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Una uva cae de un parral, donde convivía colgada entre los restantes racimos. Cuando se hubo estrellado contra el piso saltaron nítidas gotas de jugo que hasta se podían contar,
después la pobre uvita hecha un oyuelo quedó abollada a milímetros de una mancha de color lila de su misma procedencia.
Sobrevino un mágico momento, donde de esa mínima explosión se produjo un nuevo universo del tamaño de una caja de zapatos.
Una hormiga que pasaba por allí, mira a los ojos de Osvaldo que está ido, perdido de tanto pensar, pero volviendo en sí por el llamativo suceso.
Iluso se puso a contar los astros que había en el interior de ese sitema que son como partículas del tamaño de un grano de arena pero que tienen un orden cósmico parecido al nuestro,
que se aprecia con evidencia de una manera patente.
Osvaldo pisó la hormiga cuando intrigado se acercó a observar las pequeñas estrellas;
descartando de cuajo que pudieran ser bactérias producto de algún desecho podrido,
pués reciensito había baldeado la escena,
y pasado un secador por la totalidad del patio. Entoncés fue que reparó en la uva tomandola con las manos e intentando hacerla sonar como un cascabel.
Se preguntó: ¿En que me puede favoreser tener un universo tan pequeño obastaculizando el camino? Para lo cuál como un mago cubrió el hallazgo con un trapo aplastandolo contra el suelo.
Cuando nuevamente se sentó para continuar mascuyando pensamientos, el trapo de piso se elevó unos setenta centímetros quedando suspendido en el aire.
De la impotencia metió la uva en la boca para evitar que se hagan más de ellos, pero temeroso de que se le forme uno en la barriga colmandolo de gases, al momento, en apariencia despectivamente, escupió hacia un costado al que fuera el cascarón de esa mágia.
(Extraigo estos dichos de su misma mente,
más la terminología que estoy utilizando).
El mayor inconveniente es que Osvaldo está esperando visitas, por ello urge tomar una pronta resolución, de que hacer con ese cosmos aparentemente indestructible que parece una estufa ensendida.
Lo que hiso fué colocar una mesa arriba para ocultarlo, más luego para disimular un mantel de hilo.
Pero de todos modos del faltante de tela asoma una temue luz azul, que por ende obliga al tesonero puntilloso de Osvaldo, a de urgencia instalar algunas luces de colores para también despistar a la invitada de lujo ha por llegar.
Al sonar el timbre, como poseído por un susto, larga todo lo que esta haciendo, para ansioso atender la tan esperada visita de Bety,
con la que quizá con un poco de suerte y viento a favor pueda comenzar formalizando un lindo noviazgo que los conduzca al matrimonio.
Bety prontamente prefirió permanecer debajo de la sombra oscura de la parra disfrutando del fresco luego de haber caminado largo trecho con semejante calor que hace. Pero le llamó poderosamente la atención que la mesa estuviera en un lugar inédito, tan ilógico, practicamente obstaculizando la entrada a la pieza de Osvaldo. Con un mantel tan elegante, llamativo por lo bonito. Pero al observar la iluminación ya ensendida desde tan temprano, pensó que esta noche habría un baile, optando por permanecer en silencio para no meter la pata, además deduciendo que sería de tipo sorpresa, dedicada solo para ella,
en nombre del romance, para así formalizar la unión de los dos.
Pasó que en un descuido del propio Osvaldo,
quién se ofreció a realizar un regio licuado de frutas, mezcladas por su nueva maquina trituradora, Bety acercó una de las sillas desconectadas de la mesa sentandose a esperar el copetín. Y no bién lo hizo sintió como un ardor en las piernas. Primero pensó que habría pulgas,
pero inmediatamente se percató que existía una extraña luz debajo suyo. Curiosa e intrigada sumergió la cabeza dentro del abitáculo.
Osvaldo desde la ventana de la cocina pudo observar esta comprometida situación de riesgo, inmediatamente acudiendo en su ayuda,
pués según su estimaciones existen posibilidades de lastimarse ya que esa gelatina quema levemente la piel. Justo cuando estaba por sostenerla de la blusa para así pegar un tirón apartandola del peligro, Bety fue literalmente chupada por ese universo corporeo; Osvaldo por su parte recibió una descarga eléctrica que lo sentó de traste,
quedando vencido tirado sentado apoyando su espalda en la columna de hierro que sostiene la planta. Aunque desesperado volvió a la carga, vociferando en grito desgarrador el nombre de su enamorada, volviendo a recibir otra patada de corriente.
Ya practicamente bañado en llanto optó por quitar la mesa de encima; volviendo a ver lo mismo que antes: Un espacio propio con particulas (algunas que parecen soles) flotando en su interior.
Entoncés fue que comenzó a hablarle al universo como si este fuera un sujeto que entiende,
de rodillas implorando por que le devuelvan a la desaparecida, restituyendola de nuevo al hogar.
Hubo un resplandor de diferentes tonalidades extras, semejante a una respuesta, pero como así,
de esta manera, a Osvaldo no le cierran para nada las cuentas, continuó hablando, pidiendo, rogando; hasta que se hiso la oscuridad natural de la noche todo el tiempo suplicando por que la restituyan de nuevo con vida. O que lo lleven de inmediato donde sea que su prometida se encuentre.
Pasaron tres largos días y el universo continuaba estando en el mismo lugar, pero Bety no aparecía.
En vano Osvaldo urgetea entre las otras uvas del parral buscando una que tenga los mismo poderes,
para por fín volverse pequeño y tal vez poder rescatarla.
Inclusive recolecta insectos que coloca dentro del sistema para que oficien de naves,
sospechando que pueda estar en algún diminuto planeta de ese universo; aunque, pero,
la radiación los derrite cual si fuesen muñecos de cera.
Cuando estaba resignado a punto de acudir a la policía, más bien para confesar toda la verdad,
en particular al teniente Ricardo Almafuerte, detective quién se encargara de invetigar el caso de la desaparición, su mente hiso sonar una gran idea que tal vez podría resultar un exito.
Con un alambre de acero inoxidable que oficie de puente, recorrería uno por uno cada astro apoyando la punta en la superficie, para no quemarse, previamente enfriado en una cubeta con agua helada.
Osvaldo es conciente de que aquí lo que ha ocurrido es que Bety se ha transformado en un ser distinto, o sencillamente se hubo desintegrado dejando de existir.
Por lo elemental de sus intentos, es factible que las acciones resulten insuficientes; pero lo alienta bastante la idea de pensar que este universo debe ser algo que proviene del bien, no teniendo intenciones de hacer daño; además siente que esos esporádicos cambios de color de seguro responden a una sana intención de comunicarse.
¿Que intenciones esconde el Señor con esta rara decisión de quitarle a Bety? ¿A quién debería dirigir el resonante reclamo?.
Pero de todos modos cunde la desesperanza,
no cabe ningún margen para la ilusión de encontrarla.
Osvaldo se dice en voz callada frases que pudieran aportar claridad, pués el tiempo se agota tanto como las posibilidades haciendose muy imprecindible pensar con inteligencia:
Como resultado final de todas las pruebas que realizé, extraigo esta certera conclusión,
que ahora pronuncio en silencio evaluando la situación: que al cubrirlo con la mesa noto que eso lo perjudica bastante, haciendolo claramente protestar provocando un acto reflejo
(creería que la oscuridad imperante producto de colocar una tapa, seguramente le hace evocar el estadio de la nada, despertandole indeseados sentimientos de fastidio) por lo tanto colocandolo factible de reaccionar por impulso (acaso también mis palabras las pudiera entender facilmente).
O sea que volvió a colocar la mesa encima del universo; después metiendo la cabeza imitando a Bety igual que antes de ser absorvida,
además lanzando improperios a lo cuatro vientos, para de esta manera asusar ese caracter podrido que tiene, despertandole el apetito por segunda vez.
De tanto insitír, en una de esas, Osvaldo también fue tragado por el diminuto universo,
como cuando la tierra traga seres durantes los graves terremotos. Desde aquí nos quedamos con la ultima imagen de las suelas de neolite de los zapatos perdiendose en la nebulosa que deparó la acción del hechizamiento.
Al día siguiente el detective Almafuerte acudió al domicilio con una orden de allanamiento.
Cuando violentando la cerradura entró por la puerta, pidió expresamente a los agentes judiciales que lo estan acompañando, que por favor no entren para evitar de tocar alguna cosa que pudiera otorgar información del hecho, para no borrar posible huellas, futuras pruebas, puesto que tal vez estemos, este sea el mismo lugar del crimen.
Digamos que a partir ahora, de este instante,
Almafuerte en verdad comienza a sospechar muchísimo porque la hipótesis le cierra bastante,
de que efectivamente Osvaldo habría asesinado a su novia Bety Ludueña, haciendo desaparecer el cadaver, para luego evitar las consecuencia,
desertando para siempre portando otra identidad. Entonces mientras los sublaternos aguardaban en las inmediaciones (por si el sospechos huía por los techos) Don Ricardo Almafuerte, se encargó de revisar a fondo el domicilio en busca de la verdad.
Lo que más le llamó poderosamente la atención era ese alambre de acero sobre la mesa,
le dió a pensar que probablemente le hubieran practicado un trágico aborto que le ocasionara el deseso. Pero por ninguna parte halló rastros de sangre, aunque sí ostenciblemente puebas de haberse estado limpiado a fondo el patio.
El mantel se veía por demás perfecto,
las luces de colores podrían ser producto de un frustrado cumpleaños que nunca llegaron a realizar,
entonces la mesa al costado estaría para favorecer una pista de baile. Nada parecía indicar que alli hubiera ocurrido un crímen.
Hasta que al final le llegó el turno de mirar por debajo de la mesa, no encontrando nada,
solamente que cuando se incorporó sintió una fuerte picazón en los ojos. Lo que hiso que se ponga a investigar sobre esa endeble pista.
Lo primero fue correr la mesa hacia el centro,
aún así no distinguío el celeste eléctrico del universo en cuestíon, pensaba que era luz que provenia de la instalción.
Pero insistió con olfatear el perímetro donde sus ojos se irritaron, encontrandose conque ahora inclusive le picaba el interior de la nariz.
Entonces quitó la lupa del bolsillo interior del elegante saco, y comenzó a estudiar esa sustancia que flota suspendida como gases de un basural.
De pronto comenzaron a caer uvas como gotas de una lluvia, y en pocos minutos la superficie del patío comenzó a cubrirse de ese gas con partículas
incorporadas, hasta luego elevar su alcanze llegando ser una débil bruma de una altura de medio metro, pero con perspectivas de continuar aumentando el volumen, amenazando con abarcar la totalidad del perímetro del anticuado patio.
Pero el alubión no sesa su marcha haciendo que más frutos rueden desde lo alto del parral,
por ende cubriendo la totalidad de la superficie.
El teniente Almafuerte comenzó a flotar por falta de gravedad en esta atmofera que raudamente se imponía, y a viajar inpulsado por un viento cideral en un espacio celeste similar al del propio universo nuestro. Aún podía divisar las paredes del conventillo, las luces de colores, pero de a poco la imagen se desvanecía haciendoce un desierto total, un infinito cosmos, un cosmos infinito...










Texto agregado el 04-10-2008, y leído por 123 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
04-10-2008 Excelente relato. Bravo. ***** permiso
 
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