En el estío regalas noches plateadas, embelleciendo el paisaje y nos llevas a dibujar los sueños más imposibles.
Desde mí infancia eres mí buena amiga, jugué bajo tu luz y escondiendome en las sombras, testigo de mis travesuras.

Aún eres mí amiga, te desplazas fría como siempre demostrando indiferencia y se cuan curiosa eres y te contemplo con mí espiritu antiguo. eres como una reluciente e inalcanzable moneda de plata huidiza. Como el péndulo platinado del viejo reloj de la casa de los abuelos.
Llamativa y misteriosa, reluces como un espejo, sin reflejar imagen alguna.
Quedate un poco más en mi ventana, necesito confortar mi alma con tu luz y dormir ahuyentando las pesadillas en que vago sola y sin destino, por calles desconocidas, mis zapatos se pegan al asfalto y se entorpece mi avanzar. Los buses no se detienen o cambian sus recorridos y me urge llegar donde ansiosas sonrisas me esperan. No te alejes aún...

Silvia Parra B