad del respiro o la lágrima.
No existe la muerte por tristeza, dicen y sin embargo creo que, cuando nos vamos, en ese instante entre vida y muerte no estamos vivos del todo: nos han ido matando las penas, las ausencias, las pérdidas que hemos tenido desde el día en que lloramos por primera vez.


Texto agregado el 03-05-2004, y leído por 674 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
07-04-2005 "Cuando nacemos empezamos a morir" cuánta verdad hay en esa frase y además un cierre grandioso con el último párrafo. Mis 5* Peter_6
04-05-2004 Esa es la vida: He reído con Barrasus y he llorado contigo. Tengo demasiado cerca la muerte de mi madre y tu columna me ha emocionado. margarita-zamudio
04-05-2004 Ay, Melina. Se me hace difícil leerte y no recordar tu voz, no recordar tu rostro y tus manos tiernas que se abrazaron a mí aquella tarde de café.Esa fue una muerte, pero una muerte buena, matamos la distancia y la ausencia de rostros, lo ves? Esta columna de día lunes trae esa tristeza de ángel callejero, de muertes diarias, de golpes arteros, la muerte también es la maledicencia, cuando por gusto las letras matan, cuando el anonimato trae calumnias de la más baja calaña. La muerte es esta, la de decir las cosas y recordar que ésta existe y es como la sombra que te acecha y a veces te vence, eso me trae a la mente un texto de FEANOR que habla de esta dama que se acerca y se detiene, a veces se asoma y pasa de largo. Estrellas pa'esta muerte que se hizo un día en el tortoni, la prefiero, porque le ganamos. FaTaMoRgAnA
04-05-2004 Es cierto Melina. orimos infinidad de veces, y en ocasiones, en la misma tarde. Estoy recordando a una de mis niñas, que siempre quiere comprar dos helados para que duren más... Hermosa reflexión, como todas las que dejas para hacernos bucear en la nostalgia. Un beso. Morana
03-05-2004 "Llegó con tres heridas: La del amor, la de la muerte, la de la vida. Con tres heridas viene: la de la vida, la del amor, la de la muerte. Con tres heridas yo: la de la vida, la de la muerte, la del amor." (Miguel Hernández, Cancionero y Romancero de Ausencias; 1938-1941) albertoccarles
03-05-2004 Aún no creo en las gambetas de la muerte. Creo que no porque creo en la continuidad de las cosas. Sin embargo, ¿te imaginas lo insoportable que seríamos los hombres si más encima no muriésemos? La muerte nos hace más humanos y se encarga de cebar el bienamado recuerdo. A manera de antídoto o de solaz ante lo inminente. Es tal vez de único que estamos seguros de recibir: el laudo tránsito al país de Nunca Jamás, y según se cuenta, allí se vuela también. Un beso gigante venicio
03-05-2004 "Nos van matando las penas, las ausencias....", dices y es verdad, también la vida va desgastando los recuerdos y la memoria hasta hacerse dulce la muerte. Un beso es muy bonito este texto, muy bonito. maravillas
03-05-2004 Melina, me he sentido muy identificada en tu columna, primero desde la prespectiva de la niñez, ingénua y hermosa niñez, pero desde la cuál también recibe de forma inesperada a la antigua y por siempre Dama, para luego continuar por la adolescencia, dejándonos vacíos de la compañia de amigos, primos,tios, hermanos, padres o abuelos, e incluso hijos en la edad adulta. Tan solo nos queda un bello recuerdo de los que antes que nosotros partieron, ¿y cuantas veces con ellos mismos hablamos de la muerte...?,¿debemos temerla?, si a los que amábamos y nos amaban ya les visitó, desprevenidos o no ...,.Esta columna tuya Melina, es de estas que te dejan un sabor entre dulce y amargo, entre lágrimas y pensamientos...y es que todos, absolutamente todos moriremos algún día, ¿y quién sabe?, tal vez tengamos la suerte de volver a encontrar a nuestros seres queridos y poder fundirnos con ellos nuevamente en un cálido abrazo.Mis felicitaciones y todas mis estrellas entre lágrimas de recuerdos. Bellísimo, besitos, Pilar. Airedevalencia
03-05-2004 siempre recuerdo lo que vi en una película... la muerte tiene la forma de la vida, es parte de el pago de vivir. ¿querrías no conocer a la gente que tuviste y ya no está, por no sufrir su pérdida? Esas grutan que nos van enseñando vivir, en algún momento van a desaparecer, pero la gracia es que estuvieron para mostrarnos el camino. Es una columna excelente, no se puede discrepar, porque lo expones con una belleza impresionante, pero si te puedo decir que la gracia es cómo se vive, no, como se muere. Estrellas y un abrazo grande. CaroStar
03-05-2004 Magnifica columna niña, en tu estilo, melancólico-sonriente. En el estilo de los buenos. Un abrazo burbuja
03-05-2004 me has hecho pensar una cosa, todavía no ha visitado a nadie cercano a mi , de los que quiero, y no se si pensar en ello para prepararme o simplemente dejar que las acontecimientos transcurran sin pensar en ese momento, y se que no dentro de mucho tiempo hará su visita, cuando venga tal vez tenga los mismos sentimientos que tú... siempre llevas a la reflexión desde la belleza de tus textos. barrasus
03-05-2004 ¿Y si me enojo? ¿Sabes lo que le pasó a la mujer de Lot, miró para atrás y se quedó convertida en estatua de sal. Texto excelente. NINIVE
03-05-2004 Es cierto lo que dices... pero también renacemos quieras o no con un beso de tus hijos, una palabra amiga que te arranca de la tristeza, ver de nuevo amanecer, y cómo no, ver de nuevo la luna llena después de 21 días. Más bien, diría yo que morimos y renacemos contínuamente, y que la muerte física no es más que un descanso del corazón por haber sentido tanto. Sin embargo, esta muerte no es justa y a veces cree que un corazón ya ha sentido suficiente... y le arranca de un nuevo renacer... Me ha encantado tu texto, guapa, me has hecho pensar... y recordar...!! Un beso de uRaNiA
 
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