He entrado en mi habitación secreta y no espero visitas. Hoy he recogido mis cosas y he cerrado la puerta. Tal vez sea un buen momento para ordenar mis cajones. Me siento en soledad a escuchar el silencio que me rodea, y me envuelve de nuevo su tranquilidad. Deslizo hacia el suelo la manta que me cubre los hombros… y aparece esa niña que recorre mi cuarto. Pero hoy no quiere jugar y se sienta frente a mí expectante. Prefiere que le cuente un cuento… y le hablo de barcos sin rumbo, de princesas sin carroza, de marineros sin remos… y no le gusta porque todos andan perdidos. Entonces le hablo de lobos en bosques, de brujas con dulces, de madrastras malvadas… y no le gusta porque todos le dan miedo.
Y entonces le pregunto… «¿Qué prefieres? ¿Tener miedos o andar perdida?»

Inclina la cabeza, no le ha gustado la pregunta. ¿Por qué tiene que elegir una opción? Empieza a correr por mi habitación. Está inquieta, no sabe la respuesta.
Entonces para en seco y me mira emocionada…«A los miedos puedo enfrentarme y si ando perdida me trazo un mapa»
Me río… buena respuesta. Pero ven aquí, siéntate, ordena tu cuarto y mañana volveré a preguntarte.