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Invisible

En ese momento se dio cuenta de que llevaba más de media hora caminando sin saber exactamente hacia donde iba. Pensó que esto nunca le habría pasado antes; no solo estaba siempre muy pendiente de todo a causa de los problemas de seguridad en su antigua ciudad, sino que sus compromisos, obligaciones y, en general, su bien establecido orden de vida, no le permitían ese tipo de momentos de despreocupación, de abstracción de la realidad.

Entonces se sintió libre; era una libertad que no recordaba haber experimentado antes en sus veintiséis años de vida, no la podía definir, la disfrutaba y al mismo tiempo se sentía embargada por una sensación de vértigo o, mejor aún, una sensación de haber ya saltado al vacío. Se sentó en una banca en medio de dos árboles en el parque por donde ahora caminaba, y sacó un cigarrillo. Esta vez no tuvo problema para encontrar el encendedor; al tomarlo lo miró con extrañeza, sacudió la mano y prendió fuego.

El sector del parque donde ahora fumaba era poco transitado. Algunas personas salían a caminar con sus perros, otros pasaban trotando cerca a ella y otros más, tal vez como ella, caminaban sin rumbo alguno. Desde hace varios días sentía que en las calles la gente casi no la notaba. El lunes de la semana pasada decidió salir sin arreglarse el pelo y durante todo el día sintió que nadie vio la diferencia; el jueves, teniendo eso en mente, decidió volver a usar su ropa del miércoles y, nuevamente, vio que nadie lo notó. Fue poco a poco creyendo que era invisible, que no le importaba a nadie mas allá de que cumpliera con sus obligaciones básicas de entrar a su oficina, sentarse frente al computador y esperar a que alguien le preguntara a qué hora llegaba el cónsul o hasta qué hora trabajarían la próxima semana; cosas de ese estilo que cada vez a la gente le interesaban menos, por lo cual tenia tiempo de sobra para leer unas novelas rusas recién traducidas al español que su hermano le había traído hace un mes.

Pensó en sacar del bolso el libro que leía por esos días pero prefirió pensar un poco más en aquello de sentirse invisible. Supo que si en ese momento llorara nadie la escucharía; supo también que bien podría caminar sin sus ropas el resto del trayecto y, si mucho, atraería las miradas extrañadas de uno o dos jóvenes que deambulaban cerca a ella. Nuevamente pensó que era libre; y eso le parecía extraño. En su vieja ciudad cada palabra que decía era escuchada por muchos, cada pregunta que hacía era contestada en múltiples formas, cada gesto era contemplado o mal visto, pero nunca desapercibido; en esa época sentía que atraía las miradas de hombres y mujeres a su alrededor, no por ser físicamente bella -que para ser justos con el lector, y de acuerdo a los actuales estándares de la moda, no era uno de sus mayores atributos- sino porque se sentía parte de ese entorno en el que vivía. Ser ahora prácticamente invisible era entonces un gran cambio frente a lo que estaba acostumbrada; ahora le empezaba a preocupar menos elaborar sus opiniones, mantenerse erguida, mostrar una sonrisa que en muchas ocasiones no sentía, callar cuando empezaba a decir lo que pensaba para sí misma, o tararear la canción que tenía en la cabeza.

Reconoció que era diferente de lo que creía ser; ese "así soy yo", que había usado en tantas conversaciones, o aquel "eso no va conmigo" con el cual rechazaba todo tipo de propuestas, ahora le parecieron ridículos. No sabía realmente quién era; o, más bien, se dio cuenta de que era lo que el entorno en que estaba quisiera de ella. No sentía -hay que aclarar- que su voluntad no importaba; por el contrario, luchaba por creer que importaba más que nada. Sin embargo se dio cuenta de que solo una pequeña parte de ella era imperturbable y que el resto, todo ello que no estaba completamente arraigado a ella misma, era solo dictado por su entorno. Mientras fumaba pensó que cuando vivía en su ciudad no se había preocupado por ella misma, sintió que ella era solo ese entorno al que pertenecía. Ahora, sintiéndose invisible, pensó que estaba empezando a diferenciar las dos partes que la constituían,... y se sorprendió al ver lo poco que era verdaderamente de ella. Pisó la colilla del cigarrillo, se levantó de la banca y empezó a caminar de vuelta.

Texto agregado el 02-10-2008, y leído por 243 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
03-05-2009 es buena la descripcion de los sentimientos,me gusto ***** shosha
03-05-2009 Pues, a mi me gusto mucho, muy realista y buena descripcion emocional.. pero demasiada descripcion. pareciera que sufre transtornos de personalidad tu personaje .. adios! edgarroca
22-01-2009 Quedó una duda en el aire: ¿tristemente invisible o felizmente invisble? Dhingy
02-10-2008 "lo que miras al espejo es lo que piensas que dicen los que miran, lo que piensan de tí"(canción de Pedro Guerra) es muy bueno, pero me hizo falta un desenlace, un cierre. celiaalviarez
 
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