Yo no me explico
por qué
horripilantemente
me niego
a olvidar la cordura.

Quisiera escribir un ensayo
sobre cosas inválidas,
un ensayo que vista
en todo su cuerpo
letras taradas.

Yo daría poco
por tener mi propio boulevard
con los sueños rotos.
Daría todo,
aunque no tengo nada,
por observar
en las rayitas luminosas de un gato
rosas flamingos pulgosos.

Yo podría conseguir algo para dar,
para cambiar por otro algo,
otro algo mejor que lo que consiga...
Es un plan sin fundamentos.

Yo no quiero
observar pasivamente
y con baba en la boca
a los lunáticos segundos
escurriéndose
y ahorcándose en páginas vacías.

Yo me imagino,
elegantemente y con las piernas cruzadas,
con cada poro de mi exacta piel,
dibujándole la sonrisa
a un vaso roto.

Yo muero
cada vez
que continúo
sin explicaciones,
queriendo,
dando cosas: muchas o pocas,
pudiendo,
deseando,
no queriendo,
imaginándome,
atrozmente frente a mi espejo
muriendo entre el intento y el reflejo.